Una Iglesia preparada para “dar” el Don de la Paz.


El pasado 25 de febrero se celebró el acto conjunto por la paz convocado por los tres obispos de las diócesis vascas. Una convocatoria que responde a una demanda social y a una necesidad pastoral según reconocen los propios obispos.
Expresamente decidieron no celebrar el acto en ninguna de las catedrales sino en templos que por un motivo u otro resultan significativos en cada diócesis: en Vitoria, san Miguel es el corazón espiritual de la devoción a la Virgen Blanca, patrona de la ciudad; El Carmen en Indautxu (Bilbao) reunía las mejores condiciones de accesibilidad para acoger al mayor número posible de fieles; y el Iesu, en Donosti es el último templo consagrado en la diócesis (en el año 2011) y con una capacidad de 450 personas ofrecía los requisitos deseados.

En cada celebración la participación de los fieles fue la recogió las singularidades de cada diócesis, velas, procesiones, txalaparta y txistu, representantes de diversos sectores de la diócesis, etc.

Ofrezco el texto íntegro, en castellano y euskera, y posteriormente, al final del todo, mi particular, non solum sed etiam.



“Buscar la paz y corre tras ella.
Zorionekoak bakegileak”

Homilía Encuentro oracional por la paz y la reconciliación
25 febrero 2012

Queridos hermanos y hermanas.

1. Las bienaventuranzas nos muestran el testimonio de vida de quienes han sido renovados en Cristo. Entre ellas, se encuentra la que hace referencia a quienes construyen la paz: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mt 5, 9). Con la proclamación de las bienaventuranzas, la antigua ley ha sido culminada por la ley nueva del amor. Como afirma San Pablo, “el que es de Cristo es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo” (2 Co 5, 17). Jesús inaugura y posibilita un nuevo modo de relación humana: el “ama al prójimo como a ti mismo” ha sido superado por el mandamiento nuevo: “amaos unos a otros como Yo os he amado”. Es más, el Señor nos dice que la nueva condición de hijos e hijas de Dios conlleva el amar a los enemigos y rezar por los que nos persiguen (cfr. Mt 5, 44).

2. Jesús es consciente de que para amar de este modo nuevo, es necesaria la renovación profunda de la humanidad. Y así Él se humilló y se rebajó hasta la muerte, y una muerte de cruz. Cristo quiere descender a la profundidad del dolor y sufrimiento humano para, desde ahí, renovar radicalmente nuestra humanidad, haciendo brotar la vida desde el abismo del dolor y de la muerte: “Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores” (Is 53, 4). Esta impresionante descripción que el profeta Isaías refiere al Siervo de Yahveh nos muestra el modo en que el Hijo de Dios, asumiendo nuestra carne, acoge en sí mismo todo mal y toda injusticia. Él no es ajeno a las oscuridades y dolores de la humanidad, sino que se hace solidario, hasta el extremo, de todo padecimiento e incluso de la misma muerte.

3. Isaías prosigue clamando con admiración: “Sus heridas nos han curado” (Is 53, 5). El misterio Pascual del Señor torna la herida en curación, el sufrimiento en gozo, la muerte en vida. De la herida abierta de Jesús muerto en la cruz brotan el agua y la sangre, la fuente de la vida, el surtidor de agua viva que salta hasta la vida eterna. De la profundidad del sepulcro surge el anuncio luminoso de la resurrección y se realiza el inicio de la nueva creación. Sus heridas asumieron las nuestras y de ellas, en Cristo, renace una nueva vida llena de vigor y de esperanza.

4. El primer día de la semana, estando los discípulos con las puertas cerradas, porque tenían miedo, se presentó Jesús, y les mostró las heridas, las manos y el costado. Queridos hermanos y hermanas. También hoy, aquí y ahora, el Señor quiere mostrarnos sus heridas para que nos llenemos de paz y esperanza. ¡Tus heridas nos han curado! Con Cristo es posible que el leño viejo y seco pueda reverdecer. Se nos ofrece la posibilidad de que el odio, la violencia y la división sean vencidos por el amor, el perdón y la reconciliación. Necesitamos ver esas manos y ese costado para emprender con decisión el camino de la reconciliación. En esas llagas de Jesús vemos, de modo particular, a quienes han sufrido brutalmente las heridas y la muerte causadas por el terrorismo y toda clase de violencia injusta. Cristo es la Víctima pascual, y en Él, las víctimas son abrazadas por el amor de Jesús y asociadas para siempre a su propia entrega, haciendo que su sangre no sea inútil. Su memoria, así como el acompañamiento a sus familias, constituyen una exigencia de la justicia, así como un testimonio perenne de gratitud y reconocimiento y un elemento ineludible para la reconciliación social.

