El Papa visita la casa de los verbitas, donde se alojó durante el Concilio "Hermosísimo recuerdo, tal vez el mejor recuerdo de todo el Concilio"

Benedicto XVI abandonó hoy durante unas horas su descanso veraniego en Castel Gandolfo y se trasladó a la cercana localidad de Nemi, en la zona romana de Castelli Romani, donde visitó el centro "Ad Gentes" de los misioneros del Verbo Divino (verbitas).

La visita tenía un carácter emotivo, ya que, además de saludar a los Misioneros Verbitas, en esa casa se alojó en 1965 el joven teólogo alemán Joseph Ratzinger cuando viajó hasta Roma para participar en el Concilio Vaticano.

En la casa, que en aquellos años se llamaba Centro Internacional de la Sociedad del Verbo Divino, se desarrollaron desde el 29 de marzo al 3 de abril de 1965 los trabajos de la Comisión Conciliar de las Misiones, en los que participó Ratzinger como perito del Concilio Vaticano II.

A su llegada, Benedicto XVI fue acogido por el superior general electo de los Verbitas, Heinz Kulüke; el superior general saliente, Antonio Pernia, y el Procurador General de la Congregación, Giancarlo Girardi.

En la capilla del centro le esperaban los 150 participantes en el Capítulo General de los Misioneros del Verbo Divino, que se celebra estos días, con los que departió.

Tras algo más de una hora en el centro, el papa regresó a la residencia pontificia de Castel Gandolfo, a 33 kilómetros al sur de Roma, donde transcurre desde el pasado 3 de julio este tiempo de verano.

Durante este mes de julio están suspendidas todas las audiencias privadas y especiales, aunque el pontífice sigue celebrando el Ángelus dominical desde la residencia papal, al que asisten, normalmente, varios centenares de fieles de todo el mundo.

El próximo día 11 de julio, Benedicto XVI asistirá en la residencia papal a un concierto en su honor que ofrecerá la orquesta juvenil del maestro israelí-argentino Daniel Barenboim, la West Eastern Divan Orchestra, compuesta por músicos españoles, israelíes, palestinos, sirios, jordanos, egipcios, libaneses, iraníes y turcos.

Las audiencias públicas de los miércoles se reanudarán el 1 de agosto en el patio central de la residencia de Castel Gandolfo.

Está previsto que Benedicto XVI permanezca en Castel Gandolfo hasta finales de septiembre, aunque del 14 al 16 de ese mes tiene en agenda viajar al Líbano. (RD/Efe)

La visita en L'Osservatore romano

Fue una mañana marcada por los recuerdos, relacionados con el período en que era un joven teólogo en el concilio Vaticano II, la que vivió el lunes 9 de julio Benedicto XVI con ocasión de su visita al centro de los misioneros verbitas junto al lago de Nemi.

Cuarenta y siete años después de participar en los trabajos de la comisión conciliar de las misiones, Joseph Ratzinger ha vuelto a los mismos lugares para encontrarse con los 125 padres capitulares de la Sociedad del Verbo Divino reunidos en el centro que lleva el mismo nombre del decreto del Vaticano II sobre la actividad misionera de la Iglesia: "Ad gentes".

Una visita privada en la forma, que inmediatamente se transformó para el Pontífice en una ocasión propicia para volver con la mente y con el corazón a aquellas jornadas de las que dijo que conserva un «hermosísimo recuerdo, tal vez el mejor recuerdo de todo el Concilio». Momentos inolvidables vividos en el «verde», al contacto con «el respiro de la naturaleza» y «el aire fresco» en «compañía de tantos grandes teólogos».

Así los recuerdos asumieron los rasgos del rostro de algunos protagonistas de la gran etapa conciliar: el superior general verbita de la época, padre Schütte, un hombre «lleno de dinamismo misionero» que había elegido -como dijo el Papa hablando de sí mismo-- «a un teólogo sin gran importancia, muy joven, invitado no sé por qué. Pero era un gran don para mí».

