A 70 años de servicio a los episcopados y el pueblo de Dios Rafael Luciani sobre desafíos del CELAM: "Articular el concilio con los odres nuevos de la sinodalidad"

"El CELAM puede asumir un papel significativo para impulsar la sinodalidad en la Iglesia y la sociedad, como lo ha hecho en estos 70 años, desarrollando la teología y el ejercicio de la colegialidad"
"El desafío es articular creativamente la memoria conciliar con el futuro sinodal"
"Se debe avanzar en la profundización de la doctrina cristiana, la reforma de las estructuras eclesiásticas y la promoción de la actividad pastoral"
"Se debe avanzar en la profundización de la doctrina cristiana, la reforma de las estructuras eclesiásticas y la promoción de la actividad pastoral"
El Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño celebra 70 años de su creación. Una efeméride que se da al interior de la tercera fase del sínodo y en el contexto de una nueva fase en gestación sobre la recepción del concilio.
Rafael Luciani sostiene que se trata de una etapa propicia para discernir las futuras contribuciones de la Iglesia latinoamericana y caribeña, en tanto su historia la ha llevado a constituirse en una Iglesia fuente que aporta al conjunto de la Iglesia tota.
Argumento que el teólogo venezolano desarrolló durante la reciente 40.ª Asamblea General del Celam al presentar una síntesis histórica y procesual del organismo que en sus palabras, debe avanzar hacia la conciencia sobre los desafíos existentes en aspectos como la gobernanza, la creación de estructuras y los modos de comprender la autoridad magisterial, pero especialmente en la aceptación de la conversión de las relaciones, aspecto que implica, adelantar reformas espirituales e institucionales.
Esto, porque considera que "está emergiendo con claridad la conciencia de la sinodalidad como dimensión constitutiva de la Iglesia, un pueblo de Dios que camina en misión".

Una nueva figura de Iglesia
Para Luciani, no se trata únicamente de redescubrir prácticas o incorporar nuevos contenidos, sino de acoger una figura de Iglesia donde el camino está marcado por la sabiduría del sentido de la fe, la misma que habita en el pueblo de Dios, como se lee en el documento final del sínodo.
Reflexiones que surgen a partir de la consideración que hace el académico sobre el Celam, como una de esas instituciones al servicio de la colegialidad episcopal que apareció "durante la primera mitad del siglo XX y en la que se fue gestando una conciencia eclesial continental".
Una organización en plena evolución que según explica, bajo el pontificado de Francisco inició una nueva etapa cuya característica principal es la rearticulación de la "colegialidad episcopal como gran novedad del concilio a la luz de la colegialidad sinodal".
Una transformación pertinente que invita a profundizar en esas condiciones que facilitaron el proceso y que desde lo magisterial, tiene su base en documentos como la Episcopalis Communio.
Así recordó como acontecimiento clave, la 37.ª Asamblea General del Celam que en 2019, pidió “la renovación de la teología de la colegialidad episcopal a la luz de la sinodalidad y la reestructuración del modelo organizacional, a lo que siguió la manifestación de la naturaleza sinodal de la Iglesia, como elemento del ser y quehacer de la acción del Celam".
Para lograrlo, recuerda que el documento de trabajo que orientó el proceso de renovación y reestructuración describe una nueva figura de Iglesia, que aparece ratificada en los estatutos del Celam que en 2022, lo definieron como un organismo episcopal cuya finalidad es “promover el ejercicio coordinado de la colegialidad episcopal, sosteniendo a los Obispos en el ejercicio de su ministerio en espíritu sinodal”.

