Los prelados ruegan que la pandemia sea motivo para la conversión de todos Como rana en agua hirviendo: la llamada a la oración de los obispos filipinos por el país

El Papa saluda a monseñor David
El Papa saluda a monseñor David

Los obispos, escandalizados por el hecho de que las voces discrepantes a la nueva legislación no fueron escuchadas, han propuesto esta metáfora del estado actual del país: una rana en agua hirviente

Monseñor David es un conocido crítico del presidente de Filipinas.  Su gestión profética fue alabada públicamente por el papa Francisco con una bendición especial en el transcurso de una audiencia concedida a los obispos filipinos durante la visita 'ad limina' de los mismos el año pasado

A esta crisis sanitaria sin precedentes, la respuesta del gobierno filipino ha sido tachada por varios sectores de militarista y no humanitaria ni epidemiológica o científica

Desde hace más de un mes, con las desescaladas, varias ciudades, diócesis y parroquias ya han reiniciado el culto público pero limitando el número de asistentes al diez por ciento del aforo de los templos, amén de otras medidas sanitarias -como por ejemplo la toma de temperaturas a la entrada, las distancias de seguridad, la desinfección continua de las instalaciones parroquiales y el uso de geles desinfectantes o productos similares-, conforme a las normas emitidas por la comisión interinstitucional del gobierno filipino encargada de vigilar, coordinar e implementar las medida necesarias a la luz de la crisis pandémica del COVID-19. 

Por ejemplo, Metro Manila (que comprende Manila y las ciudades circundantes) desde el 1 de junio se encuentra bajo el régimen de Cuarentena Comunitaria Generalizada (General Community Quarantine), lo cual ha permitido ciertos relajamientos parecidos a la fase dos en España.  Pero no todas las parroquias en dicha región han vuelto a tener las celebraciones públicas de la liturgia debido a brotes y rebrotes, sobre todo en zonas en que abundan los pobres quienes viven comprimidos como sardinas en lata, por así decirlo.

            El 19.07.2020 se ha leído como homilía en las misas en Filipinas, tanto presenciales como transmitidas por televisión, radio e internet, una carta pastoral, breve pero sustanciosa, firmada el 16.07.2020 por Mons. Pablo Virgilio David, obispo de Kalookan y presidente en funciones de la Conferencia Episcopal Filipina.  Ello se debe a que Mons. Rómulo Valles, el presidente del Comité Ejecutivo de la misma y arzobispo de Davao, se encuentra indispuesto debido a un accidente cerebrovascular leve el 23.05.2020 mas la evolución de la enfermedad es positiva según una declaración reciente a la prensa del vicario general de la sede davaoeña.

Monseñor David

David es un conocido crítico del presidente de Filipinas.  Su gestión profética fue alabada públicamente por el papa Francisco con una bendición especial en el transcurso de una audiencia concedida a los obispos filipinos durante la visita 'ad limina' de los mismos el año pasado.  David no es el único obispo crítico de Duterte.  Fue acusado de subversión, junto a otros prelados filipinos (Socrates Villages de Lingayen-Dagupan, Honesto Ongtioco de Cubao y Teodoro Bacani, emérito de Novaliches) pero dicho caso no tenía méritos por lo que el Ministerio de Justicia retiró los cargos el febrero pasado.   Cabe recordar aquí que también varios clérigos, religiosos y laicos fueron acusados de la misma.  Por otro lado, Valles es el prelado de la diócesis de la ciudad de residencia del presidente Duterte, cuya alcadesa es la hija del dirigente filipino. 

Existe la impresión generalizada de que la elección del prelado davaoeño, un hombre conocido por su gran sentido pastoral y evangélico, al frente de la Conferencia Episcopal Filipina se debe a una táctica diplomática de los obispos filipinos dentro de la dinámica no exenta de dificultades de relacionarse con el personaje fuera de serie que es el ejecutivo filipino, notorio en el mundo entero por no tener pelos en la lengua.  Un botón de muestra: Duterte, sin titubeos, llamó 'hijo de puta' a Mons. David en 2019. Otro botón de muestra: también había sido blanco de la ira dutertiana el papa Francisco, con los mismos términos, durante la visita papal a Filipinas en 2015, cuando el actual presidente de Filipinas todavía era alcalde de la Ciudad de Davao.

