Toda su vida ligado a la música de otros ahora da el paso de cantar para Dios y la Virgen José Luis Villalaín, El Juglar de Dios …y de María

Villalaín ha recorrido los cinco continentes trabajando en una gira para difundir el flamenco por el mundo
La Virgen del Pilar es la pieza clave de su nueva opción de vida
| Vicente Luis García Corres (Txenti)
Con 14 años sintió deseos de tocar para Dios y pidió a los Reyes Magos una guitarra. A los 17 se pasó el viaje a Roma desde Burgos tocando en la ida y tocando a la vuelta, lo que le valió el apelativo de “Juglar de Dios”, un seudónimo que quedaría aparcado hasta hace pocos años, en el marco de la Vigilia del Encuentro de Músicos Católicos en España, celebrad a los pies de la Virgen del Pilar de Zaragoza, sintió que la misma Pilarica se lo pedía y su familia le apoyaba.
Sigue trabajando calibrando un buen sonido para los demás. Recuerda con agradecimiento su gira por todo el mundo llevando el flamenco a los cinco continentes. José Luis Villalaín, es ahora El Juglar de Dios, … y también de María.
Ha ido conociendo a otros artistas católicos, los que conforman la nueva oleada de la Nueva Canción Católica en España. Los admira y comparte escenario cuando su trabajo se lo permite.
En esta entrevista nos cuenta un poco de su vida, del acontecimiento que dió un giro radical a su forma de entender la vida y de los frutos que está dando su música, inspirada por Dios, por María y por el Espíritu Santo. Ello no quiere decir que descuide su formación y sigue haciendo un curso de composición y mejorando profesionalmente todo lo que puede.
Entrevista con José Luis Villalaín, El Juglar de Dios en el siglo XXI
Lo he confesado en varias ocasiones, pero muchos de los artistas que entrevisto hoy son ya grandes amigos con los que compartir una caña, una oración, o un paseo charlando de lo humano y de lo divino. Soy un afortunado y mi cercanía a ellos me está permitiendo ver más allá del artista, ver a la persona, al ser humano que hay en ellos.
He podido conocer algunos de sus fallos, de sus debilidades. Algunos son muy duros y críticos con sus compañeros, otros saben disculpar sus flaquezas humanas y artísticas y poner en valor los dones que Dios ha ido repartiendo.
Pero hay un denominador común en todos estos artistas. Dios. Todos agradecen a Dios los dones recibidos y la oportunidad de ponerlos al servicio de la Iglesia y de la evangelización.
Luego cada uno tendrá su punto de vanidad, sus egos profesionales, pero, todos se sienten llamados y enviados con una misión.
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