Hª de una beatificación interrumpida Mª Elena Vivanco Cantalejo, la chica que quería ser santa

Mª Elena Vivanco Cantalejo, la chica que quería ser santa
Mª Elena Vivanco Cantalejo, la chica que quería ser santa

Desde muy temprana edad le subyugaba el tema del sufrimiento hasta tal punto que con tan solo 13 años, y según se recoge en su biografía escrita por el p. dominico Lucio Sainz O.P., llegó a expresar un deseo muy radical: “¡ Jesús, ¿si me dieras un cáncer?!”

El diagnóstico del cáncer y su avanzado estado le permitió a Mª Elena afrontar y hablar con naturalidad de la muerte, y hacerlo con frecuencia con los suyos.

Mª Elena Vivanco Cantalejo es el nombre de una mujer que falleció en 1972 a consecuencia de un cáncer. Yo, siendo muy niño, la llegué a conocer, y durante muchos años mi familia mantuvo una relación epistolar con sus padres y hermanos, fundamentalmente navideña. 

Nunca he olvidado su nombre ni el rostro de la imagen que más se publicó a los pocos años de su muerte, con motivo del intento de poner en marcha un proceso de beatificación. 

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Mª Elena cursó sus estudios en el Colegio de las Hnas. Carmelitas de la Caridad de la calle Barraincúa de Bilbao, y allí nació su vocación de consagrarse a la vida religiosa, cosa que por la edad y la enfermedad no llegó a completar. Una de las hermanas carmelitas vedrunas que la trató, la hermana Marina, fue una de las que más empeño puso en iniciar un proceso de reconocimiento de la santidad de Maria Elena, pero, al parecer la orden de las Vedrunas nunca llegó a secundar esta iniciativa. Ello no impidió que durante al menos los seis años posteriores a la muerte de Mª Elena se escribiese y publicitase su biografía. 

Hace unos meses su nombre y ese deseo suyo de “quiero ser santa” ha regresado a mi, y confieso que me he sentido interpelado a “hacer algo”. Por eso estoy intentando saber qué paso con su proceso de beatificación, por qué no ha continuado, por qué se paralizó, quién sigue recordando a Mª Elena. 

Voy a dar unas pinceladas de su vida y los detalles que la hicieron merecedora del inicio de un proceso de beatificación, y solicito que si alguno de los lectores tiene datos que puedan ayudar a conocer algo más sobre la vida de esta joven bilbaína, y sobre todo de su proceso interrumpido los comparta o me los haga llegar

¿Quién era Mª Elena?

Mª Elena nació en el domicilio familiar de la calle Hurtado de Amézaga 4, un 3 de noviembre.  Sus padres Pablo Vivanco y Mª Angeles Cantalejo eran personas de una profunda religiosidad, por lo que Mª Elena viene a este mundo en el seno de una familia católica y devota.  

El 10 de noviembre sería bautizada en la parroquia de San Vicente Mártir de Bilbao, y pocas semanas más tarde siguieron el rito de tantas familias bilbaínas de ofrecer a los hijos a la Amatxu de Begoña, la patrona. 

Con cinco años ingresa en el colegio de las hermanas carmelitas de la caridad de la calle Barraincúa nº 2. Allí se formaría intelectual y espiritualmente, cultivando de manera particular una devoción mariana que ya traía de casa.

A los 8 años, el 14 de mayo de 1961, hizo la 1ª Comunión, y lo hizo, a pesar de su corta edad, muy centrada en el Sacramento y ajena a todo lo festivo que rodea esta celebración. 

Desde muy temprana edad le subyugaba el tema del sufrimiento hasta tal punto que con tan solo 13 años, y según se recoge en su biografía escrita por el p. dominico Lucio Sainz O.P., llegó a expresar un deseo muy radical: “¡ Jesús, ¿si me dieras un cáncer?!”

Deseo cumplido o premonición el caso es que cinco años más tarde moriría de cáncer.

Con 14 años se puso en manos de un director espiritual, el jesuíta Gilberto Herranz. 

