Combatir radicalmente la deforestación y trabajar por la seguridad y protección para las ciudades que cada vez son más vulnerables a fenómenos climáticos extremos, son algunas de las acciones para detener la expansión de la frontera petrolera y los combustibles fósiles. Una propuesta hecha por monseñor Lizardo Estrada en su intervención durante el foro sobre los impactos de la transición a las energías limpias.

Evento que hizo parte de la Conferencia sobre construcción de paz, minería y desarrollo humano integral que se desarrolló del 10 al 13 de junio en Bogotá, para fomentar la creación de redes, la colaboración y el aprendizaje mutuo entre organizaciones eclesiales.

La experiencia del Celam

Argumentos que el obispo peruano, expuso respondiendo a la pregunta que dinamizó el foro: ¿Cómo impacta la demanda de minerales necesarios para la transición a las energías limpias en la minería? Cuestión que en el caso del secretario general del Celam, se orientó a la experiencia del organismo acompañando la preparación para la COP30 y en el que aparece la discusión sobre transición energética.

Al respecto, el prelado recordó otras acciones que pueden detener la acción expansiva de los combustibles fósiles, entre ellas está la centralidad de la dignidad humana y los derechos de la tierra. “Defendemos el derecho a un entorno ecológicamente equilibrado, libre de contaminación y adecuado para el desarrollo de la vida en condiciones saludables”, afirmó.

Pueblos soberanos

A lo que se añade el reto de la migración climática, porque en su opinión los desplazamientos inducidos por este fenómeno son una realidad que exige atención urgente. “La migración climática debe ser reconocida como un tema central de derechos humanos dentro de un contexto de adaptación al cambio”.

El prelado propuso la suscripción de una alianza en la que todos aporten. “Exigimos con urgencia un pacto global renovado por el clima, la biodiversidad y los derechos de todos los seres vivientes”, esto implica un cambio en el modelo económico pensando en el bien común y las futuras generaciones.

Para Estrada es prioritario, erradicar las concepciones que vinculan la idea de “progreso” y “desarrollo” con el uso intensivo de combustibles fósiles. Así abogó por “la protección de los territorios y dominios ancestrales, la soberanía de los pueblos originarios, tradicionales, campesinos y pescadores artesanales que viven de prácticas como la agricultura familiar con la que garantizan la producción de la mayor parte de los alimentos en nuestros países”.

Defender principios y valores

Una tarea, que advierte “favorece las necesidades de millones de familias, por lo que necesita ser protegida, fomentada y apoyada por una gestión sostenible del agua y el suelo, priorizando la restauración de las tierras degradadas”.

“Defendemos los principios y valores que no pueden ser sacrificados en nombre de los llamados compromisos climáticos porque perpetúan la injusticia”, indicó. Desde la perspectiva del también obispo auxiliar de Cusco "la preparación para la COP 30 nos exige una postura profética".

En ese sentido explicó que este proceso debe ser fruto de la comunión entre las Iglesias hermanas del sur global. Camino que advierte "debe pasar por la denuncia de las falsas soluciones climáticas y el anuncio de la esperanza en una nueva sociedad" que debe estar "fundada en la justicia y la fraternidad universal con todas las criaturas, ponderando el cuidado amoroso de la casa común".

Acciones conjuntas

El prelado aseguró que es hora de exigir a los estados que honren los compromisos asumidos e impulsen políticas públicas que fomenten prácticas como la agroecología, la reforestación comunitaria, la soberanía y seguridad alimentaria para poblaciones indígenas, comunidades tradicionales, campesinas y urbanas periféricas.

Reflexiones y propuestas que surgen de la experiencia del Celam acompañando a una gran diversidad de organizaciones eclesiales, una red denominada Comisión Latinoamericana y Caribeña de Ecología Integral (CEILAC) iniciativa que se logró a través del Centro de Programas y Redes de Acción Pastoral (CEPRAP).

Desde la CEILAC, comenta el obispo, se animan acciones para responder a estos tiempos de preocupación ambiental y humana. El obispo peruano señala que "la COP30 es una oportunidad decisiva para que la voz de los pueblos y de la naturaleza sean realmente escuchadas, como una “experiencia de comunión”. Trabajo que vienen construyendo desde hace dos años y representa un itinerario de acciones conjuntas.

Un momento decisivo

Se trata de la Ruta Laudate Deum que funciona con dos ejes que establecen una articulación con la sociedad civil y las Iglesias. Iniciativa que prepara un documento con propuestas sobre temas como la transición energética.

Esto, porque considera que “la COP30 será un momento decisivo para que los países presenten metas claras de reducción de emisiones alineadas con el balance global en todos los sectores respaldadas por procesos de transición energética que espera sean obligatorios y sigan estándares eficientes y verificables”.

Para lograrlo, “se debe contar con un financiamiento climático que permita a los países en desarrollo, cumplir sus compromisos y avanzar hacia una alternativa justa”.

La Conferencia sobre construcción de paz, minería y desarrollo humano integral, desarrolló su agenda de actividades motivando un auténtico intercambio de experiencias que van desde la comparación de las lecciones aprendidas hasta la presentación de prácticas exitosas en procesos que aportan a la reconciliación en diferentes lugares del mundo.