5. Y les dijo: “Mi paz os dejo, mi paz os doy, no os la doy como la da el mundo” (Jn 14, 27). La paz que Dios nos ofrece, es acogida por aquellos que reconocen sus faltas y sus pecados, por aquellos que abren su corazón a la gracia de la conversión. La paz, como don de Dios, secundada por la tarea humana, nace de un corazón nuevo, transformado por el Espíritu. “Sopló sobre ellos y les dijo: recibid el Espíritu Santo, a quienes perdonéis los pecados les quedan perdonados” (Jn 20, 22). Es el Espíritu Santo quien opera el cambio del corazón y el que posibilita la construcción de la paz. La paz procede originariamente de Dios, pero precisa de nuestra colaboración para que fructifique. Jesús nos invita a contemplar: “Ya ves, estaba muerto, pero ahora vivo” (Ap 1, 18). La muerte, en Jesús, se transforma en vida. Es la esperanza cierta que puede llenar de paz y serenidad a quienes han padecido en carne propia la herida profundamente injusta del terror y de la violencia. En Cristo encontramos nuestra paz y también el sufrimiento y la muerte encuentran un motivo para esperar y ser curados, restituyéndonos a la vida nueva de Dios.

6. Sólo el Cordero degollado es capaz de recibir el libro, abrir sus sellos y ver su contenido (cfr. Ap 5, 7). Cristo, el Cordero degollado, aparece vivo y de pie. Ello significa la verdad con capacidad de juzgar verazmente, pues conoce hasta la profundidad del corazón humano y de la historia. Él es la Verdad, una Verdad personal e imperecedera. Él arroja luz sobre nuestra historia y sólo desde Él podemos conocer la verdad de las cosas, superando visiones parciales y fragmentadas de una realidad tan dolorosa como la que hemos vivido. Con Él podemos volver la mirada sobre el relato de nuestra historia, y unidos a Él podremos reconocer el daño causado, valorar críticamente nuestras acciones y omisiones, restablecer la justicia y abrirnos al perdón y a la reconciliación.

7. “Dios nos reconcilió consigo por medio de Cristo y nos encargó el ministerio de la reconciliación” (2 Co 5, 18). En efecto, el ministerio de la reconciliación está en el corazón mismo de la misión de la Iglesia. Es un encargo que el Señor otorga a quienes ha reconciliado consigo por el Misterio pascual. Los cristianos de nuestras diócesis, acompañados por sus pastores, han realizado un largo recorrido en el servicio de la reconciliación, mediante múltiples y variadas iniciativas, con la conciencia de estar ejerciendo un ministerio fruto de la voluntad y el envío por parte de Dios, que al mismo tiempo responde a una necesidad de nuestra sociedad. “Nosotros actuamos como enviados de Cristo y en su nombre os pedimos que os reconciliéis con Dios” (2 Co 5, 20). El anuncio del perdón y de la misericordia de Dios, así como la exhortación a la conversión y el arrepentimiento, es esencial y permanente en la predicación de Jesús. La Iglesia tiene por cometido primordial anunciar esta gracia que exhorta a la conversión profunda y a acoger y ofrecer el perdón en el camino de la reconciliación.

8. En esta nueva etapa, la Iglesia quiere renovar su misión y compromiso de ser servidora de reconciliación. El anuncio por parte de ETA del final definitivo de toda actividad violenta ha sido acogido por nosotros y por la sociedad con satisfacción y esperanza, pero continuamos deseando y demandando su definitiva desaparición. Tras el cese de todo lo que amenaza la integridad física o moral de las personas, los senderos de la verdad y de la justicia constituyen el itinerario para una reconstrucción moral y social, que garantice una convivencia en paz, digna y respetuosa. Particularmente el arrepentimiento y el perdón son necesarios allí donde las agresiones del terrorismo y de toda clase de violencia o injusticia han abierto heridas profundas. Pedimos a Dios que quienes han dañado y ofendido al prójimo sientan su llamada al arrepentimiento verdadero y a la petición sincera de perdón.

