Promover la defensa de los derechos humanos
La Iglesia Católica y la Iglesia Evangélica Reformada sostienen que la iniciativa popular "Para que las empresas responsables protejan a los seres humanos y el medio ambiente" aborda cuestiones fundamentales sobre los derechos humanos y el medio ambiente, preguntando qué puede hacer la justicia para apoyar a quienes no tienen ni el poder ni la oportunidad de luchar por esos derechos y apuntando a la aplicación de normas generales en el ámbito de la responsabilidad empresarial. Es inaceptable para los Obispos suizos y la Iglesia Evangélica Reformada que las normas vinculantes de derechos humanos se conviertan en objeto de negociaciones en el mercado mundial y se sopesen con las cuestiones económicas de la competitividad. "Las empresas que basan sus prácticas comerciales en la aplicación inadecuada de los derechos humanos o en la mala supervisión de sus violaciones obtienen una ventaja económica a expensas de los derechos fundamentales", apoyan a las dos Iglesias, que también ponen de relieve la insuficiencia de la responsabilidad social de las empresas.
Se necesita una protección jurídica más amplia
"Los derechos humanos también protegen el libre mercado, y en particular a aquellos de sus actores que no tienen o no tienen suficientes recursos y por lo tanto no pueden depender de su poder económico", afirma el documento. "La protección jurídica más amplia posible – que abarca la actividad económica pero también y sobre todo los agentes del mercado – es esencial si queremos una economía mundial libre", prosigue el documento, que recuerda que la mayoría de las víctimas de violaciones de los derechos humanos no tienen los conocimientos, las aptitudes o los recursos necesarios para defenderse.
Para la Iglesia Católica y la Iglesia Evangélica Reformada, las sociedades internacionales con sede en Suiza deben contribuir activamente a la protección de los derechos humanos donde no puedan garantizarse, responsabilizándose de una cultura empresarial que garantice el respeto de las personas y de sus derechos, aunque sean denegados por su país. Ninguna empresa, concluye el documento de las dos Iglesias, debe beneficiarse u obtener ventajas competitivas de la violación o elusión de los derechos humanos.