Sensaciones sobre un curso muy intenso en la Diócesis de Vitoria “Eppur si muove Diócesis Victoriensis”

“Eppur si muove Diócesis Victoriensis”
“Eppur si muove Diócesis Victoriensis” DV

Sueño con una Iglesia donde convivamos desde las diferencias, donde no se crucen cartas acusadoras, sino misivas de respeto a las diferentes maneras de intentar provocar el encuentro con Dios, de reconocerlo en el otro y en las cosas de la creación

Una Iglesia en la que nadie determine tu vocación sino que acoja la vocación que tu sientas tener. Una Iglesia que sea realmente católica por universal, en la que ni el color de tu piel, ni tu sexo, ni tu lugar de nacimiento, ni el dominio de un idioma, ni tu RH, condicionen ni cuestionen tu vocación de servicio ni la posibilidad de ser el instrumento elegido por Dios para ser canal de su Palabra y su Misericordia

En estos días estamos asistiendo a encuentros y celebraciones con olor a fin de curso, a clausuras, a cambio de etapas, y quien sabe si de ciclos, a balances, síntesis y sinópsis de lo ocurrido en los meses transcurridos desde septiembre de 2021.

La Delegación de Pastoral de la Salud, que ha experimentado una transformación y una presencia más visible en parte por efecto de la pandemia, presentaba su balance de una curso plagado de cursos de formación, pero sobre todo de acompañamientos a personas vulnerables por mor de la falta de salud y de la enfermedad más cruel, la soledad. Se daba la cifra de más de 5000  personas atendidas. 

La Delegación de Ecología Integral de una diócesis que ha sido pionera en la puesta en marcha de 

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propuestas para reducir el consumo de combustibles fósiles en las parroquias, que ha organizado actividades de visibilización de la hoja de ruta Laudato Sí del Papa Francisco, cerraba el pasado sábado el curso con un paseo por el Jardín Botánico de Olárizu de la capital alavesa, un entorno que nos acerca al cuidado de la biodiversidad del planeta, paseo, contemplación y oración para cerrar este curso y convocar para seguir en la misma línea a partir de septiembre.

Esta semana se homenajea a los sacerdotes que cumplen sus bodas de plata y oro sacerdotales, más el diácono permanente Manuel Arozamena que celebra sus 25 años de diaconado. Ayer, en el marco de la festividad de Pentecostés, y con un significativo arropo diocesano, la basílica de la Virgen Blanca, parroquia de San Miguel, vivió un momento emotivo con la admisión a las órdenes menores en su camino al sacerdocio del vitoriano José Ignacio López de Maturana. 

El pasado 3 de junio el Servicio del Laicado tuvo también su celebración de cierre de curso, para lo que contó con la colaboración del grupo de música Mara Mara. 

Para el 30 de junio está anunciada la presentación del Nuevo Consejo Pastoral de la Diócesis, órgano que aglutina en 44 personas la representación de todas las parroquias, tanto de la ciudad de Vitoria-Gasteiz como de la zona rural alavesa, además de cofradías, colegios, comunidades religiosas, sacerdotes, organismos sociales y juveniles, tiene como función principal la de asesorar al Obispo en su tarea de gobierno diocesano.

El 18 de junio será la Pastoral Familiar la que, con una peregrinación al Santuario de Estíbaliz, patrona de la Diócesis y la Provincia, cierra también el Año “Amoris Laeticia”, uniéndose en la distancia al encuentro que se esté celebrando en Roma en esos días. 

El 17 de julio la dimensión caritativa de la Iglesia de Vitoria, que se expresa además de por Cáritas, por el Programa Berakah, celebrará, tras dos años suspendido, el Berakah Eguna también en las campas de Estíbaliz. 

Y hace pocas semanas tenía lugar la clausura de la primera fase diocesana del Sínodo convocado por Francisco, de cuyas conclusiones se van escuchando ecos, como el que recogía ayer mismo el obispo de Vitoria: “las muchas referencias a la mujer y a los laicos, y las escasas referencias a los sacerdotes, salvo para poner en cuestión su autoritarismo”. 

Estas palabras las decía para ensalzar el paso al frente dado, por primera vez en muchos años, por un vitoriano que desea ser ordenado sacerdote. Elizalde reflexionaba en alto en su homilía cómo hoy optar por el sacerdocio es una apuesta que sin duda no está motivada por motivos económicos ni de prestigio. 

Este curso en la Diócesis de Vitoria creo que quizá haya sido el año de la oportunidad para empezar un modo de ser Iglesia diferente, un claro post pandemia frente a un ante pandemia. 

Vivimos tiempos en los que las circunstancias reclaman un Evangelio, una Buena Noticia en todos los órdenes: una buena noticia en la Paz mundial, en la Justicia Social, en la Igualdad entre las personas; una Buena Noticia en lo eclesial. Elizalde decía que hay voces en la Iglesia, como la de Jacque Philippe que anuncian un Pentecostés para la Iglesia, un resurgir de las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, pero tendremos que estar abiertos a que en ese Pentecostés estemos todos y todas (y utilizo expresamente hoy esta concreción de la que en el lenguaje ordinario no soy muy dado a usar porque considero ya mi lenguaje inclusivo ya sea usando el masculino o el femenino). 

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Sueño con una Iglesia donde convivamos desde las diferencias, donde no se crucen cartas acusadoras, sino misivas de respeto a las diferentes maneras de intentar provocar el encuentro con Dios, de reconocerlo en el otro y en las cosas de la creación. 

Una Iglesia en la que nadie determine tu vocación sino que acoja la vocación que tu sientas tener. Una Iglesia que sea realmente católica por universal, en la que ni el color de tu piel, ni tu sexo, ni tu lugar de nacimiento, ni el dominio de un idioma, ni tu RH, condicionen ni cuestionen tu vocación de servicio ni la posibilidad de ser el instrumento elegido por Dios para ser canal de su Palabra y su Misericordia. 

Hoy, aun cuando reconozcamos que nuestra Diócesis, otrora misionera, es tierra de misión; aun cuando muchos desean ver una Iglesia en decadencia, casi extinta, sin relevancia social, “acorralada” por escándalos, incoherencias,  y desavenencias; aunque en un futuro no muy lejano lo que no se sepa reconvertir habrá que desprenderse de ello; aunque numéricamente seamos menos; con todo y a pesar de todo, frente a la inquisición social de algunos creo firmemente que podemos afirmar: Eppur si muove,  y sin embargo se mueve.

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