Atención espiritual en “todas” las grandes tragedias, que la de cada cual ya es tragedia y grande.

Son las seis de la tarde de uno de los días más calurosos en la ciudad. Según me acerco con el coche voy descubriendo algunos detalles de una triste escena: Un cuerpo protegido por una sábana yace en la acera y es observado por dos personas, probablemente sanitarios, mientras la policía, tras acordonar la calle, mantiene a un grupo de personas, testigos de la tragedia, a la distancia preceptiva. No tardo en llegar a mi destino y mi primera reacción es coger el móvil y marcar el número del cura de la parroquia cercana al lugar de los hechos. Nadie les ha dicho nada, me dice que se acerca en un momento y me da las gracias por llamar.

Pocos minutos más tarde me devuelve la llamada: ha sido un niño de 4 años que ha caído desde un sexto piso. No tiene más datos, la policía no le ha dado tiempo ni para identificarse como sacerdote del barrio, le ha rogado se mantenga en la distancia preceptiva y el sacerdote, sin mediar más palabras, ha respetado las indicaciones del agente. Es probable que en las próximas 24 horas quizá sea la familia la que acuda a él.

Non solum sed etiam

El policía ha cumplido con su deber y ha aplicado el protocolo aprendido en la academia para estos casos. Además, que la víctima sea un niño de 4 años, seguramente, le hace ser más tajante en la protección de la intimidad del pequeño y de su familia. Pero …el sacerdote no era un espectador más, es un servidor con una función tan digna de ser tenida en cuenta como los servicios de seguridad y los servicios sanitarios.


Ya sé que en esta sociedad aconfesional, que no a-religiosa, esa imagen del sacerdote asistiendo espiritualmente a las víctimas de una tragedia parece haberse quedado en las películas en blanco y negro, pero las desgracias se repiten y el tema vuelve a estar sobre la mesa: El Ministerio de Justicia ha aceptado una propuesta de la Conferencia Episcopal Española para elaborar un protocolo de asistencia espiritual ante tragedias como la del reciente accidente aéreo de Germanwings. Se pretende garantizar un servicio espiritual a quienes se ven envueltos en la desgracia de perder un familiar de repente. En caso de tragedias con un número alto de víctimas se pretende que un sacerdote, un imán, un pastor, … se contemplen como personas parte de los equipos de emergencia para actuar desde el primer momento y ofrecer también una asistencia espiritual.

Yo iría más allá, y el desgraciado accidente de este niño me invita a exponer el tema para su debate por parte de quienes corresponda: Si un sacerdote se persona en el lugar de la tragedia, dejando muy claro los límites de su actuación para no interferir ni en la labor de los servicios sanitarios ni de la policía en su investigación y en sus tareas de seguridad, habría de ser aceptado como persona cualificada y cuyos servicios pueden ser demandados y agradecidos.

No me voy a privar de decirlo, seguramente algún detalle que identifique al sacerdote sería de gran ayuda para aceptar su presencia y su labor por parte del resto de personas a quienes su uniforme ya les acredita su papel en cada caso.

La oración en silencio, en la distancia preceptiva fijada por el cordón policial, está bien, pero está mejor una presencia identificada, donde el testimonio deje claro que la Iglesia quiere hacerse presente en todos los momentos de la vida, reír con el que ríe y llorar con el que llora.


¿y si la familia no quiere los servicios espirituales de ningún cura? Puede que se pregunte alguno. Pues, desde el respeto más escrupuloso el sacerdote se retiraría, como lo hicieron los servicios sanitarios cuando certificaron que nada podían hacer por la vida de ese niño.


Ojalá no haya que esperar a un protocolo para las grandes catástrofes y en mi ciudad, pionera en tantas cosas, se dé un paso al frente en esta cuestión. Que el guante lo recoja la Iglesia, el Ayuntamiento o el Gobierno Vasco ¡me da igual! Lo que planteo es la posibilidad de ofrecer, en la medida de las posibilidades y de cada situación, un equipo de urgencia completo.
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