Los trabajos de los círculos menores muestran cual puede ser la ruta a seguir Los nuevos caminos del Sínodo para la Amazonía generan esperanza y buenas perspectivas

Sínodo para la Amazonía
Sínodo para la Amazonía

Al final de la segunda semana, podemos decir que el miedo ha salido definitivamente del aula sinodal y que el Espíritu de Dios, que siempre sopla de forma preferencial en los pequeños, ha entrado con fuerza a través de la voz de los pueblos indígenas y las mujeres

La sinodalidad quiere ser asumida como el modo de hacer realidad una Iglesia con rostro amazónico, que escucha desde la presencia y la cercanía

Acompañar a los pueblos indígenas en sus luchas por la defensa de los territorios y los derechos, debe ser una actitud cada vez más presente en la Iglesia de la Amazonía

Hacer vida las propuestas conciliares siempre ha sido uno de los sueños y desafíos del Papa Francisco, que está viendo una luz a seguir en estos nuevos caminos que en el Sínodo para la Amazonía se están diseñando

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El Sínodo para la Amazonía se va definiendo, algo que se manifiesta sobre todo en el documento en el que se relatan los debates de los llamados círculos menores. Está claro que no es lo único que se ha hecho hasta ahora, pero sí que podemos decir que supone un primer (y fuerte) empujón para el documento final, que no olvidemos puede ser importante en la exhortación postsinodal.

Al final de la segunda semana, podemos decir que el miedo ha salido definitivamente del aula sinodal y que el Espíritu de Dios, que siempre sopla de forma preferencial en los pequeños, ha entrado con fuerza a través de la voz de los pueblos indígenas y las mujeres. Poco a poco, el deseo del Papa Francisco, expresado en el discurso inaugural, se va haciendo realidad, aunque él siempre insista en algo más, pues como algunos de los presentes en el aula dicen, Francisco es el que más tira de la cuerda.

Francisco camina con su pueblo - Foto Guilherme Cavali

La sinodalidad quiere ser asumida como el modo de hacer realidad una Iglesia con rostro amazónico, que escucha desde la presencia y la cercanía, que quiere pasar de una Iglesia maestra a una Iglesia discípula, una Iglesia misionera que defiende la vida y transforma la sociedad. Una Iglesia que se quiere construir a partir de la ministerialidad y espera que todas las comunidades, privadas de celebrar la Eucaristía durante muchos meses, inclusive años, puedan tener ministros locales, hombres reconocidos por su comunidad, sin importar que sean casados. Una ministerialidad de la que tienen que poder participar las mujeres, verdaderas cuidadoras de las comunidades en la región, llegando a hablarse de diaconado femenino, un punto en el que hay controversia. Es importante recordar que en la Iglesia de la Amazonía, el papel del laicado se presenta como primordial y decisivo de cara al futuro, por lo que se ha insistido en invertir en los laicos y acompañarlos.

Los círculos menores han insistido en cuidar de la formación, a partir de la realidad, en una dimensión intercultural y de ecología integral, que debe estar presente en los planes pastorales, también en los de las conferencias episcopales, fomentando prácticas sostenibles y un desarrollo alternativo, basado en la sabiduría de los pueblos, seculares cuidadores de una región que el llamado desarrollo ha destruido.

Encuentro de los Indígenas con el Papa (1)

Acompañar a los pueblos indígenas en sus luchas por la defensa de los territorios y los derechos, debe ser una actitud cada vez más presente en la Iglesia de la Amazonía, que ha de llevarla a vivir una misión inculturada, a buscar políticas públicas en defensa de los derechos de los pueblos, protegiendo a los más vulnerables, que hoy son los pueblos en aislamiento voluntario.

En una región cada vez más urbanizada, el 80% de la población vive en las ciudades, la Iglesia debe acompañar a los migrantes, con una pastoral de acogida que responda a la violencia. Es una Iglesia preocupada con los derechos humanos, que no son respetados, como demuestra la violencia contra las mujeres, contra los pueblos indígenas o la trata de personas. En ese sentido, una propuesta es crear un observatorio panamazónico para defender los derechos.

En el plano religioso, se ha debatido sobre el diálogo ecuménico, no olvidemos que en la asamblea hay representantes de otras iglesias, la piedad popular, cuyas expresiones deben ser respetadas y valorizadas, hablándose de un rito amazónico, que rescate los líderes espirituales de los pueblos. Esa es una expresión de uno de los elementos en los que hay más consenso, que es la inculturación, la interculturalidad y el diálogo intercultural, una actitud que ayude a reconocer la diversidad de pueblos y culturas y que Dios se manifiesta en todos ellos. Eso requiere de un trabajo misionero que parta del diálogo, el conocimiento y la evangelización en respeto a estas expresiones y culturas. Para ello es necesaria una presencia permanente que permita reconocer los valores espirituales, el aprendizaje de las lenguas indígenas y una liturgia propia.

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Los participantes de la asamblea sinodal han abordado otros temas, como la comunicación, que ayude a divulgar, informar, anunciar y denunciar, generando espacios de comunicación propia de los pueblos indígenas, que visibilice la realidad de la Amazonía, también las situaciones de injusticia y violencia. Se ha hablado de cooperación misionera, itinerância, Iglesias hermanas o acción pastoral conjunta. La vida religiosa es desafiada a permanecer en los lugares de misión, a un trabajo intercongregacional, itinerante. Es necesario acompañar a los jóvenes y ver formas de sustento económico.

En las propuestas de la asamblea sinodal se perciben muchos elementos propios del Vaticano II, que durante mucho tiempo quedaron en segundo plano o incluso fue rechazados y prohibidos. Hacer vida las propuestas conciliares siempre ha sido uno de los sueños y desafíos del Papa Francisco, que está viendo una luz a seguir en estos nuevos caminos que en el Sínodo para la Amazonía se están diseñando. Cumplirlos es cosa del futuro, de la etapa postsinodal, que muchos definen como la más importante. Por eso, nada se quiere dejar suelto, siendo sugerida una nueva estructura, un organismo que ayude a organizar y estructurar una respuesta institucional a las propuestas del Sínodo, desde una acción pastoral en red. Es tiempo de esperanza, es un kairós.

Patricia Gualinga con el Papa Francisco

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