"Un Sínodo que está dando la oportunidad para revelar algo que estaba escondido en la Iglesia" Mesas redondas que van generando caminos de esperanza en una Iglesia sinodal

Las mesas redondas, dispuestas en el Aula Pablo VI
Las mesas redondas, dispuestas en el Aula Pablo VI Vatican Media

La esperanza es una clave en la vida de la Iglesia, especialmente para quienes han pasado por experiencias difíciles, dolorosas, desafiantes. Son esas personas quienes esperan que la Iglesia les ayude a encontrar una luz que les abra a un modo distinto de vida, a superar el miedo

En la aridez que viven tantos hombres y mujeres en el mundo, a veces unas gotas de lluvia hacen que la tierra de la vida tome un sabor diferente, un color nuevo, que un brote comience a crecer de la semilla que fue plantada

Quien tiene esperanza, no tiene miedo a la novedad, miedo a caminar juntos

Un Sínodo que está dando la oportunidad de señalar caminos para esperar algo nuevo, para revelar algo que estaba escondido en la Iglesia, porque la Iglesia sinodal ya existe

Ser fuente de esperanza para una Iglesia donde caben todos, todos, todos. Podríamos decir que ese es uno de los desafíos que enfrenta el Sínodo de la Sinodalidad, que está realizando la primera etapa de la Asamblea Sinodal en el Aula Pablo VI del Vaticano de 4 a 29 de octubre.

Aula Sinodal Dom Leonardo

Una clave en la vida de la Iglesia

No podemos olvidar que la esperanza es una clave en la vida de la Iglesia, especialmente para quienes han pasado por experiencias difíciles, dolorosas, desafiantes. Son esas personas quienes esperan que la Iglesia les ayude a encontrar una luz que les abra a un modo distinto de vida, a superar el miedo, a entender que en la medida en que uno va viviendo desde la docilidad a lo que el Espíritu Santo quiere decir, va encontrando el camino de la vida.

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Una esperanza que es inherente a todos los que creen en la Resurrección, a todos los que se sienten el pueblo del Resucitado, el pueblo de la esperanza. La experiencia del Sínodo está ayudando a muchos de los que son miembros de la Asamblea Sinodal a vivir la experiencia de una Resurrección. Parece como si estuviéramos en el sepulcro, todo frío, todo derrotado, con ese primer sentimiento de los discípulos de Emaús.

Un Sínodo al encuentro del Resucitado

A la luz de todo esto, el Sínodo de la Sinodalidad está haciendo que muchas personas se encuentren con el Resucitado. Es una esperanza que forma parte de la vida de quienes atraviesan experiencias difíciles en su día a día. En la aridez que viven tantos hombres y mujeres en el mundo, a veces unas gotas de lluvia hacen que la tierra de la vida tome un sabor diferente, un color nuevo, que un brote comience a crecer de la semilla que fue plantada.

Una experiencia que se está viviendo en este Sínodo, que más que una novedad es un despertar de algo que ya existía, que ya existe, y que hoy se revela, se abre. Es la tumba que se abre y el Resucitado que aparece y trae la esperanza que brota de la vida en plenitud.

Aula Sinodal Papa

Muchas personas señalando el camino hacia una Iglesia sinodal

El hecho de ver a tantas personas que, de distintas maneras, dentro y fuera del aula sinodal, están señalando caminos para ser una Iglesia sinodal es un signo de esperanza que lleva a creer que la Iglesia está en el buen camino, que está superando los miedos, porque quien tiene esperanza no tiene miedo a la novedad, miedo a caminar juntos. Es una manera de ponerse en camino que lleva a la certeza de que en el camino podemos encontrar tropiezos, piedras, pero sobre todo alegría, compañeros y compañeras, gente en sintonía ante los mismos problemas.

Un Sínodo que está dando la oportunidad de señalar caminos para esperar algo nuevo, para revelar algo que estaba escondido en la Iglesia, porque la Iglesia sinodal ya existe. Tal vez había sido olvidada, tal vez muchos ni siquiera la conocían. Pero estamos ante una llamada que nos lleva a asumir la necesidad de rescatar, de recuperar.

Como Magdalenas, necesitamos anunciar esta Iglesia de la esperanza, esta Iglesia sinodal donde todos se proponen caminar juntos, algo que es mucho más que agarrarse de la mano y caminar, es darse cuenta de que tenemos errores y que en el camino estamos llamados a corregirlos, acogiendo a todos sin excluir a nadie. Mesas redondas donde los miembros del Sínodo, hombres y mujeres de todos los rincones de la Iglesia, se miran a los ojos y tratan de discernir estos caminos de esperanza. Un modo de ser Iglesia que hay que llevar a tantos lugares donde se necesita esperanza para no dudar de que Dios está siempre con todos, todos, todos.

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