Un divertimento literario de Txenti García D. Mateo cap 20 y final

D. Mateo cap 20 y final
D. Mateo cap 20 y final

El funeral por Bea cerraba el círculo a una semana intensa. Pero la vida seguiría en el pueblo y cada día tendría su afán 

Cap. 20 Domingo por la mañana 

El día amanecía intenso. El funeral de Bea estaba preparado pero, el momento había que pasarlo. D. Mateo madrugó como cada día. Su oración de la mañana estaba muy condicionada por el funeral. Desde la ventana de la habitación veía despertar el día con esos tonos naranjas que tanto le gustan. El cielo anunciaba un día despejado y templado. Tras la ducha se preparó un buen café con leche y galletas. Sentado frente al tazón, sin saber por qué se sintió trasladado a sus años de seminarista.

Qué pedazo tazones con galletas María o con la barra de pan y la mantequilla. El Tebas era un tragaldabas, se metía media barra entre pecho y espalda y sin inmutarse. En invierno daba gusto servir las mesas porque con las lecheras de latón estabas un rato cerca del calor que desprendían. Vivíamos felices y seguros. Los formadores nos daban una seguridad absoluta y a la vez nos iban ayudando a formar una conciencia crítica, pero especialmente con el mundo. Las cosas de Dios eran firmes, inmutables, indiscutibles y por eso, para nosotros nos inspiraban seguridad. Con los años uno se vuelve más crítico con todo, hasta con la Iglesia Más diría, especialmente con todo aquello que quieres. Pero, cuán necesaria fue esa seguridad en los primeros años. Cada edad tiene sus fases. Está claro. Por eso un bebé precisa de la seguridad que le da la madre en sus primeros meses y años. Por eso luego entra la figura del padre, dando también seguridad, siendo el Superman que con los años se desinfla, pero que durante un tiempo tiene que ser Superman, Por eso la catequesis tiene que dar principios sencillos, claros,  firmes y seguros y la clase de religión tiene que aportar el espíritu crítico y analítico que luego resulta muy útil en la etapa de la confirmación. Si a veces nos complicamos la vida. Sí, el Evangelio es el paradigma de lo sencillo, claro y conciso. Si la mayoría de la gente no busca complicarse la vida con disquisiciones teológicas, solo buscan verdades que les den seguridad, que les hagan sentirse libres cumpliendo con ―lo que Dios manda‖. Y los que no creen, o prefieren no creer, en el fondo buscan lo mismo: verdades que no les compliquen la vida y que les hagan sentirse libres desde su increencia. Y luego estamos los que nos gusta darle al tarro, cuestionar todo y a todos en busca de la verdad que case con mi conciencia, para al final, lo mismo: sentirnos libres por sentirnos coherentes con nosotros mismos, y punto. Si uno no cree; y coherentes con nosotros mismos y con Dios en el caso contrario.‖

Ya llevaba cuatro galletas que por estar reblandecidas se le caían al tazón. Tomó la cuchara y fue terminando el tazón de sopas de galleta. Hoy era uno de esos días en los que es mejor abrir la iglesia con tiempo. El día anterior ya había reservado un par de bancos para la familia de Bea pero la feligresía en los funerales siempre era madrugadora a la hora de acercarse al templo. Cogió la homilía y el cuaderno de Bea y salió de casa para la parroquia.

Cap. 21 Misa Funeral por el alma de Bea 

Faltaba media hora para empezar la misa y el templo empezaba a llenarse de gente. Roberto, Ana, David y Claudia entraron  acompañados de más familiares. D. Mateo los vio llegar desde la sacristía y salió a saludarlos. Ocuparon los primeros bancos. Claudia traía una foto de Bea. La colocaron en un caballete junto con un ramo de flores a la derecha del altar. Esa era una de las indicaciones de Bea. Otra de las cosas que había pactado Bea con D. Mateo es que ninguno de su familia pasaría por el trago de tener que leer ni decir una sola palabra. Todo lo haría D. Mateo en su nombre y en el de la familia. D. Mateo regresó a la sacristía a revestirse y a esperar la hora. Cuando el reloj de la iglesia dio la primera de las doce campanadas D. Mateo salió con parsimonia hacia el altar. Esperó a que el reloj diese la última de las campanadas y empezó:

- En el nombre del Padre, El Hijo y El Espíritu Santo. El Señor esté con vosotros. - Y con tu Espíritu. 

