Baño de masas del Papa en su primera (y lluviosa) jornada en Beirut León XIV anima a los libaneses a ser "constructores de paz" frente al "pesimismo y la impotencia" que sacuden el mundo

Primer discurso del Papa en Beirut
Primer discurso del Papa en Beirut

"El compromiso y el amor por la paz no conocen el miedo ante las aparentes derrotas, no se dejan doblegar por las decepciones, sino que saben ver más allá, acogiendo y abrazando con esperanza todas las realidades"

"Si no se trabaja en la sanación de la memoria, en un  acercamiento entre quienes han sufrido agravios e injusticias, es difícil avanzar hacia la paz"

A diferencia de lo ocurrido en Turquía, un país con una mínima presencia católica, los cristianos de Líbano se echaron a la calle a última hora de la tarde. No importó la fuerte lluvia que recibió el vuelo papal, ni que León XIV se moviera en coche oficial para trasladarse del aeropuerto al palacio presidencial: fueron miles los fieles que se concentraron a lo largo de todo el trayecto, y que esperaron paciente (y ruidosamente, a tenor del sonido de los tambores) a la llegada del pontífice. Un Papa que, por primera vez, utilizó el papamóvil.

Creemos. Crecemos. Contigo

Un viaje, el de Líbano, con mucha más carga política que el de Turquía, cuyo componente religioso y ecuménico resultó evidente a ojos de todos. En Beirut, ante las máximas autoridades del país, León XIV trazó un discurso enfocado a hacer de los cristianos del país "constructores de la paz" frente a las " repercusiones devastadoras de la radicalización de las identidades y de los conflictos". No en vano el lema de su viaje es 'Bienvenidos los constructores de la paz'.

"Así es la paz: un camino movido por el Espíritu, que dispone al corazón a escuchar y lo hace  más atento y respetuoso hacia el otro. Que crezca entre ustedes este deseo de paz que nace de Dios y que ya hoy puede transformar la manera de mirar a los demás y de habitar juntos esta tierra, tierra  que Él ama profundamente y sigue bendiciendo", concluyó, a modo de deseo, el discurso papal. Antes, junto al presidente del país, el Papa plantó el 'cedro de la amistad'.

El Papa, en Líbano
El Papa, en Líbano

"¡Bienaventurados los que trabajan por la paz!", fue el saludo del pontífice al llegar a una tierra "en la que “paz” es mucho más  que una palabra". "Aquí la paz es un deseo y una vocación, es un don y una obra en constante  construcción", señaló el Papa en el discurso más largo de los pronunciados hasta la fecha. Un discurso en el que reivindicó cómo "millones de libaneses en todo el mundo sirven a la paz silenciosamente". 

Pero ¿cómo ser artífices de paz en estas "circunstancias complejas, conflictivas e inciertas"? "Ustedes son un pueblo que no se rinde, sino que, ante las pruebas, siempre sabe renacer con  valentía", alabó León XIV, quien puso como ejemplo de constructor de paz la resiliencia del pueblo libanés. "La obra de la paz, en efecto, es un continuo recomenzar. El compromiso y el amor por la paz no conocen el miedo ante las aparentes derrotas, no se dejan doblegar por las decepciones, sino que saben ver más allá, acogiendo y abrazando con esperanza todas las realidades".

León, a su llegada al palacio presidencial
León, a su llegada al palacio presidencial

Porque "se necesita tenacidad para  construir la paz; se necesita perseverancia para engendrar vida y custodiarla", añadió el Papa. "Ustedes son un país variado, una comunidad de comunidades, pero  unidas por una lengua común", subrayó, defendiendo "la lengua de la esperanza, aquella que siempre les ha permitido volver a empezar".

"A nuestro alrededor, en casi todo el mundo, parece haber vencido una especie de pesimismo y un sentimiento de impotencia; las  personas parecen no ser capaces ni siquiera de preguntarse qué pueden hacer para cambiar el curso  de la historia. Las grandes decisiones parecen tomarlas unos pocos y, a menudo, en detrimento del  bien común, lo que parece un destino ineludible", admitió Prevost quien subrayó cómo "ustedes han sufrido mucho las consecuencias de  una economía que mata, de la inestabilidad global que también  en el Levante tiene repercusiones devastadoras, de la radicalización de las identidades y de los  conflictos, pero siempre han querido y sabido volver a empezar".  

Llegada del Papa a Beirut
Llegada del Papa a Beirut

"El Líbano puede enorgullecerse de una sociedad civil dinámica, bien formada, rica en jóvenes  capaces de expresar los sueños y las esperanzas de todo un país", elogió Prevost, quien animó a los mandatarios del país a que "nunca se  separen de su gente y a que se pongan al servicio de su pueblo —tan rico en su variedad— con  compromiso y dedicación".

"Que puedan hablar una sola lengua: la lengua de la esperanza que hace converger a todos en un constante comenzar de nuevo", añadió el Papa, destacando una segunda característica de los constructores de paz: "No sólo saben  recomenzar, sino que ante todo lo hacen a través del arduo camino de la reconciliación". Y es que, admitió el pontífice, "hay heridas personales y colectivas que requieren largos años, a veces generaciones enteras, para poder sanar".

