Carta abierta desde mi atalaya La Diócesis de Vitoria debe ser dueña de su rumbo

La Diócesis de Vitoria debe ser dueña de su rumbo
La Diócesis de Vitoria debe ser dueña de su rumbo VLG

Éramos una diócesis con una gran sensibilidad para la pastoral social, vivíamos de las rentas en la pastoral misionera y practicábamos una pastoral sacramental adaptada a cada feligresía y clérigo al frente

Con todo, sí existía un deseo y una necesidad de movimiento en la diócesis, una sensación de salir de la zona de confort, de abrirse más a la primavera de Francisco, de dejar entrar aires nuevos e incluso renovadores

Siete años han pasado desde el nombramiento de Elizalde y nadie puede negar que la Diócesis de Vitoria ha sufrido un “meneo”, aunque es evidente que no ha llovido a gusto de todos

Nuestra pastoral ha de ser misionera, y por eso también hemos de aceptar que otros vengan con la idea de ser misioneros de la Vieja Europa

Por eso es bueno, y aconsejable que no prescindamos de nadie, que la Diócesis sea de todos y para todos; que todas las tendencias se sientan acogidas y respaldadas

Bienvenidos los que quedan por venir porque aquí cabemos todos.

Ser un observador de la vida diocesana puede resultar muchas veces incómodo, y expresar lo que ven tus ojos y oyen tus oídos puede resultar incómodo para otros. 

Hace muchos años ya que soy observador de la vida de la Diócesis de Vitoria, de mi diócesis, y siempre me he sentido muy libre para decir lo que me resultaba grato e ingrato de nuestra vida diocesana. Así que, una vez más, voy a expresarme con libertad en este momento en el que mi diócesis está viviendo un proceso de transformación, quizá de catarsis, que pueda marcar la deriva de esta comunidad cristiana en la próxima década como mínimo.

Hace siete años se nombró como obispo para la Diócesis de Vitoria al sacerdote navarro Juan Carlos Elizalde. Elizalde, un hombre joven, dinámico, vinculado a la pastoral universitaria y peregrina en su diócesis de origen, que había asumido puestos de responsabilidad diocesana en Pamplona y que se había codeado durante su etapa como profesor con viejas y nuevas tendencias de la Iglesia. Un obispo nombrado por el Papa Francisco para una diócesis que, siendo parte de las Diócesis vascas, vivía en una etapa del final del terrorismo como condicionante de la vida pública y también eclesial y de una realidad diocesana anclada en el pasado, condicionada por el presente, y sin un futuro definido. 

La mano firme del Vicario General aseguraba el timón de un barco con un capitán bonachón y condescendiente. Había un sentimiento diocesano que convivía con los diversos reinos de taifas. Éramos una diócesis con una gran sensibilidad para la pastoral social, vivíamos de las rentas en la pastoral misionera y practicábamos una pastoral sacramental adaptada a cada feligresía y clérigo al frente.  La pastoral con jóvenes era una asignatura pendiente que no terminaba de sacar buenas notas en cada curso. La pastoral vocacional centraba sus esfuerzos en sacar brotes verdes de casa pero la pérdida de generaciones enteras eran las que daban sus frutos negativos, si habíamos perdido cancha en las familias era difícil sacar retoños del árbol seco. 

No obstante éramos una comunidad incombustible, a pesar de los fracasos se mantenían pequeños proyectos en todos los frentes. 

La pastoral en euskera iba ganando adeptos y espacios diocesanos, y las tradiciones devocionales y patronales estaban asentadas religiosa e institucionalmente. 

Con todo, sí existía un deseo y una necesidad de movimiento en la diócesis, una sensación de salir de la zona de confort, de abrirse más a la primavera de Francisco, de dejar entrar aires nuevos e incluso renovadores.

Ese deseo, aunque con objetivos y miras diferentes era compartido tanto por los sectores críticos progresistas como por los sectores críticos conservadores. La diócesis necesitaba “un meneo”. 

Y llegó Elizalde.

