Monseñor Jeanbart pide que se levantan las sanciones internacionales para que llegue la ayuda Arzobispo de Alepo: "Es un verdadero milagro que siga con vida"

El arzobispo emérito de Alepo, Jean-Clement Jeanbart
El arzobispo emérito de Alepo, Jean-Clement Jeanbart

“Me despertó el terremoto. Un susto terrible que parecía no tener fin, al que siguieron otros, durante un minuto, tal vez dos, no sé. Impresionante. Me quedé inmóvil, sin poder moverme, así que le pedí ayuda al Señor"

Monseñor Jeanbart considera “un verdadero milagro” que esté con vida, pues las dependencias episcopales quedaron destruidas. “Desgraciadamente, no puedo decir lo mismo del padre Imad Daher, que vivía en el mismo edificio que yo, y que murió en el derrumbe”

El arzobispo emérito, ante la angustiosa situación que atraviesa la población que ha sobrevivido, hace un llamamiento para que se levantan las sanciones internacionales derivadas de la guerra que ha asolado al país durante ya doce años

“Me despertó el terremoto. Un susto terrible que parecía no tener fin, al que siguieron otros, durante un minuto, tal vez dos, no sé. Impresionante. Me quedé inmóvil, sin poder moverme, así que le pedí ayuda al Señor".

Así Nara Jean-Clement Jeanbart, arzobispo emérito de los greco-católicos melquitas de Alepo (Siria), los dramáticos instantes vividos durante el terremoto que el pasado 6 de febrero devastó las regiones fronetrizas entre Turquía y Siria, con más de 41 mil muertos y decenas de miles de heridos.

Monseñor Jeanbart considera “un verdadero milagro” que esté con vida, pues las dependencias episcopales quedaron destruidas. “Desgraciadamente, no puedo decir lo mismo del padre Imad Daher, que vivía en el mismo edificio que yo, y que murió en el derrumbe”, señala en entrevista con la agencia SIR.

Edifio destrozado en Alepo
Edifio destrozado en Alepo

“Nada me hizo prever lo que pronto vería con mis propios ojos -añade-. La puerta de mi habitación permaneció cerrada, pero no pude abrirla. Cuando la abrí con dificultad, vi que solo quedaba un metro de piso frente a mí y el resto del edificio se había derrumbado. No quedó nada, los seis pisos que lo componían se cayeron uno encima del otro, como un castillo de naipes. En ese momento me di cuenta de que estaba ileso, me vestí y traté de encontrar una salida”.

"Pensé que eran ángeles"

“Con un poco de suerte -sigue narrando- logré llegar al balcón que quedó intacto. Ahí los rescatistas -en esos momentos pensé que eran ángeles- me alcanzaron con escaleras, me sacaron de entre los escombros que me rodeaban y me salvaron. Fue un milagro, solo me hice un rasguño insignificante".

En sus 79 años de vida asegura que nunca había visto tanta destrucción, “ni siquiera durante la guerra de Alepo”.  “La destrucción es enorme, impresionante -reconoce el arzobispo- y haría vacilar a cualquiera. Pero no estamos empezando desde cero".

Alepo
Alepo

"Todos los edificios que hemos construido a lo largo de los años para los cristianos y para los más vulnerables de la ciudad parecen haber quedado en pie, lo mismo ocurre con los centros hospitalarios, los centros de formación profesional, los centros solidarios emporio. Se trata de reactivarlos cuanto antes y empezar de nuevo. Es señal de que se construyeron bien”, señala monseñor Jeanbart.

Es parte del legado que ha dejado la cooperación de muchas iglesias, entre ellas la italiana y de organismos eclesiales como Cáritas y Ayuda a la Iglesia Necesitada, como el de la creación de centros de formación profesional de enfermeros, esteticistas, carpinteros, mecánicos, fontaneros y electricistas, donde se formaron miles de jóvenes. “Esta es la herencia de Alepo hoy, no los escombros. Son personas que pueden dar su aporte a la reconstrucción post-terremoto, porque están preparados profesionalmente. El futuro de Alepo pasa por esta gente pero –advierte– es importante que se queden, porque el terremoto empuja a la gente a huir. Y esto me preocupa”.

"Levantar las sanciones"

En este punto, el arzobispo emérito, ante la angustiosa situación que atraviesa la población que ha sobrevivido, hace un llamamiento para que se levantan las sanciones internacionales derivadas de la guerra que ha asolado al país durante ya doce años.

“Quitarlas [las sanciones] sería relanzar nuestro país, que necesita ayuda, pero que tiene toda la fuerza humana y la capacidad de volver a caminar por sí mismo. Esperamos que el terremoto abra el corazón de la comunidad internacional".

Una parroquia de Alepo con gente que ha perdido sus casas
Una parroquia de Alepo con gente que ha perdido sus casas

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