La supresión de la traslación del Nazareno 2021: Un jarrón de agua fría para los devotos Macario Ofilada: Del cierre de cementerios a la modificación de los toques de queda en Filipinas

Procesión del Nazareno Negro, en las calles de Manila
Procesión del Nazareno Negro, en las calles de Manila

En un país en que la sobrevivencia de día a día es un constante reto para la mayoría, el Nazareno de Quiapo trae un fulgor de esperanza. La supresión de la traslación ha sido un jarro de agua fría

El mismo escenario de supresión o modificación celebrativa se observó en varios santuarios y parroquias que celebraron sus fiestas respectivas recientemente. Entre ellas, cabe destacar la de la Virgen del Rosario

Otra noticia desconcertante, pero que afecta esta vez a toda Filipinas, es la del cierre de los cementerios para el Undás u observación filipina del Día de las Ánimas o Difuntos

Para subsanar esta situación, que es otro desafío lanzado por la necesidad a las sensibilidades cultuales y culturales harto vidriosas de los filipinos, se han tomado varias medidas pastorales

Se acercan las navidades con su novenario de misas por la madrugada llamada ''Misas de Aguinaldo'', una costumbre cuyos orígenes se remontan a las misas adicionales para los campesinos mexicanos antes de navidades

Hace unos días, RD informaba a sus lectores acerca de la supresión de la traslación del Jesús Nazareno de Quiapo, una imagen de Jesús del Gran Poder del siglo XVII, de origen mexicano y venerado en su Basílica en el arrabal de Quiapo, Manila, el 09.01.2021. Una noticia que ha causado consternación y tristeza a sus devotos en Metro Manila y sus alrededores quienes participan en tal vez la procesión más intensa, violenta, dramática en el elenco filipino.

En ocasiones anteriores, la procesión de la traslación ocasionó muertes no solo por asfixio, calor o cansancio, -factores normales para una procesión que suele durar casi doce horas-, sino por aplastamiento por las gran masas, cegadas por una fe lindando con el fanatismo que impulsa a todos a que se acerquen a la imagen, para manosearla o al menos acariciarla con sus toallas, pañuelos o sábanas creyendo que por tal acto conseguirían del Nazareno, afamado por su milagrosidad y generosidad -como si un Cristo arrodillado y con una soga al cuello fuese todopoderoso-, la concesión de sus peticiones.


Esta devoción es popular sobre todo entre la gente pobre y entre los hombres sobre todo los más viriles -como los policías, los gorilas, los presos y expresos, los labradores-, pues es la procesión más varonil de todas en que no hay lugares para los amanerados y cobardes y las mujeres que participan tienen que ser tan fuertes y no tan sensibles, pues hay sobones y pulpos que se aprovechan de los inevitables roces en un evento multitudinario. Algunos devotos me han dicho recientemente que dicha decisión, tomada por la Basílica con el refrendo de la archidiócesis, fue como un jarrón de agua fría para su fe ardiente. Seguro que varios políticos y algún que otro filipino de alto copete también lamentarán esta supresión temporal, pues se perderán una ocasión para hacer gala de su descaro devocional que conjuga con su politiqueo corrupto y estilo de vida inmoral.

En un país en que la sobrevivencia de día a día es un constante reto para la mayoría, el Nazareno de Quiapo trae un fulgor de esperanza. Dicha imagen, que celebra la oscuridad y el sufrimiento, es un imán difícil de igualar que atrae la fascinación de los filipinos que adoran a un Dios que se ha hecho hombre, hasta el punto de cargar con la cruz, de sufrir y, sobre todo, de morir no para disipar las tinieblas sino para compartirlas con los peregrinos mortales que han de habérselas continuamente con las sombras de las pruebas cotidianas.
Hay un morbo inexplicable, por el que se derramaron ríos y ríos de tinta sin aclarar el asunto del todo, que provoca este icono negro de un Jesús sufriente, algo ausente en otros iconos cristológicos en el panteón filipino como el Resucitado, el Sagrado Corazón, el Crucifijo o incluso el Santo Niño.

