El obispo emérito de Leiria-Fátima dice que "Fátima es un grito por la paz, una advertencia muy seria ante todas las guerras desatadas por los poderosos" Cardenal Marto: "Los ataques de los enemigos de dentro y de fuera no podrán doblegar ni desanimar al Papa"

(Día 13) Cardenal Marto
(Día 13) Cardenal Marto

"Nueve millones y medio de peregrinos de 150 países de todo el mundo llegaron a Fátima aquel 2017. Fue un centenario lleno de belleza y entusiasmo. ¡Inolvidable!"

"Fátima no se caracteriza por los milagros, como Lourdes. Pero hay verdaderos 'milagros' de carácter espiritual y moral que transforman la vida de las personas"

"La paz de los corazones y la paz universal entre los pueblos está en el centro del mensaje de Fátima y esto es una motivación muy fuerte para atraer e invocar la paz y la misericordia para el mundo"

"En medio de los dramas del mundo, veo actuar el 'sensus fidelium': el sentido de la fe de las personas que descubren en Fátima un lugar donde depositan su dolor y su alegría en el regazo de la Virgen y aquí encuentran acogida y cuidado para los heridos y sus heridas, sin discriminación"

"Rezamos por el Papa Francisco todos los días en Fátima". Y ése es, según el cardenal Antonio Marto, obispo emérito de Leiria-Fátima, el escudo que le protege de los "ataques de los enemigos de dentro y de fuera". Por eso cree que seguirá adelante con las reformas y, especialmente, implementando los frutos del Sínodo de la sinodalidad. "La sinodalidad es una forma de ser Iglesia y de actuar en y como Iglesia. Está en su ADN desde sus inicios en tiempos apostólicos. El Papa Francisco quiere ahora implementarla y desarrollarla para que corresponda mejor a la misión de la Iglesia en este tiempo".

Fátima es también, para el obispo que rigió sus destinos durante 16 años, un imán, que atrae a millones de peregrinos al año, y un faro contra las guerras y la pobreza: "La paz de los corazones y la paz universal entre los pueblos está en el centro del mensaje de Fátima".

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Virgen de Fátima

¿Qué fue lo que más le marcó de su paso por la diócesis de Leiria-Fátima?

Lo que más me marcó durante mis dieciséis años como obispo de Leiria-Fátima fue, sin duda, la celebración del centenario de las apariciones de la Virgen a los tres pastorcitos. Esta celebración no se limitó a actos conmemorativos restringidos a 2017. Inspirada en una frase de la visita de Benedicto XVI a Fátima en 2010, la celebración se desarrolló a lo largo de siete años (un septenario) dedicados a profundizar y actualizar el Mensaje del Ángel y cada una de las apariciones en sus diversos aspectos teológicos, catequéticos, espirituales, pastorales y culturales. Consiguió implicar a todas las diócesis de Portugal que peregrinaron a Fátima y culminó con la visita del Papa y la canonización de los dos pastorcitos, Francisco y Jacinta Marto, en presencia de un millón de peregrinos. Nueve millones y medio de peregrinos de 150 países de todo el mundo llegaron a Fátima aquel año. Fue un centenario lleno de belleza y entusiasmo. ¡Inolvidable!

¿Ha habido a lo largo de estos años algún acontecimiento especial o "milagro" de la Virgen?

Fátima no se caracteriza por los milagros, como Lourdes. Pero hay verdaderos "milagros" de carácter espiritual y moral que transforman la vida de las personas. Conozco personalmente testimonios de personas que han venido aquí por curiosidad o por motivos tradicionales y han tenido una experiencia de auténtica transformación de sus vidas. Estos conmovedores testimonios me han sido transmitidos con lágrimas de alegría en los ojos.

Papa y monseñor Marto

¿Qué tiene de especial Fátima que seduce y atrae incluso a los ateos?

Tras la pandemia y la repercusión mediática del escándalo de los abusos a menores en la Iglesia, gran parte de los medios de comunicación esperaban un gran descenso en el número de peregrinos los días 12 y 13 de mayo del año pasado. Fue una gran sorpresa que hubiera trescientos mil peregrinos esos días y seis millones y medio para todo 2023. Naturalmente, a cada peregrino le traen sus motivaciones personales y su historia. Pero oigo a muchos confesarme que en Fátima encuentran silencio y paz interior, luz y fuerza para el camino de la vida. La paz de los corazones y la paz universal entre los pueblos está en el centro del mensaje de Fátima y esto es una motivación muy fuerte para atraer e invocar la paz y la misericordia para el mundo. Fátima es, sin duda, un oasis de paz, de ternura y de misericordia. Vivimos en un mundo de contrastes, profundamente herido, desorientado, lleno de lesiones y heridas, pero también lleno de deseos, aspiraciones, búsqueda de sentido, esperanza y confianza en la bondad de la vida. En medio de los dramas del mundo, veo actuar el "sensus fidelium": el sentido de la fe de las personas que descubren en Fátima un lugar donde depositan su dolor y su alegría en el regazo de la Virgen y aquí encuentran acogida y cuidado para los heridos y sus heridas, sin discriminación.

El Papa Francisco, en su visita a Fátima durante la Jornada Mundial de la Juventud, explicó este aspecto de una manera muy hermosa: "La capillita donde nos reunimos es una bella imagen de la Iglesia: acogedora, sin puertas. La Iglesia no tiene puertas, para que todos puedan entrar. Y aquí también podemos subrayar el hecho de que todos pueden entrar, porque ésta es la casa de la Virgen, y una madre siempre tiene el corazón abierto para todos sus hijos, todos, todos, todos, sin excluir a nadie". Este es un motivo para atraer a los no creyentes a un ambiente de silencio, de búsqueda de sentido, de encuentro consigo mismo y de espiritualidad.