            La carta de dos páginas fue redactada más de una semana antes del Discurso a la Nación del presidente ante el congreso filipino, previsto para el 27.07.2020, toma como fondo el paisaje sociopolítico sombrío y desolador del país sobre todo a la luz de la nueva ley antiterrorista de 2020, que entró en vigor el 18.07.2020 pese a las diversas peticiones presentadas ante el Tribunal Supremo Filipino que cuestionan la constitucionalidad de la misma.  Fue redactada por los aliados en el Congreso del presidente y promulgada por el mismo presidente Duterte en sustitución de la Ley de Seguridad Humana de 2007. 

A esta crisis sanitaria sin precedentes, la respuesta del gobierno filipino ha sido tachada por varios sectores de militarista y no humanitaria ni epidemiológica o científica en la imposición de orden y disciplina, en el acoso a las voces críticas al gobierno (empezando con los periodistas), el encarcelamiento injustificado de personajes como la senadora Leila de Lima (una de las más destacadas críticas del régimen del presidente actual), las ejecuciones extrajudiciales de sospechosos de ser narcotraficantes  y en la denegación por parte del congreso filipino de la solicitud de la renovación de la licencia de operaciones del canal televisivo más grande del país, ABS-CBN, objeto de la ira presidencial desde el período de los comicios presidenciales en 2016. 

Duterte

Los obispos, escandalizados por el hecho de que las voces discrepantes a la nueva legislación no fueron escuchadas, han propuesto esta metáfora del estado actual del país: una rana en agua hirviente ('en agua que está hirviéndose lentamente'  dice el texto en su versión original en inglés), refiriéndose sin duda sobre todo a una atmósfera perjudicial a la libertad de expresión pero que sigue afirmándose como democrática (mas en realidad es solo una apariencia o simulacro de democracia o 'semblance of democracy').

            Los prelados filipinos inician la carta, tras citar al profeta Oseas 10, 12 ('Sembrad según justicia, cosechad con lealtad, roturad su barbecho, que estáis a tiempo de buscar al Señor, hasta que venga y os dé la lluvia conveniente'), haciéndose eco de la denuncia del Cardenal Charles Maung Bo, arzobispo de Yangon y presidente de la Confederación de Obispos Asiáticos, de la ley de seguridad nacional de Hong Kong.  Los obispos subrayan, a tenor de ello, el paralelismo de la experiencia de los hongkoneses con la de los filipinos.  El desarrollo de los argumentos de la carta hace inevitable la comparación de la nueva ley antiterrorista con la Ley Marcial de 1972 promulgada por el entonces presidente Ferdinand Marcos. Esta nueva ley antiterrorista, siguiendo la estela del dictador filipino, permite, entre otras cosas, las escuchas telefónicas sin orden judicial y los arrestos arbitrarios de sospechosos sin orden judicial y sin posibilidad de libertad condicional.

            Afirman los mitrados de las islas filipinas que les brinda consuelo la gestión de varios grupos compuestos por letrados, expertos y gente ordinaria -con intenciones nobles y dotados de una objetividad intelectual admirable-, que han presentado mociones ante el Tribunal Supremo poniendo en cuestión la legalidad y la constitucionalidad de la nueva ley antiterrorista, conforme a los dictámenes de su conciencia.  Igualmente, los prelados han expresado su deseo que haya más gente de esta misma orientación que son imprescindible en el funcionamiento estable del sistema democrático. La misiva pastoral también expresa una invitación, llamando a los fieles a la oración frente al enemigo invisible que ha causado estragos en la nación con el sufrimiento y la incertidumbre que trae consigo.  Los autores de la carta también ofrecen oraciones por los funcionarios públicos, cuya motivación única es el amor hacia la Patria y el servicio público, para que se les conceda la valentía necesaria en orden a seguir luchando por la verdad y la justicia.

A tenor de todo ello, los pastores del archipiélago magallánico también ruegan que la pandemia sea motivo para la conversión de todos, esto es, que sea ocasión para que todos sepamos, por una parte, superar nuestras lealtades motivadas por razones personales y políticas; y, por otra, aspirar al bien común, mediante una respuesta caracterizada por la misericordia y compasión hacia los pobres, los desamparados y los sectores más vulnerables de nuestra sociedad.  Como broche de oro a su carta pastoral, escrita con el corazón en la mano, los obispos filipinos evocan esas palabras entrañables de Jesús que son recordatorio y advertencia para todos: 'Cada vez que lo hicisteis con uno de estos hermanos míos tan pequeños, lo hicisteis conmigo' (Mt. 25, 40).

Duterte apoyado por una iglesia
Duterte apoyado por una iglesia

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