- Hoy la Eucaristía de este pueblo está marcada por el recuerdo a Bea. Bea es, y digo es porque sigue viva en nuestros corazones y en el corazón de Dios, Bea es una mujer creyente. Y eso le llevó, sabiendo que le llegaba la hora, a darse el capricho de preparar este momento y esta celebración. Respetando sus deseos hemos colocado esta sencilla foto junto con ese ramo de flores. Y respetando sus deseos esta celebración tendrá otros detalles que quiso regalaros Bea. Como estas palabras que yo tomé nota como fiel escribano y que hoy pronunció en su nombre. 

 D. Mateo sacó un papel de entre la casulla, lo puso sobre el misal y leyó: 

- “Roberto, Ana, David, Claudia, Oscar, hermano mío espero que hayas podido venir, amigos todos. Sé que hoy es un día triste para vosotros pero quiero deciros que he dejado este mundo en paz y convencida de que Dios nos espera a todos con los brazos abiertos. Haced de la misa de hoy un momento de alegría, alegría con dolor, pero alegría. Yo he dejado de sufrir las condiciones humanas de este mundo y espero estar gozando de la Vida Eterna. Quiero aprovechar para pedir perdón a todos aquellos a los que en algún momento pude, consciente o inconscientemente, molestar o hacer daño. Y quiero reiterar mi amor absoluto a mi marido, a mis hijos y a todos. Sed felices y no perdáis un minuto de vuestra vida sin hacer felices a los que están a vuestro lado.” 

Las lágrimas afloraron en muchos de los presentes. D. Mateo lo fue leyendo haciendo sus pausas y mirando al público como queriendo no perderse ni un solo gesto de los destinatarios de la misiva. Tras una pausa final siguió la celebración hasta que llegó el momento del Evangelio. D. Mateo se dirigió pausadamente hacia el ambón.

―Bueno Señor. A ver qué dices hoy. Mira la semana que me has dado.‖ 

- Lectura del Santo evangelio según San Juan: “Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto. Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras. De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.” Palabra del Señor. 

- Gloria a ti Señor Jesús. 

- El domingo pasado escuchábamos que “La Verdad nos hará libres”. Hoy Jesús nos dice que Él es la verdad. Y el Camino y la vida. Ninguno tenemos la certeza de qué nos espera después de esta vida. Por eso decimos que todo lo que tiene que ver con Dios es un acto de fe. Es muy curioso que en una sociedad en la que cada vez más se desprecia todo lo relacionado con la fe vivamos sujetos a continuos actos de fe: “yo paso un trozo de plástico por una máquina y en un “acto de fe” acabo de transferir dinero de mi cuenta a la de otra persona que considera pagados los servicios o producto que he adquirido. ¿Ha visto usted el dinero? Yo tampoco, pero ambas partes hacemos ese “acto de fe” a diario. Con solo un click y desde un ordenador somos capaces de enviar a cualquier parte del mundo textos, fotos, contratos,… nadie los ve viajar, pero en “un acto de fe” sabemos que llegan. Los archivos y bibliotecas guardan toneladas de libros. Hoy, en un chisme poco mayor que mi uña  me dicen que es posible almacenar mil, dos mil o tres mil libros. ¡Con sus fotos y todo! Y que no se arrugan ahí dentro. Y en un acto de fe voy y me lo creo.  Ya, pero, dirá alguno, luego todo eso lo puedes demostrar: en el  banco te registran las entradas y salidas de dinero, la persona que recibe los documentos te confirma que ya los tiene y los está viendo y con el pen drive lo introduces en un ordenador y puedes comprobar todos los archivos que tienen. Cierto. Pero en el momento tú has tenido que hacer un acto de fe. Pues con Dios es algo parecido. Lo que cambia es el concepto tiempo. Durante esta vida solo podemos hacer actos de fe. Luego, en la otra vida, es cuando Dios nos da la prueba empírica de todo aquello que en su día creímos.  Hoy Bea disfruta ya de ese “luego”. Dios le está demostrando que todo aquello en lo que fue creyendo y todo aquello por lo que luchó sin más argumentos que su fe en Dios, eran la Verdad. Bea, a trompicones como todos, supo seguir a Jesús, Camino, Verdad y Vida.  Me viene a la memoria una de esas frases que de pequeños nos enseñaban en el catecismo y que quizá alguno recuerde: “La ciencia consumada es que el hombre bien acabe. Porque al fin de la jornada, aquel que se salva sabe, y el que no, no sabe nada.” Y dejadme que os recuerde para terminar un párrafo del Evangelio de hoy: “El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará”. Y como el pasado domingo os dejo una pregunta: ¿sabrías descubrir las obras que Dios ha hecho en ti, para ti y a través de ti? Y después de eso ¿sigues sin tener fe? Yo os aseguro que a mí me sigue costando más lo de la tarjeta de plástico y el dinero.  

