"Este virus no hace ninguna diferencia en la política, las razas, las religiones" Pizzaballa: "Estamos viviendo un momento de dolor, un momento de silencio"

Pizzaballa observa Jerusalén desde el Monte de los Olivos
Pizzaballa observa Jerusalén desde el Monte de los Olivos

“Para la Pascua el coronavirus no debe detener nuestra fe en Cristo y en el poder de su Resurrección"

“Los palestinos e israelíes que no se han pronunciado durante años están colaborando ahora para tratar de tener una estrategia común frente a este enemigo común que es el virus”

“Hoy en día están totalmente vacíos, por lo que los Lugares Santos casi parecen sufrir junto con la población”

(Vatican News).- La oración en la familia y la unidad dentro de la comunidad cristiana, pero no sólo. La emergencia causada por el COVID-19 tiene dos caras en Tierra Santa. La del contagio, que entre Israel y los Territorios Palestinos se acerca a las diez mil personas, que obliga a mantener cerrados al público los Lugares Santos, con la consiguiente "falta de trabajo" y "perspectivas económicas muy frágiles", y la otra que no "impide rezar " y que impulsa a una colaboración entre israelíes y palestinos en favor de una "estrategia común" contra la propagación del coronavirus.

El poder de la Resurrección

El Arzobispo Pierbattista Pizzaballa, Administrador apostólico del Patriarcado Latino de Jerusalén, recuerda que después de dirigir la oración del Domingo de Ramos en el Dominus Flevit, en el Monte de los Olivos de Jerusalén, que este año sustituyó la tradicional procesión de Betfagé a la Basílica de Santa Ana, todas las celebraciones pascuales en Tierra Santa tienen en cuenta las restricciones debidas a los riesgos de propagación del virus. De hecho, la Misa Crismal se ha trasladado a Jerusalén durante el período de Pentecostés. Mientras el Triduo se celebrará en la iglesia con catedral del Patriarcado Latino y se transmitirá en vivo desde el Christian Media Center. A la vez que afirma:

“Para la Pascua el coronavirus no debe detener nuestra fe en Cristo y en el poder de su Resurrección”

El virus no hace ninguna diferencia en la política, las razas o las religiones

Entre otras cosas, el Arzobispo Pizzaballa dice que, ante todo, tienen necesidad de la oración. Que si bien la hacen siempre, hoy la liturgia es, ciertamente, limitada. Lo que, sin embargo, no les impide rezar y sobre todo recuperar un aspecto de la vida de la fe que han perdido un poco, es decir, rezar juntos en la familia, y luego preservar la unidad, en la medida de lo posible, no sólo entre la comunidad cristiana sino con todos, porque lo que han visto es que este virus no hace ninguna diferencia en la política, las razas, las religiones.

Pizzaballa, desde el Monte de los Olivos

Ante la pregunta acerca de cómo se está afrontando la emergencia en las zonas en las que aún no hay paz, donde la gente está sufriendo las consecuencias del conflicto israelí-palestino, como Belén o Gaza, el Arzobispo explica que son situaciones muy diferentes. Pero, a pesar de las diferentes legislaciones, todos están experimentando el mismo cierre total, tanto en Israel como en Palestina. Especialmente en algunas zonas de Israel,  pero un poco en todo el país y también en Belén y en las diversas regiones. De manera que en esto están unidos y la política no ha dividido. Y también destaca que en toda esta situación hay también un aspecto positivo:

“Los palestinos e israelíes que no se han pronunciado durante años están colaborando ahora para tratar de tener una estrategia común frente a este enemigo común que es el virus”

Los Lugares Santos parecen sufrir junto con la población

Al pedirle que hable acerca de lo que significa realmente el coronavirus para los Lugares Santos, para los cuales las peregrinaciones de todo el mundo son cruciales desde el punto de vista de la fe y de la supervivencia y de la economía, afirma que “esto es algo nuevo que nos preocupa un poco”.