Acabados sus estudios elementales inició los estudios de enfermería  y acudía al Hospital de Basurto para hacer las prácticas. Su entrega y servicio no debió pasar desapercibido. Con 17 años comenzó a ejercer de enfermera, pero poco tiempo pudo desarrollar su labor ya que el 25 de noviembre de 1971 ingresaría en el sanatorio de Santa Marina donde le diagnosticaron un cáncer  en estado muy avanzado. 

El 22 de junio de 1972, plenamente consciente de su final recibe la unción de enfermos y escribe sus últimas palabras. “Esto va de veras. Tenemos que ser cristianos de verdad. Señor, dispón de mí.”

Al día siguiente, sobre las seis de la tarde comienza el rezo del Rosario junto a su madre, dos horas más tarde expiraba. 

Mª Elena dejó varios pensamientos por escrito, lo que permitió en los años siguientes ir reconstruyendo ese camino de aceptación del dolor y del sacrificio y el sentido que Mª Elena quiso darle. Así por ejemplo se han rescatado frases como. “Se vé que el Señor me tomó la palabra y, en un momento oportuno me ha dado lo que tanto le pedí; ahora que lo tengo no hago más que pedirle que me lo aparte o que me ayude mucho”. 

En las Navidades de 1969 le escribía a una profesora suya: “estoy casi segura de que el Señor me va a pedir mucho en el futuro y quiero prepararme.”  y en otro párrafo dice “Sí, ya sé que el Señor prueba a los que quiere. pero me da miedo que el Señor me quiera, se lo digo sinceramente…”

El diagnóstico del cáncer y su avanzado estado le permitió a Mª Elena afrontar y hablar con naturalidad de la muerte, y hacerlo con frecuencia con los suyos.

Aún cuando llegó a fotografiarse con el hábito de las carmelitas, la verdad es que nunca llegó a realizar los votos en la orden, aunque sí consta que el 7 de noviembre de 1970 ofreció su virginidad a María en un acto privado. Un compromiso que quiso sellar con una alianza en la que grabó la fecha de su consagración personal. 

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Non solum sed etiam 

Voy a indagar algo más en la biografía de esta mujer y os lo compartiré, pero de momento para conocerla son suficientes estas primeras pinceladas. 

Releyendo la biografía de Mª Elena no deja de sorprenderme la claridad de ideas y la firmeza con la que con tan solo 13 años pide un cáncer a Dios para ofrecer su vida por los pecadores.  Con todo el cariño y el respeto a Mª Elena, a quien como ya dije conocí siendo yo muy niño y de la que en mi vida he tenido recurrentes referencias, no logro entender un deseo así. ¡NO soy capaz de entender cómo se puede pedir un cáncer! Creo que la vida, por sí misma ya ofrece situaciones normales para santificarnos en el dolor y el sacrificio, y que incluso la enfermedad suele aparecer sin llamarla, como para encima pedirla expresamente. De verdad que me cuesta entenderlo. Pero  por otra parte no me resulta difícil respetarlo. Creo tanto en la libertad del ser humano, una libertad que el primero que la respeta es Dios, que acepto el deseo de que alguien quiera inmolarse desde el dolor dándole un sentido al dolor y a su vida.   Pero … no me digan que no es curioso, estoy convencido de que esta opción de Mª Elena no tiene fervientes defensores entre los activistas del aborto y la eutanasia. Estoy convencido de que quienes defienden la autonomía de la persona y la libertad para acabar con su vida o la de otro, el gesto de Mª Elena será calificado más como mojigatería, o cualquier otro término despectivo. 

No sé si el caso de Mª Elena un día la Iglesia, la orden, el obispado de Bilbao, o el sursum corda lo retomará y podrá ver cumplido su deseo de …. bueno de ser declarada santa, porque quizá ya lo sea.  En todo caso me apetece recuperar la historia de esta joven audaz y temeraria hasta con su propia vida que acabó encontrando un sentido a su vida con su muerte a los 18 años. 

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