Invita a todos los hombres a un amor gratuito y ecuménico, abierto a todo el mundo. Otra forma de amar es posible

Otra forma de amar es posible
Otra forma de amar es posible

"Jesús da mandamientos cuando habla en ti y da consejos cuando concreta los mandamientos y habla en ti".

"Nos manda respetar su dignidad humana, aunque sean bandidos y a pesar de que no actúen como personas conscientes de su humanidad".

"El amor a los enemigos nos obliga a defender a la comunidad de su opresión y a evitar que las personas vulnerables vivan situaciones de riesgo".

En este 7º Domingo del Tiempo Ordinario (Año C), el Evangelio leído en comunidad, Lucas 6, 27-38, es una de las palabras más desafiantes de Jesús. Invita a todos los hombres a un amor gratuito y ecuménico, abierto a todo el mundo. Dice que sólo seremos sus discípulos si abrimos nuestro ser y nuestra vida para amar como Dios ama y para ser como Dios es: El amor. Aparentemente, esto parece imposible. Vivimos en un mundo en el que está vigente la cultura del comercio, en el que no hay lugar para la gratuidad y el regalo. Jesús nos invita a un nuevo estilo de justicia que va más allá de la reciprocidad cuantitativa y de las convenciones sociales que nos dicen que debemos amar a los que nos aman. Quien quiera seguir a Jesús debe aprender a amar como Jesús lo experimentó en su vida. Amar con el propio amor divino en nosotros. El objetivo es parecerse a Dios. Lo que caracteriza al Padre es la entrega total e independiente."El Padre es bueno con los ingratos y malvados". Eso es lo que se esconde detrás del mandamiento: "Ama a tus enemigos".

En las palabras de Jesús, podemos distinguir entre mandamientos y consejos. Jesús da mandamientos cuando habla en ti y da consejos cuando concreta los mandamientos y habla en ti. Los mandamientos se aplican siempre. El consejo depende del contexto. El mandamiento es Amar a tus enemigos. El consejo es cómo se puede concretar esto. Por ejemplo: Da a los que te preguntan... que es como una explicación que no hay que tomar literalmente sino desde el contexto social o la realidad.

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El mandamiento es: "haz el bien", "reza" por tus enemigos. Esto explica cómo sería el amor que nos propone Jesús. El verbo griego "agapaô" no es sinónimo de "fileô". No es un amor de sentimiento, simpatía y amistad. El término agapao significa un comportamiento de solidaridad, de perdón y de apertura interior. Jesús no nos ordenó tener afecto o cariño por un presidente genocida, un juez corrupto o cualquier fascista. Nos manda respetar su dignidad humana, aunque sean bandidos y a pesar de que no actúen como personas conscientes de su humanidad. Nada de lo que hagan puede hacernos renunciar a la opción que nos impide odiarles y desearles el mal. Si son opresores, desearles lo mejor es desear y hacer todo lo posible para que no puedan oprimir y, en la medida de lo posible, hacer que dejen de ser opresores. El amor crítico y lúcido a los enemigos significa, en cualquier situación, no negar nunca su dignidad humana y, en nombre de esa dignidad, luchar para que puedan vivirla. En cuanto a las concreciones del "poner la otra mejilla", como canta la canción de León Gieco, inmortalizada por la voz de Mercedes Sosa y que Bethi Carvalho grabó en portugués: 

Solo le pido a Dios Que lo injusto no me sea indiferente Que no me abofeteen la otra mejilla Después que una garra me arañe esta suerte

En América Latina hemos descubierto que parte de amar al enemigo es tratar, por todos los medios pacíficos, de impedir que siga oprimiendo y amenazando. El amor a los enemigos nos obliga a defender a la comunidad de su opresión y a evitar que las personas vulnerables vivan situaciones de riesgo. El amor a los enemigos nos ordena luchar pacíficamente contra los opresores para liberar a los oprimidos por ellos y así tratar de liberar al opresor de su propia opresión.

En el siglo XX, varias personas de diferentes continentes trataron de actuar en movimientos de liberación basados en esta intuición de respeto y amor crítico por los enemigos. En el contexto no cristiano, Gandhi dio un ejemplo de ello al luchar contra el imperio inglés. Dentro de las Iglesias, podemos recordar a personas como el pastor Martin Luther King y, en Brasil, a Dom Helder Câmara.

En la Navidad de 1967, el pastor Martin-Luther King predicó: "Nunca renunciaremos a nuestra determinación de eliminar cualquier rastro de discriminación y segregación en este país. Sin embargo, en el proceso, no podemos despojarnos de nuestro privilegio de amar. He visto tanto odio que también he llegado a querer odiar. He visto el odio en las caras de los delegados y ciudadanos blancos, de los concejales y de los miembros del Klu-Klus-Kan en el sur de Estados Unidos. Me he encontrado con tanto odio, que también siento en mí la tentación de odiar. Pero cada vez que lo veo, me repito que el odio es una carga demasiado onerosa y dolorosa de llevar”[1].

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En un campo de concentración nazi, la joven judía Etty Hillesum (28) escribió en su diario: "Los alemanes nazis no pueden hacer otra cosa que obligarnos a odiarlos. Esto no pueden hacerlo. No pueden robarnos nuestra humanidad".

Comprender el dolor de los que nos atacan nos ayuda a perdonar y a no querer hacer daño, aunque tengamos derecho a defendernos.

El padre André Chouraqui traduce el versículo 36: "Sed misericordiosos como el Padre es misericordioso" por "sed maternales", es decir, uterinos. Se trata del amor que siente una madre por su hijo en el vientre materno. Es una característica de cómo Dios se reveló en la alianza del Sinaí (Cf. Ex 34, 6-7). Este versículo del Evangelio de Lucas corresponde a lo que había dicho Mateo: "Sed perfectos como el Padre que está en el cielo es perfecto" (Mt 5,48). Lucas lo traduce por misericordia, un amor gratuito y total. Como Dios, que nos es fiel, incluso cuando le somos infieles. ¿Es realmente esta imagen del Padre la que los pastores cristianos enseñan a su pueblo y es este Dios del que damos testimonio?

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[1] - Cf. MARTIN LUTHER KING JR, A Christmas Sermon on Peace, no compêndio A Testament of Hope: The essencial Writtings and Speeches of Martin Luther King, San Francisco, Harper-Collins 1986, p. 256, citado por Boletin del Priorato de Weston, otono/invierno 200, p. 2.

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