Y recuerda que la última vez que vio los Lugares Santos totalmente vacíos fue durante el difícil período de la Segunda Intifada, alrededor del año 2002, aunque de todos modos estaban abiertos y había un pequeño movimiento. “Hoy en día están totalmente vacíos, por lo que los Lugares Santos casi parecen sufrir junto con la población”. Y luego está el aspecto económico, que les preocupa mucho, porque deben darse cuenta de que durante los próximos meses, y por lo menos durante un año, según algunos, vivirán esta situación y esto, desde el punto de vista económico, será un gran problema para miles de familias.

Basílica del Santo Sepulcro

La gente está preocupada y asustada

En cuanto al modo de reaccionar de la gente, el Arzobispo explica que ciertamente está preocupada y asustada. Teniendo en cuenta que hay diferentes sensibilidades,  afirma:

“Las imágenes que vienen del mundo y sobre todo de Italia y luego esta situación de bloqueo total y la economía paralizada han creado un sentimiento de desorientación y angustia porque el miedo en general está frente a un enemigo que conoces: este enemigo, en cambio, no se conoce, crea, por lo tanto, una situación de mayor desorientación”

También le hemos preguntado al Arzobispo cuál fue su reflexión y su bendición con una reliquia de la verdadera Cruz de Cristo el Domingo de Ramos en el Monte de los Olivos, en Dominus Flevit, teniendo en cuenta que la procesión había sido anulada. A lo que respondió que dos razones determinaron esta situación. En primer lugar, porque las limitaciones eran excesivas y por lo tanto habría sido muy complicado gestionarla. Y después, porque, “honestamente”, no había espíritu. Debía tratarse de “un momento de celebración”, que prevé que la población sienta el espíritu de fiesta, pero que así no era…

La Cruz es un momento de dolor y el comienzo de la salvación

Por lo tanto, decidimos sustituir este momento de celebración por un momento de oración desde el Dominus Flevit, desde el lugar donde Jesús lloró sobre la ciudad, para unirse al llanto de Jesús sobre Jerusalén que para nosotros también es el símbolo de la humanidad, de la fraternidad humana, de todos los pueblos, de todos los credos. Y desde el momento que el trono de Jesús es la Cruz, con la Cruz hemos bendecido la ciudad y, en el corazón, a toda la humanidad, porque sabemos que la Cruz es un momento de dolor, pero también el comienzo de la salvación.

En cuanto a cómo se han organizado con los ritos que seguirán, el Arzobispo Pizzaballa explica que la Basílica del Santo Sepulcro está cerrada pero las ceremonias se celebrarán de todas formas. Mientras, desde el momento que todas las parroquias, debido a las limitaciones que ahora son comunes en todo el mundo, no pueden hacer sus celebraciones, ha pensado que, para mantener la unidad, desde la Iglesia del Patriarcado, con él o con el Obispo auxiliar, toda la comunidad de creyentes se reúna para rezar, con los seminaristas que harán un mínimo de animación. “Los ritos son los previstos – dice – obviamente con menos gente y con todas las atenciones y precauciones posibles”.

Jerusalén en momentos de pandemia
Jerusalén en momentos de pandemia

De la tradicional Colecta que se realizará el domingo 13 de septiembre, nos dice que es un recurso importante para Tierra Santa y para la Custodia Franciscana, para los Lugares Santos, para toda la animación y para las muchas comunidades que viven en torno a estas realidades. Y añade:

“Esta situación, con los Lugares Santos cerrados, con la falta de trabajo, con estas perspectivas económicas tan frágiles, también preocupa desde este punto de vista”

Dar expresión de lo que se cree firmemente

Asimismo afirma que en estas situaciones deben dar expresión de lo que creen firmemente:

“Nuestro futuro se fundamenta en la Resurrección de Cristo, en la fuerza invencible de ese momento que es el comienzo de la nueva historia del mundo. El coronavirus no debe detener nuestra fe en Cristo y el poder de su Resurrección. Estamos viviendo un momento de dolor, un momento de silencio. He aquí: de este silencio podemos encontrar nuevas palabras, de este vacío puede surgir una nueva riqueza para nuestra vida, es decir, volver a lo esencial, ya que no podemos hacerlo todo, y volver a encontrar lo que es el corazón de nuestra vida de fe, que es también nuestra vida social, eclesial, personal y familiar”

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