Elizalde llegó, como la mayoría de los obispos, fuera de las ternas de la rumorología; con todos los buenos deseos del mundo en el zurrón, y con las manos abiertas a construir entre todos la diócesis. Además se daba la circunstancia de que como obispo también se estrenaba en Vitoria. 

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Y un fenómeno que cabría estudiar y abordar, hasta por Iker Jiménez quizá, se volvió a producir. En el paso del presbiterado al episcopado se producen unos cambios, dignos de estudio como digo, que hacen que la misma persona sea otra muy diferente, o ¿quizá es que seamos los demás quienes la vemos diferente? Y todos los buenos deseos expresados en el día de la toma de posesión se van diluyendo o incluso desapareciendo. 

Así, quien se presenta como “padre, hermano, amigo" acaba siendo visto como “enemigo", las colaboraciones a mano abierta solicitadas son luego sometidas a un filtro de “calidad” e “identidad corporativa” y los nuevos aires parecen soplar solo de un lado. 

Siete años han pasado desde el nombramiento de Elizalde y nadie puede negar que la Diócesis de Vitoria ha sufrido un “meneo”, aunque es evidente que no ha llovido a gusto de todos. 

Desde mi atalaya este es un repaso somero y no detallado de algunos de los mejores y peores hitos de esta etapa:

Pastoral vocacional.

Como todo en la vida la botella se puede ver medio llena o medio vacía. Pero la realidad es la que es: De un seminario vacío hemos pasado a dos seminarios con un pequeño número de candidatos al sacerdocio en ambos, en el Diocesano y en el Redentoris Mater. Ahora bien, vocaciones locales escasas: un futuro presbítero y una joven que abraza la vida contemplativa creo que son los últimos datos. El resto son vocaciones de importación. ¿Que puedan acabar siendo el fermento en la masa? ¡Dios lo quiera! pero de momento lo que es la tierra, sigue sin dar muchos frutos en este campo. 

Pastoral con jóvenes

Creo que es un tema que quita el sueño a más de uno. Ni la misa joven de San Miguel, ni el “conbocados” con el obispo, ni otras convocatorias están moviendo de verdad a la juventud. Algunos actos se maquillan con la presencia en horario escolar de clases enteras llevadas por sus profesores a ver un musical o a lanzar globos por la paz. La iglesia en Vitoria no está sabiendo ser interlocutora entre Dios y los jóvenes. Esto es un hecho. Sé que es muy fácil desde fuera criticar y dar soluciones, pero sinceramente creo que falta audacia, imaginación y arriesgar en inversión. 

Pastoral familiar

Al hablar de pastoral vocacional he hecho referencia a la incidencia de la familia en el surgimiento de vocaciones. Por eso es importante una buena pastoral familiar. Para monseñor Elizalde este también ha sido un campo de gran importancia en “su” plan diocesano de pastoral. Por eso desde el principio de su toma de posesión como obispo, la pastoral de la familia ha sentido un respaldo en su delegación diocesana, y ahí están los encuentros de matrimonios, los encuentros para novios, y la puesta en marcha recientemente de Sendilagun. Lo que habrá que dar es tiempo aún a los efectos de todas estas propuestas y cómo llegan hasta las parroquias, primer lugar de encuentro de las iglesias domésticas. 

Parroquias

Yo recuerdo una diócesis con un abanico de opciones pastorales parroquiales, recuerdo cuando uno podía elegir entre una parroquia como los Desamparados o el Pilar, cuando uno podía hacer los cursillos pre-matrimoniales en San Pedro o en Los Ángeles, cuando uno podía ir a confesarse a El Carmen o San Antonio o a San José de Arana o Santa Clara; cuando uno se podía sentir del barrio de Arana, Zaramaga, San Cristóbal, o San Martín. Había tantas opciones como parroquias y a la gente no le daba igual ir a La Esperanza que a la Coronación, a San Juan o a las Nieves.  Hoy esa diversidad se está acabando. Los nuevos cambios buscan una uniformidad, hay una obsesión por la dimensión sacramental frente a la pastoral de barrio y de comunidad. Cabría señalar también que la sociedad civil hace décadas que tomó el relevo a las parroquias en la construcción de barrio o de zona. Atrás quedó la planificación humana de poblados que pusiera en marcha Carlos Abaitua desde el Secretariado Social Diocesano por él creado.

