Tres muertos y siete heridos, todos católicos, mucho terror y lágrimas El ejército birmano lanza un ataque aéreo sobre los campos de refugiados

Funeral católico por las víctimas
Funeral católico por las víctimas

La muerte de civiles inocentes es el triste balance del ataque aéreo que el ejército birmano: dos hermanas Natalia, de 18 años, y la pequeña Rosetta, de 7; y un hombre, Felice, de 50 años

Los refugiados habían huido de la cercana aldea de Moso, donde el 24 de diciembre se encontraron los cuerpos carbonizados de al menos 35 civiles, todos ellos católicos, asesinados por soldados birmanos en lo que se ha descrito como la "masacre de Navidad"

Esta mañana, 18 de enero, la comunidad católica se ha reunido en el monte para celebrar un sencillo y sobrio rito fúnebre

En el este de Myanmar continúan los combates y los bombardeos aéreos y de artillería. Los católicos desplazados, señala Gabriel, uno de los bautizados en Moso, a la Agencia Fides, viven “en la persecución pero confían en Dios

(Agencia Fides).- Tres muertos y siete heridos, todos católicos, mucho terror y lágrimas: este es el balance del ataque aéreo que el ejército birmano, “Tatmadaw”, lanzó en la madrugada del 17 de enero, sobre los campos de refugiados en los bosques cercanos a Loikaw, capital del estado birmano de Kayah, en el este del país. Según explican a la Agencia Fides fuentes de la Iglesia católica local, los refugiados habían huido de sus pueblos y de Loikaw, que había quedado desierta, mientras se producían enfrentamientos entre el ejército y las Fuerzas de Defensa Popular, milicias espontáneas que surgieron en todo el país tras el golpe de Estado del 1 de febrero de 2021.

Entre los desplazados internos hay muchos católicos, que han abandonado sus hogares y parroquias, encontrando refugio en los bosques. En esas zonas pobladas por muchos civiles inocentes - ancianos, mujeres, niños - el “Tatmadaw” lanzó ataques aéreos que causaron la muerte de tres personas: dos hermanas, Natalia, de 18 años, y la pequeña Rosetta, de 7; y un hombre, Felice, de 50 años. Todos ellos habían huido de la cercana aldea de Moso, donde el 24 de diciembre se encontraron los cuerpos carbonizados de al menos 35 civiles, todos ellos católicos, asesinados por soldados birmanos en lo que se ha descrito como la "masacre de Navidad".

Esta mañana, 18 de enero, la comunidad católica se ha reunido en el monte para celebrar un sencillo y sobrio rito fúnebre. En medio de la emoción general, el sacerdote católico P. Jacob Khun ha pronunciado unas breves palabras en recuerdo de las víctimas, llamando a la esperanza y a la oración.

En el este de Myanmar continúan los combates y los bombardeos aéreos y de artillería. En los últimos días, la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús de Doukhu también ha sido golpeada, mientras que las iglesias se transforman a menudo en centros de acogida para los refugiados. Las seis parroquias católicas de la ciudad de Loikaw están desiertas, y los fieles, expuestos al hambre, el frío, la pobreza y la violencia, necesitan ayuda material y consuelo espiritual.

Los católicos desplazados, señala Gabriel, uno de los bautizados en Moso, a la Agencia Fides, viven “en la persecución pero confían en Dios, Salvador y protector, con la certeza de que no nos abandona. No tenemos nada, lo necesitamos todo, pero el Señor proveerá”.

Primero, Religión Digital

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