Estructuras sinodales
De esta forma explica Luciani, la unión entre el proceso de reestructuración y renovación del Celam, y otros simultáneos como el Sínodo Especial para la Amazonía realizado en octubre del mismo año, dieron paso a otro desafío que se destaca por la inserción de la colegialidad al interior de la eclesialidad sinodal.
Fruto de ello es la creación de dos estructuras sinodales: la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA) y la realización de la primera Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe.
En el caso de la CEAMA, el perito del sínodo habla de una eclesialidad sinodal coherente con la experiencia del continente, algo que se refleja en las personas que la componen y guían sus decisiones. “Es un nuevo espacio institucional que ayuda a la sinodalización regional en clave socio cultural", afirma.
Mientras que en la Asamblea Eclesial se destacan las etapas del proceso: la presentación, consulta a la gente, la celebración y la posterior implementación. Un camino que indica se dio “a partir de la escucha discernida que identifica prioridades pastorales a partir de los signos de los tiempos”.
De esta forma podemos entender que “la Asamblea Eclesial es un signo de que la Iglesia de nuestra región, inició otra fase en la recepción del Concilio. Es una experiencia inédita que puede convertirse en un nuevo organismo sinodal".

Un pueblo de Dios con autoridad
En ambos espacios comenta, surgen retos que invitan a definir temas como la autoridad magisterial, la auto-vinculación de los obispos y sus respectivas Iglesias particulares, que según describe, están fundamentadas en esa misma colegialidad afectiva, que ahora se ejerce en el marco de la sinodalidad, horizonte al que se le dio continuidad con el Sínodo.
Al respecto, el teólogo recuerda que “el anuncio del proceso sinodal y la Asamblea fueron casi simultáneos, y sus respectivos procesos de preparación, consulta y escucha se entrelazaron. Así como toda la Iglesia fue convocada en sínodo, toda la Iglesia latinoamericana fue convocada en asamblea”
Esto incluso “redefine el método de elaboración de los documentos eclesiales. Tanto para la Asamblea Eclesial como para el Sínodo; esto ha representado reconocer, ante todo, la autoridad del sensus fidei fidelium de todo el Pueblo de Dios”. En esta línea, puede afirmarse que estos procesos emergen en un tiempo de rearticulación que ayuda a tejer una eclesialidad fundamentada en procesos que dan forma a una pastoralidad sinodal.

Cultura eclesial renovada
El miembro del equipo de reflexión teológica del Celam, señala que en el caso de nuestro continente este proceso “exigirá una relectura dedicada y atenta de sus contenidos teológicos, las propuestas organizacionales y las orientaciones pastorales”; siempre desde la perspectiva propia de la realidad de nuestras Iglesias y sin perder de vista que se trata de dos procesos que buscan dar forma a una pastoralidad sinodal.
El desafío afirma Luciani, radica en la forma de ser, proceder y hacernos Iglesia vinculando ambos procesos: La asamblea y el sínodo. Debemos entender que el documento final de la Asamblea Eclesial, organizado con el método ver-juzgar-actuar, nos ofrece una mirada a los signos de los tiempos.
Y ambos acontecimientos se realizaron “no primariamente a partir de textos, sino a partir de la fe actualmente vivida en la comunidad cristiana y de los interrogantes que plantean hoy aquellos textos”. La experiencia advierte Luciani nos ha hecho ver que estamos ante un momento eclesial que no es de fácil recepción para todas las Iglesias. “No es un camino exento de obstáculos ya que invita a un re-aprendizaje de la cultura eclesial y el ejercicio de la colegialidad”.

La periferia retorna al centro
En la dinámica espiral que vincula a ambos procesos, la asamblea y el sínodo se hace necesario apropiar el tránsito hacia una nueva fase en la recepción del Concilio en el que somos testigos y parte. “Esto ocurre en el contexto de una Iglesia mundial e intercultural, que comenzó a verse con el desplazamiento del centro hacia las periferias durante el pontificado de Francisco”.
Ahora bajo el pontificado de León XIV, Rafael Luciani asegura que “la Iglesia está llamada a generar una nueva dinámica, en la que la periferia retorna al centro para transformarlo desde adentro”.
En todo esto, el Consejo Episcopal podrá asumirá un papel significativo para “impulsar la sinodalidad en el conjunto de la Iglesia y en la sociedad, como lo ha hecho a lo largo de su historia desarrollando la teología y el ejercicio de la colegialidad, y respondiendo pastoralmente al clamor de los pobres y de la casa común”; son los odres nuevos para el vino nuevo el de la sinodalidad que renueva y trae esperanza a una Iglesia que desea seguir el camino.