Los nuevos nombramientos, y no son juicios sin datos, han hecho tabula rasa con el pasado de las comunidades parroquiales existentes en aras de una nueva forma de entender y “hacer”, o “deshacer”, la parroquia.  Sí, claramente estoy recordando lo sucedido en La Esperanza, La Sagrada Familia y Santa Clara. 

Sí he de ser sincero creo que no se están teniendo en cuenta a las comunidades cristianas de las parroquias, a la pastoral de cercanía, a las singularidades de cada parroquia. Un sacerdote de las anteriormente citadas parroquias me dijo que los cambios que habían llevado a cabo “estaban en el Código de Derecho Canónico”. ¡Por el amor de Dios! ¿De verdad que una parroquia se construye a golpe de derecho canónico?

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Los movimientos de Iglesia

En la Diócesis de Vitoria han convivido siempre movimientos de todo signo, si bien es cierto que unos eran más promocionados que otros. Así por ejemplo el Opus siempre ha tenido presencia en la ciudad, La Adoración Nocturna ha tenido sus años de gloria, El Señorío de Jesús ha mantenido su comunidad, las Cofradías y Hermandades han seguido teniendo su presencia y respaldo popular e institucional, cursillistas, neocatecumenales, comunidades vinculadas a órdenes religiosas y colegios, CVX, etc,  y cada cual ha ido trabajando su parcela como buenamente podía. Pero la Iglesia universal está viviendo el fenómeno de la creación de nuevas marcas espirituales, mientras las viejas decaen o desaparecen. Algunas están resucitando de sus cenizas en un clima ahora más propicio para ellas como puede ser el caso de TOV; y otras, de nuevo cuño, están entrando con fuerza como los Retiros de Emaús, Effetá, Bartimeo, que, y puedo decirlo con conocimiento de causa, están dando sus frutos. 

Hay, no cabe duda, una acogida a todos estos nuevos aires, pero, no nos engañemos, siempre y cuando pasen el filtro de la identidad corporativa. Creo que estas nuevas incorporaciones a la diócesis serán buenas siempre y cuando no prevalezcan afinidades en sus filas y se mantengan en su propia identidad. 

Cierto que hay casos como el de Krisare que parecen optar por presentarse en sociedad como una entidad no diocesana, haciendo un equilibrio entre la confesionalidad y la aconfesionalidad para, así lo entienden ellos, dar cabida a todos. Desde mi punto de vista se puede dar cabida a todos sin renunciar a la propia identidad, me parece más auténtico, pero no deja de ser mi opinión.

Ibilean me parece un colectivo residual que va recogiendo el descontento particular de personas afectadas por los cambios producidos en la diócesis, pero que en su base lo que subyace es el reducto de esa Iglesia vasca nacionalista deseosa de un obispo euskaldun, y euskaldunzarra a ser posible, y propuesto desde la base, no impuesto desde Roma. Nada nuevo bajo el sol y que no le auguro más recorrido que el de sumar causas particulares.

Pastoral social 

El otro día el obispado ofreció el dato del incremento de su presupuesto en pastoral social. Creo, y lo digo con orgullo, que si en algo ha destacado siempre la sociedad vitoriana y la Diócesis de Vitoria es en su pastoral social y misionera. Ahí están las MMDDVV, Cáritas Diocesana y el Programa Berakah como los tres acorazados de la flota solidaria y caritativa de la Diócesis de Vitoria. Y algo que distingue, y es una impresión personal, a estos tres buques, es que esté quien esté al frente de los mismos mantienen su propia identidad y no dependen de afinidades personales. Eso les permite seguir siendo ellos mismos, ser auténticos y tener pasado, presente y futuro. 

