Comunicado de la Comunidad Santo Tomás de Aquino Genocidio en Gaza y Palestina: 'No' en nuestro nombre

Israel y Palestina
Israel y Palestina

"Este castigo colectivo que Israel está llevando a cabo en la Franja de Gaza y Cisjordania cuenta ya con 8.000 muertos, de los que más de 3.000 son niños y niñas"

"Los intentos para frenar esta locura están fracasando. La ONU, sometida a la humillación de los vetos, y la UE, aherrojada entre tantos intereses domésticos, tampoco ha podido ir más allá de aconsejar 'pausas humanitarias'"

"Se nos ocurren dos gestos posibles: reconocer y apoyar los movimientos y colectivos judeo-palestinos que están trabajando denodadamente por el entendimiento y la paz, y el acercamiento y el respeto, la acogida y la negociación"

"Desde estas dos sencillas propuestas, pedimos y exigimos a la Comunidad Internacional que cese el genocidio, que se abran las fronteras y se negocien políticamente estructuras de respeto y buena vecindad entre ambos pueblos"

Brutalidad de unos hechos

Cuando oímos el 7 de octubre la masacre perpetrada por Hamás en Israel (más de 1.300 personas muertas, muchas heridas y 229 rehenes), a pesar de no entender nada sobre las circunstancias de esta barbarie, se nos congeló la sangre en las venas. Una brutalidad de tal calibre, por más que 56 años de sufrimiento y humillación la expliquen, nunca será justificable. Éticamente es siempre condenable. 

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Y cuando oímos la reacción indiscriminada de Israel contra la población sitiada de la Franja de Gaza, la voz se nos pegó en la garganta. La catástrofe humanitaria que está causando Israel entre los 2,3 millones de personas, mayormente jóvenes y niños, no puede ser nunca la respuesta que un Estado de derecho debe dar en ningún supuesto. Se trata de un genocidio que nos devuelve a la edad de piedra. Ni siquiera se alcanza la equidad de la Ley de Talión que perseguía la proporcionalidad entre el crimen y el castigo. Se trata, más bien, de la venganza de un Gobierno prepotente, amoral y sin escrúpulos que pretende ocultar bajo la brutalidad de esta violencia su propia debilidad interna. 

Ataque de Hamás

Este castigo colectivo que Israel está llevando a cabo en la Franja de Gaza y Cisjordania cuenta ya con 8.000 muertos, de los que más de 3.000 son niños y niñas. “Toda la armonía del mundo, confiesa Iván Karamazov, protagonista de la inmortal novela de Fiódor Dostoyevski, no vale las lágrimas de un solo niño”. Si los tanques que ahora pasean orgullosos por el Norte y Centro de Gaza tuvieran alma y pudieran pensar, ¿qué sentirían ante la fragilidad de esa población atemorizada y desarmada? 

Entre tanto, los intentos para frenar esta locura están fracasando. La ONU, sometida a la humillación de los vetos, se ha mostrado incapaz de imponer el “cese el fuego”; y la UE, aherrojada entre tantos intereses domésticos, tampoco ha podido ir más allá de aconsejar “pausas humanitarias” para poder introducir “flujos de ayuda”. Unos flujos de alimentos, agua potable y fuentes de energía que la misma ONU ha calificado de “simples migajas”. 

Israel, antes víctima del holocausto y ahora verdugo

¡Qué frágil resulta la memoria cuando dominan otros intereses bastardos! Israel se sabe, y se reconoce a sí mismo, actor real en la política de EEUU y gendarme implacable de los intereses del Imperio en todo el Oriente Medio. Conoce perfectamente que la UE, bajo el complejo de un oscuro comportamiento con este pueblo en el pasado, nada importante va a hacer contra el que es hoy protegido del imperio. Por todo esto, Israel considera campo libre para que un gobierno sionista, ultraconservador y corrupto, campe a sus anchas hasta reducir a escombros y borrar del mapa la Franja de Gaza y el mismo pueblo palestino.

"¡Qué frágil resulta la memoria cuando dominan otros intereses bastardos!"

Un grito ensordecedor que brota desde la entraña de la humanidad

Pero no todo el mundo piensa así, ni está dispuesto a justificar este genocidio. Las calles y principales avenidas de las ciudades de los cinco continentes se están llenando de gente que rechaza abierta y pacíficamente la ocupación, el destrozo y el derramamiento de sangre en Palestina. 

En los gritos de protesta y condena de estas multitudes siguen resonando expresiones con que los mismos profetas de este pueblo condenaron parte de su historia pasada: “no te es lícito aplastar al inocente”; “no quieras repetir hoy en Palestina el infanticidio que Herodes te causó en los albores de esta era”; “deberías tener muy presente, para que no vuelvan como un boomerang sobre ti, los muchos destierros y holocaustos que has sufrido en tu larga historia”.

"Las calles y principales avenidas de las ciudades de los cinco continentes se están llenando de gente que rechaza abierta y pacíficamente la ocupación, el destrozo y el derramamiento de sangre en Palestina"

Dos gestos hacia el posible entendimiento y la paz 

Ante la locura de esta guerra y la frecuente incapacidad funcional de la sociedad civil para detener este “ciclo de venganza, de odio y de derramamiento de sangre”, se nos ocurren dos gestos posibles por si, a la larga, pudieran encontrar alguna salida a este conflicto: 

De una parte, reconocer y apoyar los movimientos y colectivos judeo-palestinos que están trabajando denodadamente por el entendimiento y la paz entre ambos pueblos. Son muchos y solo su existencia es ya un baluarte contra la estupidez y banalidad de parte de la especie humana. Por su repercusión mundial, queremos citar solo los dos siguientes: el movimiento pacifista de Las Mujeres de Negro y la Orquesta West-Easten Divan, creada y dirigida por Daniel Barenboim y el escritor Edward Said.

"Reconocer y apoyar los movimientos y colectivos judeo-palestinos que están trabajando denodadamente por el entendimiento y la paz entre ambos pueblos. Son muchos y solo su existencia es ya un baluarte contra la estupidez"

De otra parte, siguiendo a un profeta, nacido en esas tierras y de su misma entraña, sabemos muy bien que la guerra no es solución para ningún conflicto. Que la violencia engendra violencia. Y que el sufrimiento del pueblo palestino no justifica ni los ataques de Hamás ni el genocidio colectivo y de manual que Israel está haciendo en Gaza. 

La solución viene por el acercamiento y el respeto, la acogida y la negociación. Ni siquiera la justicia de proporcionalidad y equidistancia es suficiente. La paz supone algo más. “Haz a los demás, todo lo que quieras que te hagan a ti”. Esta Regla de Oro de la sabiduría humana, fundamenta la ética de Jesús de Nazaret, recogida en el Evangelio. 

Desde estas dos sencillas propuestas, pedimos y exigimos a la Comunidad Internacional que cese el genocidio, que se abran las fronteras y se negocien políticamente estructuras de respeto y buena vecindad entre ambos pueblos. Porque estamos convencidos/as de que no habrá solución a este conflicto, mientras no haya esperanza para el pueblo palestino. 

Paz

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