Cardenal Marto

El Arzobispo de Barcelona, Cardenal Omella, presidirá la peregrinación internacional ¿Qué puede decir Fátima a una ciudad como Barcelona y a un país como España, ambos tan secularizados?

Esta pregunta debería dirigirse al Cardenal Omella, que está en mejores condiciones de dar una respuesta más adecuada porque conoce mejor los problemas de Barcelona y de España. En cualquier caso, vivimos una situación inédita en Occidente: una sociedad institucionalmente no religiosa. En este entorno, el mensaje de Fátima nos llama a vivir la dimensión mística de la fe como una relación personal de comunión de vida con un Dios prójimo y compasivo y no como una mera tradición cultural o heredada. Sin esta dimensión mística, ninguna fe puede perdurar. Pero también subraya la dimensión profética de la fe, que nos lleva a leer e interpretar los signos de los tiempos, a desenmascarar el poder de las fuerzas que ofenden la dignidad humana y causan víctimas, y a abrir horizontes de esperanza.

¿Qué hace falta para que el grito de Fátima resuene, especialmente en Gaza, y abra los corazones de los políticos israelíes?

Fátima es, de hecho, un grito por la paz, una advertencia muy seria ante todas las guerras desatadas por los poderosos del mundo y la defensa de las víctimas: "Es el dolor de la Madre el que la hace hablar; está en juego la suerte de sus hijos", exclamó el Papa San Juan Pablo II. En Fátima se reza cada día por la paz, también para crear una cultura de paz. Lo mismo ocurre con la imagen de la Virgen que peregrina por casi todas las naciones del mundo. La imagen también lleva el mensaje de la paz. Pero esta devoción no es una varita mágica que resuelve inmediata y automáticamente los problemas. Requiere una conversión de las mentalidades y de los corazones, la labor diplomática del diálogo y el encuentro entre los pueblos. Necesitamos construir una cultura de paz desde abajo, creando una cultura de fraternidad, encuentro, diálogo y no violencia activa.

Fátima

¿Es la dinámica de la guerra más fuerte que la del amor?

A primera vista, parece que la dinámica de la guerra es más fuerte que la del amor. El mensaje de Fátima nos invita a creer y confiar en la promesa de que el amor misericordioso de Dios es más fuerte que el odio y la violencia. "Al final, mi Corazón Inmaculado triunfará". El amor materno del Corazón de María, icono de la misericordia de Dios para con la humanidad, es la garantía de que la última palabra será el triunfo del amor sobre los dramas de la historia. Alimenta la esperanza, que a su vez requiere perseverancia, y la perseverancia requiere la paciencia de no desfallecer.

¿Qué espera del Sínodo de la sinodalidad?

La sinodalidad es una forma de ser Iglesia y de actuar en y como Iglesia. Está en su ADN desde sus inicios en tiempos apostólicos. El Papa Francisco quiere ahora implementarla y desarrollarla para que corresponda mejor a la misión de la Iglesia en este tiempo. La primera etapa puso en marcha a la Iglesia en esta dirección, con la consulta integral al Pueblo de Dios. El Papa es consciente de que este proceso requerirá tiempo de maduración y una conversión espiritual, pastoral y misionera de mentalidades y actitudes (escucha, diálogo, conversación en el Espíritu, método de discernimiento), para llevar a cabo la reforma de las estructuras. Hay obstáculos y resistencias que vencer, como el clericalismo, demasiada pasividad e inercia para innovar. Espero que esta última sesión del Sínodo clarifique el ejercicio concreto de la sinodalidad a nivel parroquial, diocesano, regional y universal; dé respuestas a los problemas concretos de la corresponsabilidad diferenciada, los ministerios bautismales y laicales, la pedagogía sinodal en la formación de los laicos y de los ministros ordenados, el papel de la mujer en la vida eclesial y el diaconado femenino, etc. para construir una Iglesia acogedora, cercana a los frágiles y a los pobres, saliendo a las periferias existenciales. Una Iglesia sinodal en misión, no autorreferencial, que descubra nuevos métodos, medios, recursos y lenguajes para la evangelización en este punto de inflexión epocal.

Sinodalidad

¿Cree que el Papa Francisco conseguirá llevar a cabo sus reformas en la Iglesia, a pesar de sus enemigos de dentro y de fuera?

Todos sabemos que el Papa Francisco está más interesado en iniciar procesos que fructifiquen con el tiempo que en obtener resultados inmediatos "¡El tiempo es más grande que el espacio!". Está preparando el camino para el futuro de la Iglesia. Ya ha implementado una serie de reformas que se pueden ver en la mayor purificación y transparencia de la vida eclesial, en la Curia Romana, en la cuestión de los abusos, en los aspectos económicos y financieros del Vaticano, en la reforma de los seminarios, en la presencia de la mujer en puestos de liderazgo, en la inclusión de los descartados, etc. Estoy seguro de que aplicará algunas reformas más si su salud se lo permite.
Sabe lo que quiere y es un hombre de gran fe y fortaleza, de oración y confianza en el Espíritu Santo que guía a la Iglesia. Los ataques de los enemigos de dentro y de fuera no podrán doblegarle ni desanimarle. Rezamos por él todos los días en Fátima. ¡Que Dios lo guarde y Nuestra Señora de Fátima lo proteja bajo su manto maternal!

Francisco, en Fátima

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