La pastoral social casi podríamos decir que está en el ADN de la Iglesia de Vitoria. Vitoria-Gasteiz, y Álava son tierras de paso, y lugares a donde el desarrollo industrial primero y la fama de buenos servicios sociales después han ido atrayendo a personas de otros lugares. Y así las parroquias se convirtieron en centros de referencia; en la década de los 60 y 70, con Carlos Abaitua al frente, la Diócesis puso en marcha varios proyectos sociales de gran envergadura y con una historia de barrios que ha llegado hasta nuestros días; Cáritas Diocesana ha mantenido el listón de sus servicios y hace frente a cualquier crisis humanitaria que llega, Misiones Diocesanas ha dejado de enviar misioneros pero no ayuda y compromiso con los pueblos de África y Latinoamérica; y el Programa Berakah se ha convertido en un referente de hasta dónde puede llegar la Iglesia si no llegan las instituciones, sus casi 300 voluntarios y sus más de 30 proyectos en marcha lo dicen todo. 

Pastoral sacramental

En Vitoria la gente siempre ha ido a misa los domingos, y algunos entre semana; se han confesado, han bautizado a sus hijos, celebrado las primeras comuniones según las épocas y las modas, se han casado y, salvo expreso deseo, se ha recordado su paso por este mundo tras su partida en una ceremonia religiosa. La gente iba a su parroquia o a la que le gustaba ir por escuchar al coro, al cura, o a los dos. También había desencuentros con motivo de las comuniones y nos cambiábamos de parroquia para hacerlo con “traje de novia” o porque la catequesis duraba solo un año. Hemos elegido la confesión personal y las mal llamadas “comunitarias”, pero ambas nos han hecho sentirnos en paz con Dios y con nosotros mismos. Hemos tenido misas en euskera, en castellano y bilingües; hemos tenido coros, corales y grupos de música con guitarras eléctricas y batería; hemos podido seguir las celebraciones con un powerpoint, un karaoke y aprovechar la pantalla para los anuncios parroquiales y el repaso a la vida del difunto; todo esto y mucho más se ha hecho con respeto, con conciencia de servicio a la comunidad y al prójimo, desde el respeto a que lo mismo no se haga en otras parroquias o a que en la nuestra no hagamos lo mismo que en la de al lado. No han faltado Exposiciones al Santísimo donde acudir, Adoraciones abiertas o por turnos dirigidos por la Adoración Nocturna. En la Diócesis de Vitoria había un abanico para encontrar momentos, motivos y excusas para encontrarse con Dios y para que Dios se encontrase con uno. Tampoco creo que la falta de rigor sacramental fuese de escándalo en esta Diócesis. Fuimos pioneros en la implantación de algunas recomendaciones pastorales salidas del Concilio Vaticano II; hemos vivido la pastoral obrera cuando eran tiempos que lo pedían; hemos participado de la tensión social en los años del plomo; hemos caminado, aunque sea a trompicones y a veces a destiempo, en una respuesta como Iglesia en la búsqueda de la paz; hemos sido una Iglesia incardinada en su pueblo, que, aunque haya sido por “barrios” hemos estado en todos los frentes. 

En la etapa de Elizalde la dimensión sacramental ha cobrado fuerza y preocupación por su parte. En la reunión mantenida con el consejo parroquial de la parroquia de los Ángeles antes de decidir los sucesores de los dominicos el obispo expresó su preocupación por las formas en la liturgia y la vida sacramental en esa parroquia. En la formación de los futuros sacerdotes la dimensión sacramental tiene mucha importancia y a los nuevos grupos y movimientos que se acercan a la diócesis la práctica sacramental y su desarrollo forma parte del filtro que han de pasar. 

Sin  restar importancia a la dimensión sacramental y a las formas de expresar nuestra fe con ritos y sacramentos, también creo que no ha de menospreciarse la forma natural del pueblo de expresar su fe, la trayectoria pastoral de una comunidad y la historia de cada parroquia que, mejor o peor, la ha hecho llegar hasta nuestros días. 