Verdad y reconciliación siempre crecen juntas y sólo juntas

"Si no se curan, si no se trabaja, por ejemplo, en la sanación de la memoria, en un  acercamiento entre quienes han sufrido agravios e injusticias, es difícil avanzar hacia la paz", advirtió León. El riesgo es el de "permanecer estancado, prisionero cada uno de su dolor y de sus razones". En cambio, la verdad "sólo puede ser honrada mediante el encuentro", y "la verdad y la reconciliación siempre crecen juntas y sólo juntas: tanto en una familia como entre las diferentes  comunidades y las diversas almas de un país, o entre las naciones".

Encuentro entre el Papa y el presidsente de la República
Encuentro entre el Papa y el presidsente de la República

A la vez, señaló, "no hay reconciliación duradera sin un objetivo común, sin una apertura hacia un futuro en el que el bien prevalezca sobre el mal sufrido o infligido en el pasado o en el  presente". "Por lo tanto, una cultura de la reconciliación no sólo nace desde abajo, de la disponibilidad  y la valentía de algunos, sino que necesita autoridades e instituciones que reconozcan el bien común  por encima del bien parcial", resaltó Prevost, quien insistió en que "el bien común es más que la suma de muchos intereses: acerca lo más  posible los objetivos de cada uno y los mueve en una dirección en la que todos tendrán más que si  avanzaran por separado".

A veces se  piensa que, antes de dar cualquier paso, es necesario aclararlo todo, resolverlo todo, pero es el diálogo mutuo, incluso en las incomprensiones, el camino que conduce a la reconciliación

Todo ello en pos de una paz que "es, de hecho, mucho más que un equilibrio, siempre precario, entre  quienes viven separados bajo el mismo techo". "La paz es saber convivir, en comunión, como personas  reconciliadas. Una reconciliación que, además de hacernos convivir, nos enseñará a trabajar juntos,  codo con codo, por un futuro compartido", rescató el pontífice, quien insistió en la relevancia de dialogar, aunque no estén las cosas claras. "A veces se  piensa que, antes de dar cualquier paso, es necesario aclararlo todo, resolverlo todo, pero es el diálogo mutuo, incluso en las incomprensiones, el camino que conduce a la reconciliación. La verdad más  grande de todas es que estemos juntos insertados en un proyecto que Dios ha preparado para que  seamos una familia".  

Firma en el libro de honor
Firma en el libro de honor

Los constructores de paz se atreven a quedarse

Finalmente, el Papa resaltó que "los constructores de la paz se atreven a quedarse, incluso cuando ello supone un sacrificio". Y se que "hay momentos en los que es más fácil  huir o, simplemente, resulta más conveniente irse a otro lugar".

"Se necesita mucho valor y visión de futuro para quedarse o volver al propio país, considerando dignas de amor y dedicación incluso en condiciones bastante difíciles", culminó el Papa. "Sabemos que la incertidumbre, la violencia, la pobreza y muchas otras  amenazas producen aquí, como en otros lugares del mundo, una hemorragia de jóvenes y familias que buscan un futuro en otros lugares, a pesar del gran dolor que representa dejar su patria", asumió. "Sin embargo, no debemos olvidar que permanecer en la patria y colaborar día a día  al desarrollo de la civilización del amor y de la paz sigue siendo algo muy loable".

En este sentido, el Papa reivindicó el trabajo de la Iglesia por la dignidad de todos, los que se trasladan a otros países y los que no quieren verse obligados a partir. "La movilidad humana, de hecho, representa una inmensa  oportunidad de encuentro y enriquecimiento mutuo, pero no borra el vínculo especial que une a cada  uno con determinados lugares, a los que debe su identidad de una manera totalmente peculiar. Y la  paz siempre crece en un contexto vital concreto, hecho de vínculos geográficos, históricos y  espirituales", reivindicó León XIV, quien animó a "alentar a quienes los favorecen y se nutren de ellos, sin ceder al localismo  y al nacionalismo".

Bienaventuradas las mujeres  que trabajan por la paz y bienaventurados los jóvenes que permanecen o regresan, para que el Líbano  siga siendo una tierra llena de vida

Recordando a Francisco y su Fratelli tutti, León se preguntó "¿qué hacer para que sobre  todo los jóvenes no se sientan obligados a abandonar su tierra y emigrar? ¿Cómo motivarlos a no  buscar la paz en otros lugares, sino a encontrar garantías y convertirse en protagonistas de la misma  en su tierra natal?". En este sentido, el Papa llamó a cristianos y musulmanes, junto con todos los sectores religiosos y civiles de la sociedad libanesa, a "hacer su propia aportación y a asumir el compromiso  de sensibilizar a la comunidad internacional".

Fieles desafiando a la lluvia en Beirut
Fieles desafiando a la lluvia en Beirut

Finalmente, el Papa subrayó el "papel imprescindible de las mujeres en el arduo y  paciente compromiso de custodiar y construir la paz". "No olvidemos que las mujeres tienen una  capacidad específica para trabajar por la paz, porque saben custodiar y desarrollar vínculos profundos  con la vida, con las personas y con los lugares", señaló Prevost, quien defendió "su participación en la vida social y política, así como  en la de sus propias comunidades religiosas, al igual que la fuerza que proviene de los jóvenes", que "representa en todo el mundo un factor de verdadera renovación". "Bienaventuradas, pues, las mujeres  que trabajan por la paz y bienaventurados los jóvenes que permanecen o regresan, para que el Líbano  siga siendo una tierra llena de vida", finalizó.  

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