9. Queridos hermanos y hermanas. Cristo nos enseña a perdonar y por el don del Espíritu se nos ofrece la capacidad de practicarlo. El perdón pedido y otorgado libera el corazón humano y nos hace semejantes a nuestro Padre misericordioso. Por eso, también rogamos a Dios que, a quienes han experimentado la agresión y todo tipo de violencia física o moral les conceda la gracia de poder ofrecer este perdón sanador y liberador que, sin anular las exigencias de la justicia, la supera.

10. El salmo 33 que hemos recitado nos anima a buscar la paz y correr tras ella. Gracias a Dios, en esta búsqueda hemos tenido y tenemos tantos compañeros de camino: instituciones, asociaciones, movimientos, iniciativas de diverso tipo, y tantos hermanos y hermanas, que se han empeñado con esfuerzo y constancia en lograr el fin de toda violencia y nos han invitado reiteradamente a recorrer el camino de la reconciliación. El Señor nos convoca a todos, instituciones y particulares, a colaborar en el afianzamiento de una cultura de la reconciliación y de la paz promoviendo e impulsando el encuentro, el diálogo y la reflexión, actuando con sabiduría. Aprendamos a vivir en el respeto y aprecio mutuos, más allá de nuestros condicionamientos ideológicos, sociales o políticos para encontrarnos respetuosamente con quienes piensan o viven de distinta manera que nosotros, en una sociedad que es plural y compleja pero que quiere vivir en paz y prosperidad, mirando al futuro con esperanza.

11. Sintámonos nuevamente enviados por el Señor a ser ministros de reconciliación, constructores de paz. El Espíritu Santo sigue derramando sus dones para que germine entre nosotros la paz como don de Dios, que requiere a su vez nuestro esfuerzo y colaboración. Que el Señor nos fortalezca y María nuestra Madre nos acompañe en esta hermosa y necesaria tarea. Como nos anunció el Señor resucitado: ¡Que la paz esté siempre con nosotros! AMEN.

+ Mario, Obispo de Bilbao
+ Jose Ignacio, Obispo de San Sebastián
+ Miguel, Obispo de Vitoria




“Buscar la paz y corre tras ella.
Zorionekoak bakegileak”

Homilia bake eta adiskidetzearen aldeko otoitzaldian
2012.eko otsailaren 25ean

Anai-arreba maiteok.

1. Zoriontasunek Kristogan barritasuna jadetsi dabenen lekukotasun biziaren erakusle dira. Zoriontasunen artean, bakegileei jagoke bat: “Zorionekoak bakezaleak horreei Jaungoikoak bere seme esango deutse-ta” (Mt 5, 9). Zoriontasunak aldarrikatuz, maitasunaren lege barria nabarmendu da lege zaharraren gainetik. San Paukok inoanez, “norbait Kristogan badago, izaki barri da; zaharra zana igaro da; barriztu egin da guztia” (2 Kor 5, 17). Jesusek gizakien arteko hartu-emon barria hasten eta ahalbideratzen dau: “zure lagunurkoa zeure burua lez maite izango dozu” hori agindu barriak gainditu dau: “maite eizue alkar Nik maite izan zaituedan lez”. Ez hori bakarrik, Jaunak dinoskunez, Jaungoikoaren seme eta alaba izateak arerioak maitatzea eta jazarten gaituenen alde otoitz egitea eskatzen dau (ik. Mt 5, 44).

2. Jesusek badaki maitatzeko era barri hau gauzatzeko ezinbestekoa dana gizadiaren barritze sakona. Holan, Bera, heriotzaraino, kurutzeko heriotzaraino apaldu eta beheratu zan. Kristok giza samin eta oinazearen sakoneraino jatsi gura dau, handik, gure gizatasuna erabat barritzeko, samin eta heriotzaren leizetik bizia sorraraziz: “Geure nekeak hartu dauz gainean eta geure minak eroan” (Is 53, 4). Isaias profetak Jaunaren Morroiaz egiten deuskun deskribapen zirraragarri honek erakusten deuskunez, Jaungoikoaren Semeak, gure haragia bere eginez, bere gain hartzen dau txarkeria eta bidebakokeria guztia. Beretzat ez dira ezezagunak gizadiaren iluntasun eta saminak, solidario egiten da, azken muturreraino egin be, sufrimentu guztien eta heriotzaren beraren aurrean.