Cuando Elizalde habla de que en esta Iglesia cabemos todos, quiero entender que se refiere precisamente a eso, a que en esta Iglesia tanto los que tienen más desarrollada la pastoral sacramental, como quienes se vuelcan más en una pastoral social, no solo son bienvenidos, (aunque ya lleven tiempo) sino que también son arropados y apoyados por el obispo de todos. Pero esa no parece ser la sensación de algunos,y no solo de los que viven obsesionados con destronar al obispo e intentar elegir ellos el siguiente. 

La falta de aceptación de algunas identidades, tanto de personas como de colectivos, es la queja que se va extendiendo. 

Pastores de casa

Vitoria fue en su día cuna de un movimiento sacerdotal que se extendió con éxito por el resto de la piel de toro. Siento que Vitoria ha generado siempre un clero muy particular y muy diverso: desde el sacerdote con sotana y escrupuloso con la doctrina y la liturgia; el sacerdote que bebe de las corrientes europeas, de una pastoral obrera, de barrio, de lucha y compromiso social; el sacerdote misionero que defiende con pasión su identidad vasca y misionera; el sacerdote de compromiso nacionalista vasco, incardinado en su pueblo, en su cultura y en su política; pero todos con un denominador común, todos son francotiradores en sus formas y maneras de ejercer el ministerio y de desarrollar la pastoral y se adhieren, o no, a lo que dicta la jerarquía, la moral, la liturgia y el derecho canónico según su propia ideología. 

Del movimiento sacerdotal solo queda el recuerdo y lo que se conserva en los archivos; curas escrupulosos con la doctrina, la liturgia, el derecho canónico, … los tenemos, de los que siempre lo han sido y de las nuevas ornadas; sacerdotes en camisa (camioneros que los llamaba una vieja amiga) los hay y se mantienen en su postura de defender por encima de cánones y liturgias una pastoral de cercanía, de barrio, de acogida sin preguntas, de lucha contra las injusticias; sacerdotes misioneros los hay, con una larga trayectoria en misiones y cuya experiencia les ha servido para ejercer su ministerio en una nueva tierra de misión, aunque fueron más felices en su primera etapa misionera. 

La mayoría de estos sacerdotes hoy se pierden en la pastoral de funerales y administración del papel. La catequesis no les satisface porque no encuentran ni calidad ni cantidad; la pastoral familiar está casi perdida (cuando no sin el casi); y la pastoral con jóvenes inexistente. Les salva los grupos de vida ascendente, los  misioneros y la Cáritas parroquial. 

Pero lo peor de todo es que se les siente sin ilusión, sin ganas, abatidos y abandonados.

En estos días se celebran las fiestas de las bodas de plata y oro sacerdotales. Un momento para dar gracias a Dios y para expresar el respaldo a este colectivo que debe dar un cambio y dejar de sentirse rara avis para volver a ser modelo de opción de vida. Pero para eso deben sentir que su labor, hecha desde la ideología que sea, es reconocida, empezando por casa, empezando por el obispo, que reconozca a todos la labor que han venido haciendo, que hacen y que les queda por hacer. A su manera, porque nunca han dejado ni de ser sacerdotes ni de provocar el encuentro con Dios, por muy poco ortodoxas que nos parezcan sus formas.

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Pastores y misioneros llegados de otras tierras

Siempre recordamos con orgullo el hito histórico de ser la primera diócesis en el mundo en recibir la encomienda directa de un territorio de misión. Misiones Diocesanas Vascas MMDDVV es motivo de orgullo, pero, como señala Elizalde, no debe quedarse en la mera nostalgia, también ha de ser punto de referencia para la nueva realidad: Vitoria hoy es tierra de misión.

Por eso nuestra pastoral ha de ser misionera, y por eso también hemos de aceptar que otros vengan con la idea de ser misioneros de la Vieja Europa. 

En ese marco hemos de situar la presencia de jóvenes sacerdotes llegados de otros continentes, con el objetivo de formarse académicamente, y de paso ser aprovechada su presencia para reforzar servicios pastorales. 

