Algo nuevo se escancia por los fértiles pozos del alma de Cuba. Mes a mes, día a día, se viene reconociendo la excelencia de la obra lírica de Buesa. Lo último que nos llega es un escrito aparecido el pasado jueves en "La gaceta de Cuba", órgano de expresión de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, que reivindican, con honestidad y justeza, el luminoso rastro, el embriagador perfume que no cesa, de los escritos del poeta cienfueguino. Así se manifiesta Virgilio López Lemus:
"Hoy 2 de septiembre, nació en Cruces, en 1910, el poeta José Ángel Buesa. No hemos sido justos con él durante los últimos cincuenta años, sobre todo la crítica de poesía en Cuba.
El pueblo no sólo no lo ha olvidado, sino que lo sigue leyendo. No fue el poeta genial que afirmaron sus admiradores a toda costa. Pero tampoco fue el pésimo poeta cursi del que no pocos hicieron mofa, o lo omitieron en sus estudios."
Prosigue, emocionado y solidario, el ilustre miembro de la UNEAC:
"Cien años es bastante tiempo para resistir en la memoria. Su primer libro fue de 1932, han pasado ochenta años desde que comenzó a publicar su poesía en revistas. La permanencia en la memoria del pueblo por tanto tiempo, debe tener razones justificadas. Expresó elementos de la identidad cubana relativos a lo emocional. Y su poesía sigue viva.
Nos guste o no nos guste este poeta de obra tan criticable como la de cualquier creador, de más altos o más bajos aciertos, esa obra es patrimonio de nuestra nación, y merece nuestro respeto, el respeto, además, que merece la porción del pueblo cubano que lo sigue amando, a pesar de todo."
Y cita, muy oportuno, estremecidos versos del poeta del corazón:
"Yo volveré algún día,
vivo o muerto. Pero ese día,
de cualquier manera,
será mi corazón como un desierto
que repentinamente floreciera."
Desde mi provecta edad, me apetece acercarme al Oasis de su poesía y endulzarme los labios con dátiles de sus palmeras. Y beber agua manantial, agua de juventud, de su exquisito poemario. ¿Me acompañáis en la aventura de bucear sentimentalmente por dos de sus más bellos poemas de amor?
"NO, AMOR, NO LLEGAS TARDE..."
Leamos, en primer lugar, de uno de los más populares poemas de Buesa, "Balada del loco amor", uno de los más recordados textos: "... todas las cosas / tienen su tiempo justo, como el trigo y las rosas". Que no pierda la esperanza la persona mayor de un amor hermoso a cualquier edad, a cualquier hora ("No, amor, no llegas tarde.")...
BALADA DEL LOCO AMOR
I
No, nada llega tarde, porque todas las cosas
tienen su tiempo justo, como el trigo y las rosas;
sólo que, a diferencia de la espiga y la flor,
cualquier tiempo es el tiempo de que llegue el amor.
No, amor no llegas tarde. Tu corazón y el mío
saben secretamente que no hay amor tardío.
Amor, a cualquier hora, cuando toca a una puerta,
la toca desde adentro, porque ya estaba abierta.
Y hay un amor valiente y hay un amor cobarde,
pero, de cualquier modo, ninguno llega tarde.
Niño loco el amor, Cupido caprichoso, lanza perdidas flechas a todas las edades, a todas las fortunas, a todas las fronteras. También a la tercera edad,que pierde la cabeza y el dinero, acaso, en juvenil travesura. O descubre ternura por sus manos, sensibilidad por su piel, en definitivo juego de sensualidad y compañía.
II
Amor, el niño loco de la loca sonrisa,
viene con pasos lentos igual que viene aprisa;
pero nadie está a salvo, nadie, si el niño loco
lanza al azar su flecha, por divertirse un poco.
Así ocurre que un niño travieso se divierte,
y un hombre, un hombre triste, queda herido de muerte.
Y más, cuando la flecha se le encona en la herida,
porque lleva el veneno de una ilusión prohibida.
Y el hombre arde en su llama de pasión, y arde, y arde,
y ni siquiera entonces el amor llega tarde.
En el tercer tiempo, se dirige eróticamente a ella, su enamorada, confesando que al fin se están cumpliendo sus sueños, sus deseos de intimidad. Que, aunque hombre maduro que ha dejado muy atrás la estación del trigo y de las flores, siempre son bien recibidos los besos y las caricias del amor.
III
No, yo no diré nunca qué noche de verano
me estremeció la fiebre de tu mano en mi mano.
No diré que esa noche que sólo a ti te digo
se me encendió en la sangre lo que soñé contigo.
No, no diré esas cosas, y, todavía menos,
la delicia culpable de contemplar tus senos.
Y no diré tampoco lo que vi en tu mirada,
que era como la llave de una puerta cerrada.
Nada más. No era el tiempo de la espiga y la flor,
y ni siquiera entonces llegó tarde el amor.
"CUANDO, COMO UN FULGOR, LLEGASTE TÚ DE PRONTO..."
Siempre en primera persona, se dirige el poeta a la dama de sus sueños que, en los últimos años de su aventura existencial, se le ha presentado –como un milagro– en carne mortal, definitivo y póstumo amor. Y es tan grande su alegría que ya no teme a la muerte, porque espera encontrarse con ella en los jardines de la Gloria, y vivir para siempre a su lado...
ÚLTIMO AMOR
Yo andaba entre la sombra,
cuando como un fulgor llegaste tú; de pronto,
con el último amor.
Pero bastó un efluvio de antiguas primaveras
para reconocerte, para saber quién eras.
Y eras la misteriosa mujer desconocida
que entristeció de un sueño lo mejor de mi vida;
la de las tardes grises y los claros de luna,
la que busqué entre tantas y no encontré en ninguna.
Y hoy tal vez como un premio, tal vez como un castigo,
lo mejor de mi vida será morir contigo.
He pensado esta noche, sintiéndote tan mía
que así como llegaste, pudieras irte un día.
Lo he pensado eso es todo, pero si sucediera,
dejaré que te vayas sin un adiós siquiera.
Y cuando te hayas ido —yo que nunca me quejo—,
me vestiré de luto y aprenderé a ser viejo.
Pero si me muriera sin poder olvidarte
y después de la muerte se llega a alguna parte;
preguntaré si hay sitio, para mí, junto a ti.
Y Dios, seguramente, responderá que sí.