La ONU entiende que sólo una cultura de paz puede derrotar realmente a la violencia. Cultura de paz en medio del pandemónium

Cultura de paz en medio del pandemónium
Cultura de paz en medio del pandemónium

En todo el mundo, esta semana está marcada por el martes 21 de septiembre, que la ONU consagra como "Día internacional de la promoción de la cultura de la paz".

Los creyentes de las más diversas religiones deberían revisar su propia imagen de Dios como autor y principio de la paz.

Algunos sacerdotes y pastores han hecho apología de las armas y la intolerancia.

            En todo el mundo, esta semana está marcada por el martes 21 de septiembre, que la ONU consagra como "Día internacional de la promoción de la cultura de la paz". En el hemisferio sur, este día marca el inicio de la primavera y la ONU propone que todos colaboremos para que surja una nueva primavera de paz y justicia para el planeta y para todos los pueblos de la tierra.

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            Las películas y los telediarios nos han acostumbrado tanto a las noticias de violencia y crueldad humana que ya no nos sorprenden. Y es trágico que, además de los asaltos y crímenes ocasionales de cada día, la violencia más estructural y permanente la cometan los Estados y los gobiernos contra los migrantes y los extranjeros y contra los más pobres. A menudo, esta violencia se comete en nombre de la democracia y la salvaguarda de la Paz.  Durante el reciente siete de septiembre, aquí en Brasil, la persona que aún ocupa el cargo de Presidente de la República incitó a la población a la violencia. Después, insatisfecho por no haber visto el baño de sangre que había soñado, recordó el viejo principio: si quieres la paz, prepárate para la guerra.

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            El mundo entero ve con sufrimiento el modo en que Brasil trata a los pueblos indígenas, cuyos derechos fundamentales a la tierra y a vivir según sus propias culturas están amenazados. Al mismo tiempo, la sociedad civil internacional denuncia lo que ocurre en Afganistán, destruido por el imperio estadounidense y entregado ahora a un grupo de extrema derecha. En medio de todo esto, la ONU se prepara para dos reuniones internacionales sobre el cambio climático y la crisis ecológica.

            Hace unos días, el Papa Francisco, Bartolomé I, Patriarca Ecuménico de Constantinopla y Justin Welby, Arzobispo Primado de la Iglesia de Inglaterra firmaron juntos un Llamamiento a la Humanidad titulado: "Respuestas urgentes a las catástrofes medioambientales y a la injusticia devastadora".  

            La ONU entiende que sólo una cultura de paz puede derrotar realmente a la violencia. Aquí, todas las religiones y tradiciones espirituales tienen un papel esencial. Necesitan urgentemente ayudar a las personas, pertenecientes a las más diversas tradiciones espirituales, o incluso sin ninguna afiliación religiosa, a desarrollar una conciencia de responsabilidad hacia todos los seres vivos. Formamos parte de una única familia que comparte la misma tierra y bebe del mismo pozo.

            Los creyentes de las más diversas religiones deberían revisar su propia imagen de Dios como autor y principio de la paz. Si creemos en un dios intransigente y severo que exige sacrificios y divide a los seres humanos en creyentes y no creyentes, creyentes e infieles, el resultado será siempre una cultura de intransigencia e intolerancia. Este tipo de dios supone organizaciones religiosas basadas en el dogmatismo y el autoritarismo de sus jerarquías. En este caso, estos grupos pueden incluso hablar de paz, pero en la práctica plantan semillas de división entre la gente.

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            En el Brasil actual, algunos ministros y comunidades eclesiales, tanto católicos como evangélicos y también pentecostales, han apoyado una política de violencia y confrontación social. Algunos sacerdotes y pastores han hecho apología de las armas y la intolerancia. Esta violación criminal del evangelio de la Paz y el Amor que propuso Jesús los convierte en figuras similares a los talibanes que ahora dominan Afganistán. Tanto los talibanes islámicos como los sacerdotes y pastores de extrema derecha siguen la religión del fundamentalismo fanático, que puede ser islámica, budista, judía o cristiana.

Debemos escuchar hoy y para nuestra realidad la palabra de Jesús a toda la humanidad: "Bienaventurados los pacificadores". Ellos son los que pueden ser llamados hijas e hijos de Dios" (Mt 5, 9).

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