3. Isaiasek mirespenez hots egiten dau gero: “Haren zauriek osatu gaitue” (Is 53, 5). Jaunaren Pazko misterioak zauria sendakuntza bihurtzen dau, oinazea poztasun, heriotza bizi. Kurutzean hildako Jesusen zauritik ura eta odola sortzen dira, biziaren iturria, betiko bizirainoko jauzia egiten dauan ur biziaren iturria. Hilobiaren sakonetik sortzen da berbizkundearen iragarpen argitsua eta hasierea emoten jako kreazino barriari. Bere zaurietan geureak jaso ziran eta horreetatik, Kristogan, indar eta itxaropenez betetako bizi barria birsortzen da.

4. Asteko lehen egunean, ikasleak, bildur ziralako, ateak itxita egozala, Jesus agertu jaken, eta zauriak, eskuak eta saihetsa, erakutsi eutsezan. Anai-arreba maiteok. Gaur be, hemen eta orain, Jaunak bere zauriak erakutsi gura deuskuz, bakez eta itxaropenez bete gaitezan. Zure zauriek osatu gaitue! Kristori esker, enbor zahar eta sikua biztu egin daiteke. Aukera ona dogu, gorroto, indarkeria eta banaketaren gainetik maitasuna, parkamena eta adiskidetzea garaitu daitezan. Esku horreei eta saihets horri ikusi behar deutsegu, adiskidetzerako bideari erabagiz ekiteko. Jesusen zauri horreetan ikusten doguz, batez be, terrorismoak eta bidebako indarkeria guztiek eragin dabezan zauriak eta heriotza gordintasun betean jasan dabezan guztiak. Kristo da pazkoko Biktima eta Beragan jasoten dabe biktimek Jesusen maitasunaren besarkada eta bere eskaintzari betiko lotuta geratzen dira, euren odola ez dala alperrekoa izan berretsiz. Euren gomuta, euren familiei lagun egitea, justiziak eskatzen deuskun zerbait da eta baita eskerroneko eta autorpeneko testigantza iraunkorra be; ezinbestekoa da, gainera, gizartean adiskidetzea egon daiten.

5. Eta esan eutsen: “Bakea ixten deutsuet, neure bakea emoten deutsuet; ez deutsuet munduak emoten dauanez emoten” (Jn 14, 27). Jaungoikoak emoten deuskun bakea, euren hutsegite eta pekatuak autortzen dabezanen, euren bihotza barritzeko prest dagozanen aldeko harrerea da. Bakea, Jaungoikoak emoten dauan eta gizakiak landu behar dauan doe lez, Espirituak eraldatutako bihotz barritik sortzen da. “Hareen gainera arnasa eginda, hauxe esan eutsen: Hartu eizue Espiritu Santua. Zuek pekatuak parkatu deiozuezanei, parkatuta geratuko jakez” (Jn 20, 22). Espiritu Santuak eragiten dau bihotzbarritzea eta berak ahalbideratzen dau bakegintza. Bakea Jaungoikoagandik dator baina ezinbestekoa da gure lankidetza, frutua emon daian. Jesusek begiespenerako deia egiten deusku: “Ni lehengoa eta betikoa naz, eta bizi dana eta hila izan zana; eta orain gizaldien gizaldietan bizi naz” (Ap 1, 18). Heriotza, Jesusengan, bizi bihurtzen da. Bildurraren eta indarkeriaren zauri sakon eta bidebakoa euren haragian jasan dabenak bakez eta nasaitasunez bete daikezan benetako itxaropena da. Kristogan gure bakea aurkituko dogu eta, aldi berean, oinazeak eta heriotzak itxaroteko eta osatzeko arrazoia aurkituko dabe, Jaungoikoaren bizi barrira bihurtuz.