Y luego estaban el obispo Fulton Sheen, que fascinaba a los presentes con sus discursos vespertinos; el dominico Yves Congar y los grandes misionólogos de Lovaina. «Para mí fue un enriquecimiento espiritual», comentó haciendo referencia luego también a la controversia entre la escuela de Lovaina y la de Münster, sobre el fin principal de la misión.

Benedicto XVI confesó que no «nunca había comprendido realmente» los motivos de esa controversia, pues en su opinión «todo convergía en un único dinamismo de la necesidad de llevar la luz de la Palabra de Dios, la luz del amor de Dios al mundo y de dar una nueva alegría por este anuncio ».

Por último, dirigiéndose directamente a los capitulares presentes, el Papa expresó su complacencia al ver cómo la familia verbita florece en tantas naciones. «Claramente, el dinamismo misionero vive -concluyó- -y vive sólo si se tiene la alegría del Evangelio, si se tiene la experiencia del bien que viene de Dios y que debe y quiere comunicarse».

Texto completo de las palabras del Papa

Estoy verdaderamente complacido por la posibilidad de volver a ver después de 47 años esta casa en Nemi. tenía de ella un bellísimo recuerdo, quizá el más bello recuerdo de todo el Concilio. Yo vivía en el centro de Roma, en el Colegio de Santa María del Alma, con todo el ruido: ¡todo eso es también bello! Pero estar aquí en el verde, tener esta amplitud de la naturaleza y también esta frsecura del aire, era ya en sí una cosa bella. Y luego estaba la compañía de tantos grandes teólogos, con un encargo tan importante y bello de preparar un decreto sobre la misión.

Recuerdo sobre todo al general de aquél tiempo, el padre Schütte, que había sufrido en China, había sido condenado, luego expulsado. estaba lleno de dinamismo misionero, de la necesidad de dar un nuevo impulso al espíritu misionero. Y me tenía a mí, que era un teólogo sin gran importancia, muy joven, invitado no sé por qué. Pero era un gran regalo para mi.

Luego estaba Fulton Sheen, que nos fascinaba por la noche con sus discursos, el padre Congar y los grandes misionólogos de Lovaina. Para mí fue un enriquecimiento espiritual, un gran regalo. Era un decreto sin grandes controversias. Estaba la controversia, que yo nunca he comprendido realmente, entre la escuela de Lovaina y la de Münster: fin principal de la misión ¿es la implantatio Ecclesiae o el anuncio Evangelii? Pero todo convergía en un único dinamismo de la necesidad de llevar la luz de la Palabra de Dios, la luz del amor de Dios al mundo y de dar una nueva alegría por este anuncio.

Y así nació en aquellos días un decreto bello y bueno, casi aceptado unánimemente por todos los padres conciliares, y para mí es también un complemento muy bueno de la Lumen gentium, porque en el encontramos una eclesiología trinitaria, que parte sobre todo de la idea clásica del bonum diffusivum sui, el bien que tiene la necesidad en sí de comunicarse, de darse: no puede estar en sí mismo, la cosa buena, la bondad misma esencialmente es communicatio. Y esto ya aparece en el misterio trinitario, en el interior de Dios, y se difunde en la historia de la salvación y en nuestra necesidad de dar a otros el bien que hemos recibido.

Así, con estos recuerdos he pensado a menudo en estos días de Nemi que están en mí, como he dicho, parte esencial de la experiencia del Concilio. Soy feliz de ver que vuestra Sociedad florece --el padre general ha hablado de seis mil miembros en muchos países, de muchas naciones--. Claramante el dinamismo misionero vive, y vive solo si existe la alegría del Evangelio, si estamos en la experiencia del bien que viene de Dios y que debe y quiere comunicarse. Gracias por vuestro dinamismo. os auguro para este Capítulo toda bendición del Señor, mucha inspiración: que las mismas fuerzas inspiradoras del Espíritu Santo que nos acompañaron en aquellos días casi visiblemente estén de nuevo presentes entre vosotros y os ayuden a encontrar el camino para vuestra Compañía, así como para la misión del Evangelio ad gentes para los próximos años. Gracias a todos vosotros, el Señor os bendiga. Rezad por mí, como yo rezo por vosotros. ¡Gracias!

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