La cuestión es que ellos se encuentran comunidades que difieren mucho de las que ellos tienen en sus países de origen. 

Aquí no sienten ser tratados como el sacerdote que es “alguien” importante, aquí son uno más de la comunidad.

Aquí “sus feligreses” son poco o nada expresivos en la liturgia en comparación con sus celebraciones cargadas de música, bailes, ritos  y símbolos.

Aquí Dios no tiene “poderes mágicos”, es Alguien que busca hacerse un hueco en esta sociedad sobresaturada de “todo”.

Aquí la Iglesia es diferente a la Iglesia en la que han sido educados.

Quizá ellos se vean como los misioneros que un día llevaron la fe a sus tierras, para decirles lo equivocados que estaban y cómo tenía que ser su relación con Dios. 

Ellos solo actúan en base a lo que su formación y su cultura les ha enseñado, lo mismo que nosotros hicimos en su día. Sin duda nadie como el clero local para entender a su pueblo, pero para eso habrá que fomentar vocaciones locales. La pescadilla que se muerde la cola. Mientras tanto habrá que aprender a convivir por ambas partes. 

Pastoral rural

Aun cuando Vitoria (ciudad) ha acaparado siempre el protagonismo de la Vitoria (diócesis) existe una realidad pastoral que hay que tener muy presente como es la rural. Una pastoral que en algunos aspectos no difiere su análisis del que he realizado hasta ahora. El cura del pueblo, o el grupo de curas en las últimas décadas, ha determinado unas líneas pastorales. La gran diferencia es que la feligresía no ha podido elegir, y siempre se ha tenido que llegar a un entente entre el cura y el pueblo, tanto para las fiestas patronales como para el día a día de la comunidad. En la etapa Elizalde también la pastoral rural ha sufrido su particular “meneo”. 

Si en la ciudad es difícil sacar una parroquia adelante en los pueblos no lo es menos, máxime cuando un sacerdote tiene que atender varias parroquias a la vez. Quizá habría que decir que hoy es difícil hablar de una pastoral rural, sino más bien de una pastoral de mantenimiento, de sostenimiento en los pueblos. Las tradiciones no peligran, porque la feligresía las mantiene, pero el censo de las misas dominicales es el termómetro que en cada parroquia va dando la salud del paciente. Si acude un 10% del pueblo ya lo damos por bueno. 

Las parroquias de los pueblos serían un buen campo para experimentar esa futura gestión de equipos mixtos, seglares y consagrados. El problema es que son pocos y de formación escasa.  Por otro lado el cura de los pueblos también padece el síndrome de la soledad. Algunos se sienten “solos frente al peligro”; solos para afrontar responsabilidades, cambios, audacias pastorales. La concentración pastoral tiene que llegar a las zonas rurales.

Organización eclesial

La cabeza es el obispo, pero todos los demás somos el resto del cuerpo. Es lógico que alguien que asume una responsabilidad de gobierno se rodee de personas afines y con las que se sienta a gusto trabajando. Pero siempre es bueno contar con personas que, sin perder el buen rollo, sean críticas con nuestro trabajo y el de nuestros colaboradores. Porque entre nuestros colaboradores nunca podemos saber con certeza quienes son buenos colaboradores o simples aduladores. Más aún, muchas veces es más de ayuda quien critica que quien aprueba. Los grupos consejeros del obispo pueden ser una sala de espejos normal o de feria, y hay que cuidarse de espejos cóncavos o convexos. 

Creo que no es recomendable acumular poder, ni siquiera responsabilidades en pocas manos, como tampoco es sano que los aires soplen casi del mismo lado; y la presencia de otras voces no solo deben sentirse escuchadas, sino también atendidas. 

La cercanía está muy bien, y es una virtud, pero no basta solo con ella, es necesaria también la empatía, y a un obispo le toca empatizar con todos sus hijos, como a cualquier padre, por muy diferentes que sean ellos. 