Bueno Señor. Ya está dicho. Ahora  a esperar que me tienes reservado para esta semana.‖ 

Y la vida siguió en Villalagar. 

 D. Mateo visitó una mañana a la Madre superiora de las Dominicas. Cuando estuvieron en el despacho de la Madre D. Mateo le extendió un pequeño sobre. La monja lo abrió y en una letra que reconocía la mano del obispo, aunque venía sin sello ni firma, se podía leer: “Las palabras de D. Mateo son mis palabras.” D. Mateo le trasladó la bendición del obispo para una ceremonia de oración de carácter privado para la pareja de chicos en la que ni se hiciese ostentación de la misma ni se le diese publicidad para evitar ser manipulada con interpretaciones desviadas del verdadero sentido. Luis y Adam entendieron la difícil posición del obispo y a través de D. Mateo le hicieron llegar su agradecimiento y la esperanza de que “la Iglesia salga del armario en estas cuestiones”.

Marcela y su hijo vivieron un precioso día junto con el resto de los confirmados. Dña. Sofía se portó como una señora madrina y por la noche, a muchos kilómetros de allí, Benito se sumó a la fiesta en una cena inolvidable donde todos en el restaurante los veía como una feliz familia. 

El alcalde volvió a salir elegido tras vender a sus conciudadanos un bonito proyecto para el que sabía que nunca llegarían los fondos y las ayudas. Bueno. Al menos el centro de interpretación de los fósiles sí se llegó a hacer. 

Las nuevas elecciones paralizaron el tema de la clase de religión y D. Mateo fue llamado un año más a impartirla. La Directora se sintió aliviada por dar marcha atrás y contar un año más con el cura del pueblo. Al fin y al cabo en el fondo ella estaba convencida de las bondades y la importancia de la clase de religión en el contexto de una educación integral de la persona.  

Clara decidió centrar su vocación contemplativa en estudiar y orar sobre el Amor Misericordioso de Dios y el amor entre los hombres. Descubrió un filón para sus horas de estudio y de rezo. Se implicó en la pastoral prematrimonial haciendo un buen equipo con D. Mateo. 

Los planes del cura se cumplieron con respecto a “Zarina”. Luis y Adam tardaron poco en descubrir que la vida no les daba para atender la casa y que su situación les permitía contratar a alguien para las tareas de la casa. Aceptaron la propuesta de D. Mateo. Zarina dejó la prostitución, Adam y Luis le ayudaron a desenvolverse con el idioma y la cogieron interna con una condición. Que empezase a cursar unos estudios elementales. ¡Había posibilidades! 

Roberto fue rehaciendo su vida. A los pocos años se casaría con la hermana de su mujer. Ana hizo más fácil el camino y David buscó trabajo en la ciudad poniendo distancia con el pueblo. Cada fin de semana que regresaba a casa de su padre, el domingo iba a misa y se tomaba unas cervezas con su amigo el cura.

D. Mateo siguió soñando con Clara, su Dulcinea, alimentando su vida secreta a solas con Dios, preparando sus incisivos sermones, disfrutando de las catequesis, apoyando a las cofradías y tradiciones del pueblo y abriendo su casa de par en par a todo aquel que quisiera compartir con él un rato de charla, una cerveza o un orujito. 

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