Similitudes entre el ciclismo y la Iglesia La Iglesia que quieres depende de las personas que promocionas

La Iglesia que quieres depende de las personas que promocionas
La Iglesia que quieres depende de las personas que promocionas

Promocionamos a los que piensan en la misma línea para que esta, desde los puestos de poder, se vea respaldada y promocionada a la vez

Quienes acceden a esos puestos de responsabilidad están convencidos de que lo hacen para servir mejor

Este titular podría ser la síntesis de cómo la Iglesia se mueve. Acabamos de conocer la última hornada de cardenales en la Iglesia y el balance del porcentaje de cardenales que hoy ya hay nombrados por Francisco, lo que en un futuro cónclave podría garantizar una elección que diese continuidad a sus reformas. 

Pues esa es la fórmula en la que se basa el funcionamiento de la Iglesia. Promocionamos a los que piensan en la misma línea para que esta, desde los puestos de poder, se vea respaldada y promocionada a la vez. 

De esa manera es cómo grupos, órdenes religiosas, prelaturas, diócesis, han ido logrando el respaldo a sus respectivos grupos y proyectos. Y esa sería también la explicación de la pérdida de peso de quienes han visto reducida su presencia e influencia en cada escala de la Iglesia. Desde la Santa Sede hasta las mismas diócesis, pasando por las Conferencias Episcopales son espacios en los que “contar con mayorías” determina el rumbo ideológico que se tome. 

Esta táctica la usó Juan Pablo II, Benedicto XVI y la usa Francisco. 

Y quizá alguno se pregunte por los cambios que se producen como el caso de Francisco. Nadie puede negar que hay una lectura de la Iglesia muy diferente a la que tenían Juan Pablo II y Benedicto XVI. Y sin embargo los cardenales que lo eligieron habían sido designados por sus antecesores. Pues también tenemos que pensar que los elegidos tienen opinión propia y que cuando alcanzan más cota de poder, más influencia tienen para hacer girar el timón que se les encomiende. 

Esta práctica y este análisis es perfectamente extrapolable a las diócesis en donde el obispo procura rodearse de gente afín, y otras posturas solo tendrán cancha si logran situar a sus representantes en lugares de responsabilidades diocesanas. Allí donde hay un clero dividido, o francotirador, donde cada cual hace de su capa un sayo, o donde cada uno se monta su reino de Taifas en su parroquia eso solo favorecerá al obispo y a sus planes, porque es el único que irá logrando aunar fuerzas a su proyecto. 

Esas derivas ideológicas se suelen acabar personalizando, identificando con figuras concretas, Juan Pablo II, Benedicto XVI o Francisco; en España lo vivimos últimamente con Rouco y Cañizares, y Omella y Osoro, y en cada diócesis siempre están los sectores pro obispo y los detractores del obispo. 

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Un amigo me preguntó recientemente ¿Cuántos obispos ha dado tu diócesis a la Iglesia? Pues ese suele ser un termómetro, un dato de referencia importante. Y la pregunta continuaba ¿y cuántos del clero diocesano han promocionado internamente? 

Quizá alguno opine que qué poco evangélico parece todo esto, qué lejos de un planteamiento de “ser para servir”; pero tampoco es eso, quienes acceden a esos puestos de responsabilidad están convencidos de que lo hacen para servir mejor. Y aunque la dinámica resulte de lo más terrenal, y que lo es, no por ello deja de estar en sintonía con los principios del evangelio, sólo que cada cual lo hace desde su propia lectura personal. 

Por lo tanto quien quiera servir a la Iglesia “a su manera” ya sabe lo que tiene que hacer, lograr una buena pole position, tendrá que tener buenos gregarios que coloquen a los sprinter o embaladores que permitan hacer podio y de esa manera hacer valer su “marca” su sello, su firma. 

Y así es como va caminando la Iglesia en donde siempre quien te suceda cambiará las cosas y nunca lloverá a gusto de todos.

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