Ante las reacciones de la exhortación papal Querida Amazonía: mi reacción a las reacciones.

Querida Amazonía: mi reacción a las reacciones.
Querida Amazonía: mi reacción a las reacciones.

No podemos vivir esperando ver los frutos de los cambios que deseamos, tenemos que vivir trabajando para que un día sean realidad, pero “cuando Dios quiera”.

No he leído aún el texto del Papa Francisco, solo los extractos y los comentarios de autor y de quienes los replican. 

Con dolor asisto, una vez más, a discursos de “vencedores” y “vencidos”, de “ganadores” y perdedores”, y, sinceramente, no creo que sea esa la actitud con la que, ni Francisco ( Ni Dios) deseen nos acerquemos a este nuevo texto. 

Aun cuando mi reflexión personal, hecha desde la libertad de los hijos de Dios, me inclina  a ser defensor de una revisión del celibato, del acceso de la mujer a las órdenes sagradas, y de buscar todas aquellas modificaciones que mejoren la misión de la Iglesia, que, muy resumidamente sería acercar a Dios a los hombres y a los hombres a Dios ( y como considero que mi lenguaje es inclusivo ni amplío la frase, ni utilizo otros recursos gráficos).

Bien pues, aunque reconozco mi cercanía con quienes defienden estas mismas revisiones en la Iglesia, no por ello juzgo y condeno a Francisco de “venderse”, ni de “ceder”, ni de haber escrito lo que ha escrito por presiones, miedos u otras causas.  

Si hasta hoy, el Papa Francisco era, para mi,  un hombre honrado e íntegro en sus manifestaciones y palabras, hoy lo sigue siendo. 

Creo, sinceramente, que lo que ha escrito es lo que le ha dictado su conciencia y el resultado de mucha oración y reflexión. 

Y, si no ha dado pasos que algunos podríamos esperar, quizá es, por que “no ha llegado la hora” de darlos. 

No podemos vivir esperando ver los frutos de los cambios que deseamos, tenemos que vivir trabajando para que un día sean realidad, pero “cuando Dios quiera”.

Y, a quienes con triunfalismo manifiestan sentirse “ganadores” en una batalla … en fin, que vuestra actitud os desacredita por sí misma. Después de ponerle a Francisco a caldo durante el Sínodo ¿ahora “os da la razón”?  Pues me temo que tampoco. 

¡Qué cierto que el mayor enemigo de la Iglesia somos los propios cristianos!

De momento yo espero dos cosas: una tener tiempo para leer la exhortación y, segundo escuchar la voz de los primeros afectados por el documento, los hombres y mujeres, laicos y consagrados, de la Amazonía.

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