6. Bakarrik Bildotsak jaso daike liburua, zazpi ezaugarriak zabaldu eta jasoten dauana ikusi (ik. Ap 5, 7). Kristo, Bildotsa, zutik eta bizirik agertzen da. Egiatasun beteaz epaitzeko gaitasuna dauan egia adierazoten dau horrek, giza bihotza eta historia barru-barruraino ezagutzen ditualako. Bera da Egia, Egia pertsonal eta betirakoa. Berak argi egiten dau gure historian eta bakarrik Beragandik ezagutu daikegu gauzen egia, bizi izan doguna lako errealidade hain mingarriaren ikuskera alderdikoi eta zatikakoak gaindituz. Beragaz begiratu deikeogu gure historiaren kontakizunari, eta Beragaz batera autortu ahal izango dogu eragindako kaltea; gure egiteak eta ez egiteak kritikoki balorau ahal izango doguz, zuzentasuna berrezarri ahal izango dogu eta parkamen eta adiskidetzeari ateak zabaldu.

7. “Guzti hau Jaungoikoagandik dator, Kristoren bidez bere adiskide egin eta adiskidetasuna lanbidez emon deusku-ta” (2 Kor 5, 18). Hain zuzen be, adiskidetzearen ministerioa Eleizearen misinoaren bihotzean bertan dago. Pazko Misterioaren bitartez Beragaz adiskidetu diranen esku ixten dauan mandatua da. Gure elizbarrutietako kristinauek, euren artzainekin batera, ibilpide luzea egin dabe adiskidetzearen alde, ekimen ugari eta askotarikoak gauzatuz, beti be, ministerioa Jaungoikoak bialduta eta bere borondatea betez eta, aldi berean, gizartearen beharrizan bati erantzunez gauzatzen dala jakinda. “Kristoren mandatari gara eta Kristoren izenean eskatzen deutsuegu: Jaungoikoagaz adiskidetu zaiteze” (2 Kor 5, 20). Jaungoikoaren parkamen eta errukiaren iragarpena eta bihozbarritzeko eta damutzeko deia behin eta barriro agertzen dira Jesusen predikuan, honen ardatza dira. Elizearen betebehar nagusia, bihozbarritze sakonera, eta adiskidetzerako bidean, parkamena onartzera eta eskaintzera bultzatzen gaituan grazia hori iragartea da.

8. Aldi barri honetan, Elizeak adiskidetzearen aldeko bere misinoa eta konpromisoa barritu gura ditu. Bai guk eta bai gizarteak be, pozez eta itxaropenez hartu dogu ETAren iragarpena, jarduera armadua behin betiko itxi dauala esanez, baina bere behin betiko desagerpena gura dogu eta eskatzen dogu. Gizakien osotasun fisiko edo moralaren aurkako mehatxuak amaituta, egiaren eta zuzentasunaren bideetatik egin behar da bakean, duintasunean eta errespetuan oinarritutako bizikidetasuna ziurtatuko dauan berreraikuntza moral eta sozialerako ibilpidea. Batik bat, damutzea eta parkamena beharrezkoak dira terrorismoaren edo era bateko edo besteko indarkeria edo bidebakokeriaren eraginez zauri sakonak zabaldu diranean. Lagun hurkoa mindu eta iraindu dabenek benetan damutzeko eta parkamena eskatzeko egiten deutsen deia entzun daiela eskatzen deutsagu Jaungoikoari.

9. Anai-arreba maiteok. Kristok parkatzen irakasten deusku eta Espirituaren doearen bitartez parkatzeko gaitasuna emoten jaku. Eskatutako eta emondako parkamenak gizakiaren bihotza askatu egiten dau eta Aita errukitsuaren antzeko bihurtzen. Horregaitik, erasoa edo era guztietako indarkeria fisiko edo morala jasan daben guztiei, zuzentasunaren eskakizunak baliobakotu barik, gainditu egiten dituan parkamen sendatzaile eta askatzaile hau eskaintzeko grazia emon deiela be erregutzen deutsagu Jaungoikoari.

10. Irakurri dogun 33. salmoak bakea bilatzera eta haren bila joatera bultzatzen gaitu. Jaungoikoari esker, bilatze honetan makina bat bidelagun izan dogu eta dogu: erakundeak, alkarteak, mobimentuak, ekimen desbardinak eta gorputz eta arimaz indarkeria guztien amaiera lortzeko burrukatu daben eta behin eta barriro adiskidetzearen bidea egiteko dei egin deuskuen anai-arrebak. Jaunak dei egiten deusku guztioi, erakunde zein gizabanako, adiskidetzearen eta bakearen kultura finkatzen lagundu daigun, bategitea, alkarrizketea eta gogoeta suspertuz eta zuhurtasunez jokatuz. Ikasi daigun alkarrenganako errespetu eta estimuan bizitzen, gure baldintza ideologiko, sozial edo politikoetatik harago, desbardin pentsetan daben edo bizi diranekin errespetuan bat egiteko, anitza eta konplexua dan baina bakean eta zorionean, geroari itxaropenez begiratuz, bizi gura dauan gizartean.

