Construir un programa político desde el Evangelio. 1

Mc, 9, 35. “El que quiera ser el primero, que sea vuestro servidor”



El 24 de mayo tendrán lugar las próximas elecciones municipales en un año que se prevén más citas con las urnas. La maquinaria de los partidos ya se ha puesto en marcha hace tiempo y dedican tiempo y dinero, mucho dinero, en tareas que les lleven a obtener el poder.

En un blog de análisis político y de comunicación (http://mneudecker.blogspot.com.es/2013/07/la-financiacion-de-los-partidos.html) he leído que la cifra del coste de las elecciones de noviembre de 2011 supuso la friolera de 65 millones de euros. 65 millones solo para luchar por obtener el poder, no para solucionar los problemas de los votantes, solo para obtener poder.

No hace mucho un sacerdote fue invitado por los políticos del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz a una reunión para abordar el tema de la revisión del sistema de la RGI y la campaña iniciada por el alcalde.


Este sacerdote no defendió la campaña ni se ensañó con sus precursores, y conoce muy de cerca los problemas de muchos de los perceptores de la RGI y de los que no reúnen los requisitos para siquiera solicitarla. Pero les dijo algo más importante: que es una lástima que dediquen el 99% de sus esfuerzos para alcanzar el poder y solo un 1% para ayudar al prójimo.

Non solum sed etiam.

Los escándalos económicos que salpican a los partidos políticos en mayor o menor medida y a muchos de sus miembros más destacados son por desgracia “elpannuestrodecadadia”, y da lo mismo que sean partidos centenarios que de nueva creación, todos o casi todos, padecen el mismo “esguince”.


Por otro lado da la impresión que hemos sido educados desde la infancia democrática en un sistema electoral donde prima el que más y mejor promete. “Puedo prometer y prometo” ¿Recuerdan?


Después de casi 40 años de democracia igual ha llegado el momento de cambiar y evolucionar a un “puedo demostrar y demuestro”. De esa manera, los votantes nos podríamos guiar más por un “qué ha sido capaz de hacer en cuatro años” , que se puede valorar tanto habiendo estado en el gobierno como en la oposición.
A los únicos a los que se les podría permitir el “os prometo/os aseguro que/ vamos a hacer…”, por primera vez, y sin que sirva de precedente, que ya somos todos mayorcitos, sería a los partidos que asoman la nariz en primera convocatoria, aunque no hay que dejar de mirarles la patita en todo caso, como en el cuento de los cabritillos.


Muchas veces me he preguntado si el Evangelio podría ser un libro de mesilla de un líder político, que se diga cristiano. De momento empiezo por este post que toma como base Mc. 9, 35 y que cada cual juzgue si gastarse 65 millones, o los que sean en cada caso, encaja con este principio que bien podría ser la leyenda del blasón de un político con vocación de servir a su pueblo. Y propongo meditar también si es, o no es, exagerado el comentario de ese sacerdote que en el fondo invitaba realmente a invertir los porcentajes en el desgaste de fuerzas y recursos. Y cómo sería una sociedad en la que los políticos destinasen el 99% a solucionar problemas, y el 1% a contárselo solo a los que no se hubiesen enterado de cómo lo habían hecho.
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