Nazareno negro

El Santo Niño o el Niño Dios es el Dios manipulado, pues se le habla como un Niño al suplicarle por favores; por otro lado, el Nazareno -con su cruz a cuestas y rostro coronado con espinas y afligido por bofeteos que pide compasión del Padre o de la gente con esa mirada conmovedora-, es el Dios compañero de fatigas de los minusvalorados en el caminar duro y triste de la vida cotidiana en estas islas.

Hay mucho entre un Dios niño y un Dios compañero de fatigas en la intimidad oracional cuyas raíces vienen de muy atrás. De hecho, el año que viene se celebrará el quinto centenario de los primeros bautizos en estas islas. A pesar de una larga tradición católica, sigue imperante una ambivalencia religiosa, sobre todo en la dimensión práctica o moral con su expresión social y política, oscilando entre una devoción ritual ferviente y una corrupción tolerada con resignación e incluso aprobación, como una vivencia normal e inevitable tanto en lo individual como en lo colectivo. La religión, por así decirlo, consiste en saber manipular a los dioses; es el arte de dominar la retórica existencial para convencer a los dioses a que concedan la petición solicitada.

La clave para la religiosidad, sobre todo para la filipina, es la determinación o definición del trato con estos mismos seres divinos que tiene una amplia gama de posibilidades desde el trato de los dioses como niños a los hay que manipular al de los mismos como señores a los que hay que temer pasando por el del tú a tú con la divinidad, vista como compañero de fatigas y a quien hay que acompañar durante un recorrido festivo, caracterizado por sudor e incluso sangre, metáfora esta del arte cotidiano de la sobrevivencia en este valle de lágrimas en que se ve mezclada la sentina asquerosa de la corrupción y la pobreza mezclada con el aroma embriagante de los jazmines y sampaguitas, estas dos últimas las ofrendas florales preferidas del Cristo negro de Quiapo, que se queda en casa en enero 2021. A ver si sus incondicionales hacen lo mismo.

El mismo escenario de supresión o modificación celebrativa se observó en varios santuarios y parroquias que celebraron sus fiestas respectivas recientemente. Entre ellas, cabe destacar la de la Virgen del Rosario ''La Naval de Manila'', una tradición desde 1646 cuando se le atribuyó al rezo penitencial del rosario, como en el caso de la batalla de Lepanto cuando un Sumo Pontífice dominico estaba gloriosamente reinando, la victoria de la armada español-filipina sobre la holandesa en las aguas de la Bahía de Manila.

Virgen del Naval de Filipinas

La cima de la celebración de su fiesta este año, el 11.10.2020, se celebró con una sobriedad inaudita a juicio de varios. En vez de la procesión tradicional, la imagen taumatúrgica de la Virgen de La Naval, hizo un ''dungaw'', es decir, se acercó hasta la puerta principal de la iglesia de Santo Domingo en Ciudad Quezon de los padres dominicos para asomarse para que la viesen sus fieles que se encontraban fuera, bajo un cielo de tormenta típico del octubre filipino, puesto que la asistencia numéricamente limitada en el interior de los devotos, debido a las restricciones en el aforo.

Cierre de cementerios por toda Filipinas durante el Undás

Otra noticia desconcertante, pero que afecta esta vez a toda Filipinas, es la del cierre de los cementerios para el Undás u observación filipina del Día de las Ánimas o Difuntos -pero la gran mayoría acuden a los camposantos el 1 de noviembre- del 29 de octubre al 4 de noviembre. Dicho cierre fue la medida tomada por el presidente Rodrigo Duterte tras recibir el asesoramiento del Grupo de Trabajo Interinstitucional (Inter-Agency Task Force o IATF) formada por el dirigente filipino para aconsejarle en la gestión de las medidas frente a esta crisis sanitaria.

