"La convivencia no se sufre, se promueve", advierte el patriarca de Jerusalén desde Belén Pizzaballa exhorta a Israel a "poner fin a años de ocupación y violencia" en Palestina

Pizzaballa, en Belén
Pizzaballa, en Belén

"Hay muchas voces que hablan de Jesús en el Evangelio, pero no todas conducen a él"

"Sería una falta de fe limitarnos a denunciar el mal y no comprometernos, en cambio, a planificar y construir un futuro de bien con esperanza"

"También es tarea nuestra, de la Iglesia, aprender y promover la escucha y ayudar a reconocer y promover las voces que hablan de comunión, acogida y respeto, en los diferentes ámbitos de la sociedad"

"No podemos dejar de pensar en nuestra Palestina, el país en el que nos encontramos hoy", proclamó Pizzaballa. "¿Qué pasa con este país, siempre esperando un futuro de paz que parece no llegar nunca? La voz del dolor de este pueblo es realmente fuerte, ensordecedora"

Nochebuena extraña en Belén. La ciudad que vio nacer al niño Dios se presenta casi vacía, sin apenas turistas, únicamente medio millar de cristianos a quienes Israel ha otorgado salvoconducto para llegar a la gruta donde nació todo y que, sí, esta vez, pudieron llenar el templo.

El coronavirus ha cambiado, por segunda vez consecutiva, las tradiciones de la Navidad en Tierra Santa. Ello no impidió que el patriarca de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, celebrara el nacimiento de Jesús desde el lugar en el que empezó todo, junto al alcalde de Belén y al presidente de la Autoridad Nacional Palestina.

"La ciudad está de fiesta. En comparación con la Navidad del año pasado, la participación es mucho mayor y esta es una señal alentadora", comenzó el franciscano, quien lamentó la ausencia de peregrinos "que por segundo año consecutivo no pueden estar con nosotros, debido a la actual emergencia sanitaria, que se está alargando más de lo que uno podría imaginar. Recemos por ellos y al mismo tiempo pedimos sus oraciones, para que todo esto acabe pronto y que la ciudad de Belén vuelva a estar llena de peregrinos, como es su característica".

El patriarca también recordó a las familias que "se sostienen gracias a las peregrinaciones" y que "llevan más de dos años sin trabajar".

"Vivir la Navidad, escuchar la voz de Dios"

"El nacimiento de Jesucristo en la gruta de Belén cambió la historia de la humanidad", explicó en su homilía, en la que destacó que "para vivir la Navidad es necesario escuchar la voz de Dios", "dejarnos guiar por la voz de sus testigos", pero escuchando bien, porque "hay muchas voces que hablan de Jesús en el Evangelio, pero no todas conducen a él".

De María a Herodes. "Para encontrar a Jesús es necesario confiar en alguien que lo conozca y que nos ayude a acercarnos a Él. Escuchar un testimonio creíble también nos permite ver de una manera nueva, abriéndonos a una lectura diferente de la realidad. Escuchar necesita un corazón de carne, dócil, que se deje herir por el otro, que sabe amar", explicó Pizzaballa.

¿Qué voces, hoy, dirigen nuestro pensamiento y acciones?, se preguntó el patriarca. "¿Qué testigos escuchamos hoy? En este último año, en definitiva, donde nos han involucrado viejas y nuevas crisis, ¿qué voz hemos seguido?", prosiguió. "No es una pregunta retórica. En esta Babilonia de anuncios, declaraciones y profecías modernas, llegados a través de los múltiples medios, necesitamos buscar y redescubrir la voz que nos lleva a Jesús y a la salvación, que abre los corazones a la esperanza".

Testigos para llegar a Belén

"Necesitamos testigos en los que confiemos para encontrar el camino a Belén, que nos abra al futuro con confianza, que sepa ver y nos deje ver el bien que crece, y no solo el mal y el dolor, que también están presentes, pero que no pueden  ser nuestro único criterio para evaluar la situación actual", subrayó, denunciando que "sería una falta de fe limitarnos a denunciar el mal y no comprometernos, en cambio, a planificar y construir un futuro de bien con esperanza".

