Acontecen en la vida situaciones de repentina iluminación. En esos momentos uno lo ve todo con ojos nuevos. Es como si descubriéramos de pronto un mundo increíblemente bello que nos ha rodeado silenciosamente desde siempre. Recuerda J. W. N. Sullivan la primera experiencia de este tipo:
“Siendo niño, me topé con un muro revestido de hiedra que brillaba bajo la luz de una farola londinense. Quería llorar y quería rezar; llorar por el paraíso del que había sido exiliado, y rezar para hacerme merecedor de él”.
Descubren las almas profundas, como TAGORE, en torno a los seres bellos, radiantes halos de amor y eternidad.
FLORES
"¿CÓMO te cantaré y te adoraré, sol?”, le dijo la florecilla. Contestó el sol: “Con el silencio humilde de tu pureza” (Rabindranath Tagore).
199 “¡HE PERDIDO mi gotita de rocío!”, dice la flor al cielo de amanecer, que ha perdido todas sus estrellas.
215 DIOS espera volver a ganar sus propias flores, regaladas por las manos del hombre.
26 DIOS no espera respuesta por el sol ni por la tierra, sino por las flores que nos envía.
154 NO porque arranques sus hojas a la flor, cogerás su hermosura.
67 DIOS se cansa de los reinos, pero no de las florecillas.
263 ¡MÍRALA en el polvo, la pobre flor que quiso ser mariposa!
AGUA
LAS GOTAS de lluvia besaban a la tierra, y le decían bajito: “Somos tus hijas tristes, madre, que volvemos a ti desde el cielo” (Rabindranath Tagore).
249 ¡MIRA cómo las nubes negras se hacen flores del cielo, al beso de la luz!
180 LA LUZ del sol, me saluda sonriendo. La lluvia, su hermana triste, me habla en el corazón.
36 LA CASCADA canta: cuando llego a mi libertad, encuentro mi canción.
69 CANTA la cascada: “Aunque un poco de mi agua basta al sediento, ¡con qué alegría la regalo toda!”