11. Jaunak adiskidetzearen ministro eta bakegile izatera bialtzen gaituala sentidu daigun beste behin be. Espiritu Santuak bere doeak isurtzen ditu gure gainera, gure artean bakea erne daiten Jaungoikoaren doe lez baina geure ahalegin eta lankidetzagaz. Jaunak sendotu gaizala eta Maria gure Amak lagun egin deigula beharrezko eginkizun eder honetan. Jesus berbiztuak iragarri euskun lez: Bakea beti zuekin! AMEN.

+ Mario, Bilboko Gotzaina
+ Jose Ignacio, Donostiako Gotzaina
+ Miguel, Gasteizko Gotzaina




Non solum sed etiam.

Por supuesto que sin pretender sentar cátedra de nada, sino, como siempre, aportar otra visión de interpretación de los datos de la noticia y una opinión personal, comienzo diciendo: Creo que se hizo lo que se tenía que hacer. Otra cosa es el cómo, que es en lo que discrepo y analizo desde otra visión crítica, pero desde la caridad cristiana.

Creo que era necesario que no pasara mucho tiempo sin que la comunidad cristiana en Euskadi se convocase para Orar por la Paz.
Creo que la convocatoria tenía que ser clarísimamente en clave religiosa y el mensaje que se transmitiera, tanto en el guión de la celebración como en la homilía de los obispos, eminentemente pastoral.
Y creo que así ha sido.

Ahora bien, independientemente de que las circunstancias de hace 11 años eran otras, de que los pastores al frente de las diócesis no coincidían todos con los actuales, de que en aquella convocatoria también se hizo presente la diócesis de Pamplona-Tudela, de que las comparaciones …. (no siempre), y de lo que se quiera añadir. Los datos son objetivos: en Armentia participaron más de 50.000 personas; y el sábado, al menos en cuerpo presente, 800 de Bilbao, 600 de Donosti y otras 600 de Vitoria-Gasteiz, sin calculadora dan la cifra de 2000 almas.

Una conclusión evidente es que “juntos” más y mejor.
Además este dato podría poner en bandeja un argumento para quienes prefieren cargar las tintas en las discrepancias episcopales y poner en solfa la tan defendida colegialidad de los obispos, que en el fondo yo también pienso que no es tanta.
Pero … además.

Y las otras 48.000 almas?
El indice de población no ha descendido tan drásticamente, y el de filiación religiosa, algo sí pero no tanto.
Es posible que en el camino de 11 años hayamos perdido una capacidad de convocatoria tan grande?????????
No cabe duda que hemos de reflexionar sobre la paz y la reconciliación, como sociedad y como Iglesia. Pero como Iglesia la reflexión debe alcanzar a otras cuestiones, que tangencialmente también tendrían que ver con el papel que la Iglesia ha de jugar en el futuro inmediato y a largo plazo.
Mientras la Pastoral con jóvenes carezca de gancho efectivo, mientra a las celebraciones diocesanas solo se sientan llamados santos y santas que peinan canas o ni falta que les hace; mientras la pastoral vocacional ocupe más tiempo en reuniones y papeles que en atender y formar personas para la vida consagrada (porque no tienen personas que formar, no por falta de voluntad de hacerlo claro!); mientras los domingos no se vaya a misa en familia, mientras a Dios no “se le invite” ni a la hora de comer, … esta Iglesia, referente reconocido desde tiempos inmemoriales podría ir quedando relagada a una presencia testimonial (cuántos se frotarían las manos!!! Y cuánto se perdería socialmente también).
Quizá el destino de la Iglesia este en regresar a las catacumbas, o quizá no haga falta llegar a tanto.
Si tenemos el mejor “producto” para la Paz y la Convivencia quizá solo nos falte creernolo de verdad para poder no ya “venderlo”, ni “canjearlo”, sino darlo y regalarlo.
Hemos de prepararnos para ser una Iglesia en condiciones de regalar el Don de la Paz.
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