Para subsanar esta situación, que es otro desafío lanzado por la necesidad a las sensibilidades cultuales y culturales harto vidriosas de los filipinos, se han tomado varias medidas pastorales, con algunas variantes entre parroquias y diócesis, entre las cuales deben mencionarse: a) la disponibilidad on line de preces para los difuntos que suelen recitarse en los cementerios pero que ahora se recomienda que se recen en las iglesias y en los domicilios; b) horarios especiales de apertura para las parroquias con cementerios con aforo limitado; c) zonas especiales para encender velas; d) recepción de encargos de misa on line sin o con donativos en algunas parroquias pero los datos de las cuentas bancarias de las parroquias publicadas en las redes sociales; e) colocación de sobres de noviembre en que pueden escribirse los nombres de los difuntos para que se incluyan en todas las misas celebradas en el mes de noviembre, metiendo un donativo facultativo en los mismos para luego ser depositados en cepillos especiales; e f) instalación de catafalcos de oración especiales en las parroquias con imágenes proyectadas on line como ya se estaba haciendo para las exposiciones del Santísimo

Desde el 17 de marzo, Filipinas ha estado viviendo el período de confinamiento más largo y quizás más duro del mundo con su correspondiente toque de queda, inicialmente de 20.00 h. at 5.00 h., con variantes en algunas ciudades o pueblos, dependiendo de la decisión tomada por sus respectivos alcaldes y concejos. Este régimen es claramente un óbice para las movidas y cuchipandas (por no decir juergas) innecesarias por muy amigables o incluso familiares que fueren. Dicho horario ya se ha modificado varias veces debido a la rebaja gradual de las fases de la cuarentena. Esta sigue vigente hasta ahora, pues hasta la fecha (25.10.2020) se han registrado 369.839 casos y 6.947 muertes de COVID-19 en Filipinas mientras que las cifras de recuperaciones afortunadamente han llegado a 313.112.

Navidad en Filipinas

Se pide la relajación del toque de queda para las misas de aguinaldo

Se acercan las navidades con su novenario de misas por la madrugada llamada ''Misas de Aguinaldo'', una costumbre cuyos orígenes se remontan a las misas adicionales para los campesinos mexicanos antes de navidades. Por razones pastorales, se celebran también por la noche como misa de vigilia. Los filipinos creemos que nuestros deseos se verán cumplidos si se completan las nueve misas por lo que están muy concurridas dichas celebraciones causando, junto con las series interminables de comilonas, compras y movidas navideñas, embotellamientos en las carreteras y calles filipinas, máxime en las grandes ciudades como Manila y sus alrededores.

Todo ello pone de relieve el deseo de celebrar la vida, de encontrar un refugio en regalos, manjares y actividades de la dureza existencial marcada con tensiones a nivel económico, político y social.
A tenor de ello, el administrador apostólico de Manila, Mons. Broderick Pabillo, celebró una reunión con el alcalde de Manila, Francisco Moreno Domagoso, el 16.10.2020. Se espera que varias diócesis y unidades locales del gobierno se reunirán para negociar y coordinar este asunto, contando últimamente con el visto bueno del presidente de la República, asesorado por la IATF.

A estas alturas, por razones que por su evidenciabilidad no precisan explicaciones ulteriores, es esta todavía una asignatura pendiente por lo que pasemos, a continuación, a reseñar las actualidades parroquiales.

Actualidades pastorales: Condiciones litúrgicas hospitalarias y hogareñas en Filipinas durante la pandemia

De momento, siguen abriéndose los templos (mientras varios monasterios de monjas de clausura siguen cerrados) con más celebraciones litúrgicas (como misas, bautismos y otras celebraciones) con un aforo limitado de 30 % de la capacidad del templo, una cifra que puede aumentarse en los días venideros. El Sacramento de la Reconciliación se celebra mediante una cita previa acordada con el despacho parroquial. A la entrada de los templos, se siguen colocando mesitas para tomar la temperatura de los fieles, para registrarse o reservar una plaza y para limpiarse las manos con productos sanitarios.