Comunicación Diocesana

Vitoria fue casi pionera, pero sí de las primeras en tener al frente de la Delegación de Medios a una mujer. Luego eso no cambió el control que sobre todas las delegaciones se ejercía desde la Vicaría General. Eran otros tiempos. 

En la etapa de Elizalde la presencia en redes sociales tomó fuerza y como toda institución, el departamento de comunicación precisa de buena sintonía y comunicación con la cabeza para acertar en la identidad corporativa que se exige en un trabajo de estas características. Hoy la diócesis cuenta con una atractiva página web, con una presencia mantenida en twitter, facebook e instagram, su canal de YouTube, que fue clave durante la pandemia, y la prensa local que se hace eco de la vida diocesana con la comodidad de una buena NdP. 

Por lo tanto en la comunicación “ad extra" creo que sacamos buena nota. Lo que no tengo son suficientes datos como para poner nota a la comunicación “ad intra”. 

Los últimos movimientos en la diócesis.

Por desgracia los últimos movimientos en la diócesis están siendo preocupantes, y ese es uno de los motivos de este escrito precisamente. Porque no todos están percibiendo los cambios de la misma manera.

Elizalde ha recibido con los brazos abiertos a la comunidad de hermanas peregrinas de la Eucaristía y a sus hermanos para encomendarles la acogida y atención del Santuario de Estíbaliz y la parroquia de Los Ángeles con motivo de la marcha de los dominicos por falta de relevo. 

“Por la paz de mis hermanas” decía Elizalde, no se quiso desvelar la identidad de esta comunidad hasta su llegada efectiva, un secreto que ya despertó recelos. Ahora lo que toca es velar por la paz de todos los feligreses y devotos de Estíbaliz y por la comunidad parroquial de Santa María de los Ángeles. 

Yo tuve la oportunidad de entrevistar a los fundadores de Los y las peregrinas de la Eucaristía, y sus respuestas eran confortadoras al mostrar su disposición a escuchar y respetar la historia y trayectoria de las tradiciones y costumbres de cada lugar. Pero ya me he encontrado con algunas decisiones que no responden a esa disponibilidad mostrada en la entrevista. Aunque lo mismo que me llega una de cal, también llega una de arena. Veamos:

(NOTA: Desde Berakah me solicitan dejar constancia de su discrepancia respecto del enfoque dado al Berakah eguna  y expresan su agradecimiento a las Peregrinas por la acogida y poder disponer de la cripta para la eucaristía del encuentro.) 

Por ejemplo, y podríamos titularlo: El Berakah eguna tendrá como novedad este año la celebración de la misa en la moderna cripta del centro de acogida de Estíbaliz. 

Muchos años celebrando el Berakah eguna acogidos por la comunidad benedictina en la basílica de Santa María de Estíbaliz, este año la nueva comunidad encargada de la acogida y el servicio en el santuario de Estíbaliz ha decidido que, incapaces de mover sus horarios en las celebraciones y la máxima de que su capellán es quien preside las celebraciones, la comunidad de emigrantes que se agrupan en torno al Programa Berakah tendrá como el lugar alternativo la cripta para la celebración de la tradicional misa. Algunos han visto la ocasión de poder verse en un escenario diferente y han quitado hierro al asunto, pero otros ven en este detalle una falta al compromiso inicial expresado por los fundadores de los Peregrinos de la Eucaristía de aprovechar este primer año para solo escuchar y servir, en lugar de permitir que las tradiciones se sigan manteniendo. 

Y ahora viene la de arena, que es lo que han hecho con la tradicional jornada de Bihotzetik bihotzera: 

Recientemente y por expreso deseo de los fieles a la cita, la jornada de Bihotzetik bihotzera, desde el corazón de tu pueblo hasta el corazón de la provincia, se llevó a cabo la marcha nocturna que partiendo de localidades de la Llanada, la Montaña o la Rioja culminaron su peregrinar en el cerro de Estíbaliz. Allí fueron recibidos con un café y unas pastas por las Peregrinas de la Eucaristía y posteriormente se llevó a cabo la entrada solemne por la puerta del perdón. Los asistentes han valorado el esfuerzo de estas mujeres por ir incorporando el euskera en los cantos. Reconocen que su liturgia recuerda más a tiempos pretéritos que a las formas a las que nos habíamos acostumbrado en las últimas décadas. Siempre hemos sido más dados al sobrio y sencillo románico que al recargado barroco, pero, con las peregrinas el barroco ha entrado en el románico. 

