IV Conferencia Internacional de las Lenguas Portuguesa y Española en Cabo Verde Tolentino en la CILPE2025: las lenguas son una fratria, “una práctica efectiva de fraternidad”
Las lenguas “son grandes y necesarios mapas para el conocimiento de los territorios humanos, y nos ofrecen la posibilidad de entrar en relación con ellos y con nosotros mismos”
Al reflexionar sobre el papel de las lenguas como “recursos indispensables al servicio de la confianza, la fraternidad y la paz”, Tolentino reforzó la importancia de las lenguas como “laboratorios interculturales de esperanza y de futuro”, que “lanzan e iluminan el corazón de los sujetos y de los pueblos"
“Que la educación nos ayude a percibir la diversidad como una experiencia sin la cual no se teje la unidad”, lo que le lleva a desear que “la lengua se convierta en el arte de tejer lazos entre las culturas. Y que la conciencia reconciliada con la pluralidad funde una ciudadanía basada en la fraternidad universal”
“Que la educación nos ayude a percibir la diversidad como una experiencia sin la cual no se teje la unidad”, lo que le lleva a desear que “la lengua se convierta en el arte de tejer lazos entre las culturas. Y que la conciencia reconciliada con la pluralidad funde una ciudadanía basada en la fraternidad universal”
Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en América Latina y Caribe
Reflexionar sobre el papel de las lenguas y el multilingüismo como fundamento de la cultura y la ciudadanía es el reto de la IV Conferencia Internacional de las Lenguas Portuguesa y Española (CILPE2025), que se celebra en la Universidad de Cabo Verde, en la ciudad de Praia, capital del país, los días 11 y 12 de noviembre de 2025, dando continuidad a un camino iniciado en 2019.
Las lenguas como vehículo para el diálogo
Un encuentro que tiene como marco los 75 años de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) y los 50 años de la independencia de Cabo Verde, “un punto de encuentro de continentes y culturas”, según el secretario general de la OEI, Mariano Jabonero, quien definió al país anfitrión como un ejemplo de democracia. En este sentido, destacó el papel de las lenguas como vehículo para el diálogo y la construcción de la ciudadanía, nunca para levantar muros. Las lenguas como camino hacia la libertad y la inclusión.
Motor de comprensión recíproca
Las lenguas “son grandes y necesarios mapas para el conocimiento de los territorios humanos, y nos ofrecen la posibilidad de entrar en relación con ellos y con nosotros mismos”, según el prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación, cardenal José Tolentino de Mendonça. El purpurado portugués, representante de la Santa Sede, junto con la secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina, Emilce Cuda, en el CILPE2025, ve las lenguas como “un motor para las prácticas de comprensión recíproca”, pero también como “una contribución cultural que fomenta la justicia, el desarrollo y la paz”.
Las lenguas como “aliadas de una visión plural y armoniosa” es una de las propuestas que el prefecto de la Curia vaticana hizo a los participantes del CILPE2025, entre los que se encontraban representantes de los Ministerios de Cultura y Cancillerías de varios países iberoamericanos y del país anfitrión. Tolentino hizo un llamamiento a ver las lenguas como marcadores de empatía, de relación, de hospitalidad, de inclusión, nunca de extrañeza y hostilidad.
La lengua como patria
Citando al papa León XIV, mostró la necesidad de “una educación que involucre la mente, el corazón y las manos”, con vistas a una educación para la paz, para pasar al “lenguaje de la misericordia”. El cardenal reflexionó sobre la lengua como matria, un concepto que le lleva, a partir de la idea de lengua materna, a considerar las lenguas como “una forma inamovible e incomparable de expresarse”. Siguiendo el pensamiento de Fernando de Pessoa, Tolentino dijo que “ninguna máquina ni tecnología es capaz de reproducir una relación tan profunda con la lengua”, dado el “nivel matricial, vernáculo, maternal” de la lengua.
Al reflexionar sobre el papel de las lenguas como “recursos indispensables al servicio de la confianza, la fraternidad y la paz”, Tolentino reforzó la importancia de las lenguas como “laboratorios interculturales de esperanza y de futuro”, que “lanzan e iluminan el corazón de los sujetos y de los pueblos". Lenguas que, para la Iglesia católica, han permitido “formular el mensaje de Cristo a través de los conceptos y las lenguas de los distintos pueblos”, dando “la posibilidad de expresar los mensajes de Cristo a su manera”. Una dinámica que hace que la lengua se convierta en “una palanca de justicia internacional”.
La lengua como fratria
Además de matria, cada lengua es una fratria, “una práctica efectiva de fraternidad, un acercamiento afectivo entre las diversas culturas y una experiencia de ciudadanía abierta y compartida”, en palabras de Tolentino. Desde esta perspectiva, las palabras aparecen como “la verbalización del deseo que sentimos por el otro”, lo que nos lleva a ver la lengua como “una consecuencia asombrosa de la necesidad de relación”. De ahí el llamamiento final del prefecto vaticano para “que la educación nos ayude a percibir la diversidad como una experiencia sin la cual no se teje la unidad”, lo que le lleva a desear que “la lengua se convierta en el arte de tejer lazos entre las culturas. Y que la conciencia reconciliada con la pluralidad funde una ciudadanía basada en la fraternidad universal”.
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