Celebración en Filipinas

En algunas parroquias, sobre todo en las más afluentes, se ha introducido el uso de unos Carnés de Parroquianos por los que se registra en línea, pagando solo unos 50 pesos (O, 87 E o 1, 03 USD) por la impresión y plastificación de los mismos. Cada carné, amén del número de control, viene con código de barra y foto del interesado. Asimismo, contiene algunos datos personales como dirección postal, número de teléfono móvil, correo electrónico, etc.

Todo ello con la finalidad de agilizar el proceso de registro o reserva para las celebraciones, usando unos controles electrónicos parecidos a los detectores de metales en los aeropuertos. De esta manera, se minimiza el contacto físico entre los fieles y los colaboradores parroquiales. En algunos casos, los carnés también valen para las parroquias que forman el mismo arciprestazgo, lo cual deja patentes los esfuerzos de colaboración entre sectores específicos dentro de la misma diócesis.

Se recomienda -en realidad se exige por el gobierno- que solo las personas sanas y sin síntomas de fiebre o gripe de 18 hasta 65 años de edad acudan físicamente a los templos y que los menores y los de la tercera edad se queden en su domicilio, siguiendo las celebraciones en línea. Algunas parroquias, los domingos, envían los ministros extraordinarios de la comunión para traerles la comunión a domicilio. En una parroquia afluente esta medida fue la causa por la que se registró al menos un caso positivo del COVID-19.

A pesar de todas estas facilidades, muchos de los fieles de la tercera edad, insisten con vehemencia en estar presentes en las celebraciones, algo que los pastores han optado por tolerar o permitir, pero con el recordatorio correspondiente. En un país en que las normas dependen de los que las interpreten, esto no es de extrañar. Incluso en la peor crisis sanitaria, nuestra actitud al respecto puede resumirse con la frase: ''¡Viva la Virgen!'', pues la mayoría de nuestros pastores -es preciso reconocerlo-, son de este tipo.

La indolencia y despreocupación de los filipinos ha sido un tópico desde la época española. El resultado final es lo siguiente: en las parroquias los protocolos sanitarios han sido interpretados como pautas muy flexibles ''para andar por casa'', ocasionando, en algunos casos, algún que otro roce con las autoridades civiles locales que de cerca siguen vigilando de cerca todas las asambleas públicas. De hecho, los restaurantes, supermercados, comercios tienen un aforo más alto que el concedido a las iglesias en las que las cartillas sanitarias se leen pero apenas se cumplen. La economía pública por encima de la salvífica conforme a la visión panóptica del gobierno filipino.

Para rematar nuestras reflexiones, es preciso destacar que la pandemia no ha logrado disminuir la acogida en la parroquia. Incluso con un aforo limitado y con protocolos sanitarios muy estrictos, muchas parroquias van y siguen abriéndose aún más. Los escépticos y cínicos sentenciarán que esto solo tiene la finalidad de recaudar fondos, pues el confinamiento ha afectado de manera fulminante la economía de las parroquias, sobre todo las más afluentes en Metro Manila. Con los horarios laborales reducidos, muchos empleados de las parroquias cobran menos durante este tiempo de tribulación.

Pero, en general, se está haciendo -con esfuerzos titánicos sobre todo en las parroquias en las periferias-, todo lo posible por no despedir a ninguno de estos trabajadores. En efecto, esto es un recordatorio que, a pesar de los pesares, los filipinos son muy conocidos por su hospitalidad y esta se traduce, se vive, se palpa de manera peculiar en las parroquias, cuya gestión y realidad -para muchos, y no solo los empleados-, poseen una dinámica hogareña, algo inevitable en una sociedad matriarcal e iglesia paternalista que reducen las estructuras mastodónticas en domiciliarias, anulando todo tipo de distancias desde las profesionales hasta las prudenciales.

Celebración en Filipinas

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