La culminación de la vida de un creyente, amigo fuerte de Dios P. Alfredo, fundador de las aldeas de los niños, hermano menor franciscano y profeta

El padre Alfredo, rodeado de niños, para quienes fue un regalo
El padre Alfredo, rodeado de niños, para quienes fue un regalo

El padre Alfredo pasó por la vida como Jesús haciendo el bien a todos y, sobre todo, a los niños, los más vulnerables

En 1980 abre en Santa Cruz de la Sierra la primera aldea, que hoy tiene 11 casas de familia, una residencia para adolescentes y para jóvenes. Más tarde en 1997 crea el centro de madres solteras “Madre María”

Hermano y profeta menor, itinerante por caminos nuevos, samaritano por amor, profeta por vocación en el mundo infantil destacó por su sensibilidad humana, espiritual y social

Hoy hacemos memoria agradecida de nuestro buen franciscano ha sido un regalo que nos ha hecho el Señor a todos. Y especialmente a los niños de sus aldeas infantiles

La muerte del P. Alfredo, hermano y profeta menor, es la culminación de la vida de un creyente, amigo fuerte de Dios, Franciscano, presbítero, una persona esencialmente buena, evangélica, hermano y profeta menor, que pasó por la vida como Jesús haciendo el bien a todos y, sobre todo, a los niños, los más vulnerables.

Hoy hacemos memoria agradecida de nuestro buen franciscano. Había nacido en Austria. Profesó en la orden de los hermanos menores franciscanos. Fue enviado a Bolivia como misionero el año 1965 a San José de Chiquitos. Como buen misionero intuyó y plasmó el mismo proyecto de Jesús, es decir, un proyecto de evangelización, anunciar el Reino de Dios y un proyecto de humanización en favor de los niños necesitados.

El P. Alfredo seguidor y discípulo de Jesús, en 1967 funda las aldeas que llevan su nombre, para acoger y educar a los niños en situación precaria. En 1980 abre en Santa Cruz de la Sierra la primera aldea, que hoy tiene 11 casas de familia, una residencia para adolescentes y para jóvenes. Más tarde en 1997 crea el centro de madres solteras “Madre María”, además del centro de capacitación en Clara Chuchío.

Esta es su biografía franciscana, sencilla, generosa, compartida, vivida a tope con la infancia marginada y excluida. Pero ¿cuál fue la clave de su vida? Una espiritualidad franciscana menor, evangélica, vivida y aplicada en la dura e injusta realidad de la infancia abandonada, con toda su problemática.

Ese era el P. Alfredo, el hermano y profeta menor, siempre sonriente, alegre, feliz, lo mismo cuando celebraba la Eucaristía, que cuando acogía, enseñaba y se entretenía con los niños.

Un cantor de nuestro tiempo se pregunta ¿Dónde están los profetas que en otros tiempos nos dieron esperanzas y fuerzas para andar? El P. Alfredo ejerció de profeta, infundía esperanza y fuerzas para andar, anunciaba a Jesús liberador de todas las esclavitudes, sometimientos y abusos en el mundo infantil.

El P. Alfredo, hermano y profeta menor, itinerante por caminos nuevos, samaritano por amor, profeta por vocación en el mundo infantil destacó por su sensibilidad humana, espiritual y social. Recibía y transmitía los mensajes del TOTALMENTE OTRO, de Dios

No seríamos justos si no damos gracias a Dios, si no reconocemos que nuestro buen franciscano ha sido un regalo que nos ha hecho el Señor a todos. Y especialmente a los niños de sus aldeas infantiles.

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