Han pasado cuatro días, y el arzobispo de Minsk, Tadeusz Kondrusiewicz, no ha podido regresar a Bielorrusia. Retenido en la frontera, es el propio presidente del país, Alexandr Lukashenko, quien le impide el paso, acusándole de recibir "misiones concretas" en Polonia para favorecer al movimiento opositor.
En este contexto, los obispos europeos, a través de un comunicado de la CCEE, han mostrado "la cercanía de todo el episcopado europeo a monseñor Kondrusiewicz y la Iglesia de Bielorrusia en este delicado momento", al tiempo que hacen suyo el llamamiento del Papa Francisco al "diálogo, el rechazo de la violencia y el respeto a la justicia y a la ley".
A la vez, exige al Gobierno bielorruso "el regreso inmediato a casa del arzobispo de Minsk y la reanudación de su ministerio episcopal", y anima a todos a "comprometerse en una solución pacífica al conflicto y a seguir, con confianza, la vía del diálogo por el bien del hombre, y de la sociedad en su conjunto".