"Pienso primero en la voz que resonó en Chipre, la voz del Papa Francisco durante su visita a esta parte de nuestra diócesis", evocó el arzobispo, recordando la visita papal. Chipre "recoge en sí misma las contradicciones que agitan el Mediterráneo, donde se concentran las luchas de poder y los enormes intereses en las fuentes de energía, pero también donde asistimos a la tragedia de miles de refugiados".

Allí, subrayó, "el Papa Francisco nos recordó el significado de la paciencia, que no significa permanecer inertes, sino estar disponibles para la acción impredecible del Espíritu Santo", haciendo espacio para el otro. Lo que vale para Chipre, para Jordania (país al que agradeció, pese a la crisis, seguir siendo el mayor país del mundo en acoger refugiados, pese a "estos tiempos de sectarismo político y religioso")... incluso en Israel.

Divisiones en Israel

"No faltan voces diferentes incluso en Israel", señaló. "Preocupantes rumores de divisiones sociales cada vez mayores dentro de la sociedad, que especialmente el pasado mes de mayo, durante el enésimo conflicto con Gaza, surgieron dolorosamente", insistió el patriarca, quien recordó que "la convivencia no se sufre, se promueve".

"¿Qué pasa con este país, siempre esperando un futuro de paz que parece no llegar nunca? La voz del dolor de este pueblo es realmente fuerte, ensordecedora. Un pueblo que necesita vivir la justicia, que quiere conocer la libertad, que está cansado de esperar que se le permita vivir libre y con dignidad en su tierra y hogar, que no quiere vivir solo de permisos de entrada o salida o trabajo o de lo que sea necesario para vivir en ese momento"

"Siempre es fruto de un deseo sincero y real, que se construye concretamente. También es tarea nuestra, de la Iglesia, aprender y promover la escucha y ayudar a reconocer y promover las voces que hablan de comunión, acogida y respeto, en los diferentes ámbitos de la sociedad", añadió.

"Y finalmente, no podemos dejar de pensar en nuestra Palestina, el país en el que nos encontramos hoy", proclamó Pizzaballa. "¿Qué pasa con este país, siempre esperando un futuro de paz que parece no llegar nunca? La voz del dolor de este pueblo es realmente fuerte, ensordecedora. Un pueblo que necesita vivir la justicia, que quiere conocer la libertad, que está cansado de esperar que se le permita vivir libre y con dignidad en su tierra y hogar, que no quiere vivir solo de permisos de entrada o salida o trabajo o de lo que sea necesario para vivir en ese momento", denunció.

"No se necesitan concesiones, sino derechos, y poner fin a años de ocupación y violencia, con todas sus dramáticas consecuencias en la vida de cada individuo y de la comunidad en general, generando nuevas relaciones en las que reine la confianza mutua y no la desconfianza", sostuvo.

"Parece que las voces a escuchar son las del resentimiento, los prejuicios, los malentendidos, las sospechas, los miedos, el cansancio, que lamentablemente muchas veces afloran en nuestros discursos y encuentran espacio en muchos corazones. ¡Pero no tiene por qué ser así! ¡Un cristiano no puede permitírselo!",

"Parece que las voces a escuchar son las del resentimiento, los prejuicios, los malentendidos, las sospechas, los miedos, el cansancio, que lamentablemente muchas veces afloran en nuestros discursos y encuentran espacio en muchos corazones. ¡Pero no tiene por qué ser así! ¡Un cristiano no puede permitírselo!", clamó el prelado, quien evocó una reciente visita a Gaza para subrayar que "incluso en las situaciones más difíciles, verdaderamente problemáticas, hay lugar para el amor, la solidaridad y la alegría". 

Finalmente, dirigiéndose a la Iglesia de Tierra Santa, Pizzaballa preguntó:"¿Cómo y dónde escuchamos hoy la voz de Dios? En nuestro mundo desgarrado y dividido, ¿puede un Niño nacido hace dos mil años realmente traer paz hoy?" La respuesta de la Iglesia es la misma de siempre, pero siempre nueva: "nos anuncia que la salvación pasa precisamente por ese Niño inocente e indefenso, y que sí, la Omnipotencia se manifiesta precisamente en esa forma frágil y débil".

Primero, Religión Digital
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