Personalmente creo más acertada la actitud de acompañar a todas las propuestas que les lleguen a Estíbaliz en este año jubilar que la de imponer sus formas y  maneras de hacer las cosas. Se lo dije, fuera de cámara, a los fundadores, “si habéis de dejar huella que sea por impregnación, que vuestro estilo vaya empapando poco a poco, y no por impresión como un sello de caucho o una marca hecha a fuego”. Otro grupo les propuso celebrar la Vigilia de Pentecostés, y condescendientemente se les ofreció por parte de las peregrinas algunos momentos de la celebración, dejando claro que la batuta la llevan ellas. Qué bonito sería que, como siempre ha sido, cada grupo que acude a la casa de la Amatxo tenga su protagonismo, y quienes asumen la labor de acogida se limiten a acoger y acompañar. Y cuando falten iniciativas, entonces es cuando adquiere protagonismo su carisma. Se lo dijo Francisco, y los fundadores asumían literalmente el llamado del Papa, a dejar a un lado sus carismas frente al servicio a los obispos y a las parroquias. O al menos así lo dijeron en la entrevista. 

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Quizá pretendan obtener buenos frutos enseguida, pero no deben perder de vista que son un esqueje trasplantado a nueva tierra, y antes que nada, para que la planta prenda, habrá de recibir primero el humus de la nueva tierra, y luego esperar con calma que lleguen los frutos, pero incardinarse, echar raíces lleva su tiempo y su proceso. 

Boicot a la campaña de la renta

He tenido conocimiento de que entre las reacciones que los últimos acontecimientos diocesanos han provocado está un deseo de boicotear la X de la Campaña de la Renta en Álava. Un boicot que afortunadamente se logró detener, suavizar e invitar a esperar. 

La gente es muy celosa de los suyo, y Santa María de Estíbaliz es de los alaveses, como la Virgen Blanca de los vitorianos. Y estos sentimientos trascienden muchas veces lo religioso.

Para terminar, espero y deseo que estas líneas escritas desde el cariño, la libertad y la responsabilidad de sentirme parte de esta diócesis sirvan para contribuir (hermosa palabra que denota implicación en la construcción) a seguir dando pasos en sinodalidad, en escucha mutua. 

Este es mi foro y abierto está a cuantos quieran leerlo y replicar.

No corren buenos tiempos para una influyente presencia social de la Iglesia, pero quizá, si cabe ahora más que nunca es cuando nuestra misión de ser punto de encuentro entre Dios y el hombre (en el sentido más genérico e inclusivo que el castellano otorga a esta palabra) es más importante.

Por eso es bueno, y aconsejable que no prescindamos de nadie, que la Diócesis sea de todos y para todos; que todas las tendencias se sientan acogidas y respaldadas ¿Qué sabemos, pobres mortales, de los modos y maneras que Dios tiene para cruzarse en la vida de cada cual?

Por eso

Bienvenidos peregrinos y peregrinas para caminar junto a nosotros.

Bienvenidos Krisare para ofrecer un foro alternativosin renunciar a nuestra identidad y signos cristianos.

Bienvenidos movimientos de la Iglesia que generáis “milagros” de encuentro con Dios.

Bienvenidos pastores y misioneros de otros lugares, porque el encuentro de culturas es riqueza.

Bienvenidos los que rezan el Rosario porque han encontrado su valor y su grandeza.

Bienvenidos los que adoran al Santísimo, con esa fe ciega de estar delante de un Dios vivo.

Bienvenidos los que quedan por venir porque aquí cabemos todos.

28 de mayo de 2023 Fiesta de Pentecostés 

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