Obispo de Mukachevo: "Nuestra mirada está en el Resucitado, pero estamos en el Vía Crucis" "Hoy en Ucrania vivimos el 'Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado'?"

Vía crucis en Mukachevo, Ucrania
Vía crucis en Mukachevo, Ucrania SIR

"En la primera fase de la guerra intentamos responder a la emergencia. Luego llegó el momento de entusiasmo y la solidaridad, tras el cual comenzó una fase fluctuante entre momentos de alza y momentos de baja .Ahora vamos hacia abajo. Hay poca luz. Aunque nuestra mirada, esta semana, está centrada en Jesús Resucitado, espiritualmente nos encontramos en el Vía Crucis"

Hoy, añade monseñor Luchok, el dolor que se está viviendo en Ucrania es el equivalente al de Jesús en la cruz: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?", porque "no vemos una salida"

“Al admirar la Pasión de Jesús que vivimos en la liturgia de esta Semana Santa, nos damos cuenta de que es muy cercana a lo que estamos viviendo aquí. Jesús murió y murieron nuestros familiares, nuestros amigos, nuestros conocidos. Es una satisfacción enorme. Y estamos hablando de la experiencia de personas que no son tan culpables como Jesús, que fue inocente". Son las palabras de Mykola Petro Luchok, obispo de la Iglesia católica de Mukachevo, para contar, en declaraciones a la agencia italiana SIR, cómo vive Ucrania esta Semana Santa, por tercer año, en guerra. "Hay mucha oscuridad. Lo siento inseguro e incierto. No sabemos qué pasará en el futuro".

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"En la primera fase de la guerra intentamos responder a la emergencia. Luego llegó el momento de entusiasmo y la solidaridad, tras el cual comenzó una fase fluctuante entre momentos de alza y momentos de baja .Ahora vamos hacia abajo. Hay poca luz. Aunque nuestra mirada, esta semana, está centrada en Jesús Resucitado, espiritualmente nos encontramos en el Vía Crucis", señala el obispo.

Monseñor Luchok reconoce que hoy los ucranianos viven distintos tipos de heridas. Las de los que tienen familiares en el frente, los de quienes han perdido a algún ser querido en esta guerra comenzada por Vladímir Putin hace ya más de dos años. "Hay quienes se sienten impotentes y están bajo la Cruz. Los que ahora están arruinados, se desaniman, se postran en tierra por el dolor, como Cristo en la Cruz, y piden un milagro. Depende de dónde te encuentres y en qué etapa se encuentre cada uno. Pero incluso si uno reacciona de manera diferente, el sufrimiento afecta a todas las personas".

Nños ucranianos en el via crucis de Mukachevo
Nños ucranianos en el via crucis de Mukachevo SIR

"Estos últimos días, por ejemplo, estuve en una zona rural y escuché que seis ancianas se habían suicidado en el último período. No lo lograron", señala a la agencia italiana. "Lo que domina en todas partes es un gran sufrimiento. Y el sufrimiento del alma y de la psique suele ser más fuerte que el físico. En el Vía Crucis, está Jesús subiendo el Calvario y la gente a su alrededor que lo ve pasar. Aquí, está el sufrimiento de los que están en el frente y también está el gran dolor de los que permanecen en casa esperando".

Hoy, añade monseñor Luchok, el dolor que se está viviendo en Ucrania es el equivalente al de Jesús en la cruz: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?", porque "no vemos una salida".

El obispo de Mukachevo, en Ucrania, Mykola Petro Luchok
El obispo de Mukachevo, en Ucrania, Mykola Petro Luchok SIR

En este sentido, asevera el obispo que en esta situación dio siempre se ve el camino de salida hacia la paz. "Podemos ser hombres de paz durante la guerra. Sin embargo, una dificultad en todo esto es el dolor. Es el dolor el que nos aleja de la paz, el que lleva a los pueblos al odio, hasta la agresión".

"Cuando hay violencia por todos lados, es difícil ser hombres de paz", apunta. Y añade otro factor, puesto de manifiesto estos días desde el Patriarcado ortodoxo de Moscú. "También hay una guerra espiritual en marcha porque el diablo quiere que haya odio, venganza y que el odio y la venganza guíen nuestras acciones y nuestros sentimientos. Él trabaja en esto y difunde este espíritu de odio".

Pero, a pesar de todo, en estos días en que después de la pasión llega la resurrección, monseñor Luchok no renuncia a esperanza y a dejar un mensaje que traiga luz a la oscuridad en la que se encuentra sumida su rebaño: "Ser gente de paz dondequiera que estemos; llena cada palabra, cada idea, cada pensamiento, cada gesto, cada relación, con la paz que Cristo nos trajo"

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