En la Biblia, la parábola de la pesca tiene un segundo significado. El amor divino y la pesca que libera, no aprisiona.

El amor divino y la pesca que libera, no aprisiona.
El amor divino y la pesca que libera, no aprisiona.

La segunda imagen es la de la misión de los discípulos. En este Evangelio, Jesús dice: "Os haré pescadores de hombres".

Entender la misión como pesca y al misionero como pescador puede contener todavía algo de violencia, proselitismo o instrumentalización de las personas.

Al hacer de la pesca una parábola de la misión, siempre es bueno recordar que se trata de la misión más amplia de dar testimonio del proyecto divino en el mundo y no sólo de la misión ministerial interna de la Iglesia

            El Evangelio leído en este 5º domingo ordinario (año C) narra la llamada de los primeros discípulos con ocasión de una pesca considerada extraordinaria, incluso milagrosa (Lc 5, 1-11). Según el Evangelio de Lucas, hasta este episodio de la pesca milagrosa Jesús siempre había hablado en las sinagogas y curado a la gente allí. En este texto, aparece hablando en la orilla del mar, al pueblo, fuera de la institución religiosa, y allí forma un grupo de vida y misión. Llama a los discípulos a este grupo, entrando en la realidad de sus vidas. Más adelante (Lucas 8) en este mismo grupo, incorporará a las mujeres, pero allí el contexto es de pesca que, en aquella época, la pesca era una tarea masculina. Es importante señalar que Jesús va al encuentro de cada persona en el lugar donde vive y trabaja.

            En la cultura bíblica la pesca, como la recogida de la cosecha, es una figura de la intervención definitiva de Dios en la historia de la humanidad. En la imagen de la pesca hay dos imágenes que lo acentúan. La primera es la imagen del gran colectivo. En la Biblia, para hablar de la transformación que la venida del Mesías provoca en el mundo, profetas como Ezequiel utilizaron como signo la promesa de que las aguas estériles o sin peces se volverían fértiles y llenas de peces. Probablemente fue este simbolismo utilizado por el profeta el que llevó a las primeras comunidades cristianas a vincular la imagen de la pesca con la misión de la Iglesia. La segunda imagen es la de la misión de los discípulos. En este Evangelio, Jesús dice: "Os haré pescadores de hombres".

            Hoy en día, debemos tener cuidado con esta imagen, (pescadores de humanos), porque la imagen de la pesca es mala para los peces. Normalmente, los que pescan quieren el pescado para comer o para vender. Entender la misión como pesca y al misionero como pescador puede contener todavía algo de violencia, proselitismo o instrumentalización de las personas.

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            En la Biblia, la parábola de la pesca tiene un segundo significado. La red que recoge muchos peces es de la misma naturaleza que la comparación del rebaño que recoge muchas ovejas, o de la cosecha de muchas gavillas de trigo o de la cesta llena de panes. Todos ellos significan que el plan divino es reunir a las personas, no para la muerte sino para la vida. En la pesca ordinaria, el pez es sacado de las aguas y por lo tanto muere. En la pesca mesiánica, el pez se salva de las aguas del mundo. En la antigua cultura judía, el mar era el símbolo de las fuerzas del mal. En este contexto, sólo tenía sentido "atrapar a la gente" si significaba sacar a alguien de un peligro grave, o ayudar a las personas a salir de todas las opresiones que les impiden crecer y desarrollar su potencial.

            Hoy en día, cuando se producen catástrofes ecológicas como vertidos de petróleo en el mar o incendios forestales, los biólogos y ecologistas se adentran en el mar y pescan no para matar, sino para salvar especies amenazadas. En barco, las personas sacan de las aguas contaminadas especies en peligro de extinción, ya sean aves marinas, tortugas o peces. El mundo es un gran mar contaminado e irrespirable en el que Jesús llama a sus discípulos a ser pescadores. No se trata sólo de liberar a las personas de forma aislada, sino de pensar en estructuras de salvación y liberación para el pueblo y especialmente para las categorías más oprimidas.

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            Al hacer de la pesca una parábola de la misión, siempre es bueno recordar que se trata de la misión más amplia de dar testimonio del proyecto divino en el mundo y no sólo de la misión ministerial interna de la Iglesia (las personas no siempre es capaces de distinguir esto). Según el relato, la pesca sería el trabajo de Pedro y se le unen dos compañeros, también pescadores, los dos hermanos Santiago y Juan. Estos tres serán los pilares del grupo de los doce: Pedro, Santiago y Juan. Cada uno de ellos representa un modelo de misión diferente. No hay una sola manera de ser ministro o de cumplir la misión. Los ministerios deben ser diversos y la misión debe atender a esta diversidad. La diversidad no significa contradicción o polos opuestos. Es la diversidad de estilos y funciones.

            Lo que debe quedar claro es que la pesca significa inserción en el mundo y la palabra de Jesús nos dice que avancemos hacia aguas más profundas. No podemos interpretar estas palabras sólo como una apelación a la interioridad psicológica de cada uno. Aunque es necesario que cada uno de nosotros se sitúe en las aguas profundas de su propio ser para acoger la palabra de Jesús, aquí se trata de las aguas profundas del mundo. Se trata de insertarse en un mundo, hoy, cada vez más complejo. Sólo cuando nos situamos en esta realidad podemos dar testimonio de que, pase lo que pase, el proyecto divino de salvación está en marcha y este mundo está curado y puede ser transformado.

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