Un divertimento literario de Txenti García También Ella (s)(Séptima entrega)

También Ella  (Séptima entrega)
También Ella (Séptima entrega)

Una visión de Dios en femenino es una corriente que cada día va cogiendo más fuerza, pero nadie la propone como algo excluyente de la visión dominante en los últimos …dos mil años aproximadamente.  Esta ficción va un poco en la línea de los rostros de “Mi Cristo roto” del P. Cúe. De lo femenino en la Iglesia como parte de un todo que sin Ella la realidad es incompleta. De un evangelio encarnado en Jesús de Nazaret, pero también en María, su madre, en María de  Magdala, en las hermanas de Lázaro, … También Ella es una propuesta de reconocimiento de “ellas” como Hija muy amada del Padre.

SEPTIMA ENTREGA 

Residencia sacerdotal Santo Tomás. Comedor de invitados.

Seguro que no has comido una pasta como esta. El cocinero es italiano, fue fraile antes que cocinero y lo tenemos aquí desde hace un año. ¡qué fichaje!

Ciertamente está deliciosa, al dente, sabrosa, muy rica.

Lo que te decía, un fichaje. Bueno. Mientras paseaba por el jardín le he dado vueltas a un asunto.  A la Iglesia se nos acusa con frecuencia de nuestras riquezas, del patrimonio que tenemos, de incoherencia en la pobreza que predicamos, ¿tú como lo ves?

Recuerda que no todo lo que surge en el entorno de la Iglesia es de Dios, ni todo lo de Dios es necesariamente cosa de la Iglesia. No estoy para juzgar a la Iglesia. La pobreza, como opción de vida, la debe sopesar cada uno. Los bienes terrenales no son en sí mismos ni buenos ni malos. 

Y ¿Cómo distingo lo que es de Dios de lo que no lo es? 

Las cosas de Dios dan paz,  las que no son de Dios, por lo general no dan paz. El poder, el placer y la fama no suelen dar paz; el servicio, el gozo y la humildad sí la dan.  El odio, la venganza, la violencia no dan paz, el perdón, la misericordia, la concordia, sí la dan. Coge cada cosa por separado y pásala por ese tamiz, y encontrarás tú solo las respuestas. 

Por cierto no te he preguntado si has reconocido a Samuel.

Sí, hemos hablado y todo está en paz.

¿Es así Samuel? ...Me alegro. 

Siervo fiel y discreto. Una gran persona tiene a su lado P. Umberto. 

Lo sé. Gracias. 

Samuel me comentó precisamente que a vosotros nunca os ha faltado de nada. 

De nada básico. “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros mucho mejores que ellas?”

Veo que dominas las Sagradas Escrituras con soltura y acudes a ellas con oportunidad y acierto.

El que lo suyo conoce, honra merece.

Bueno el refrán exactamente dice quien a lo suyo parece honra merece.

También viene bien al caso.

No pierdes comba. 

¡Si la ocasión lo merece!

Sin duda eres una mujer, ¡eso de tener la última palabra!

Eso ha sido un comentario machista. 

¡Eso ha sido una leche! vamos que nos sacan ahora el pollo en salsa y no es bueno que se enfríe. 

La semana pasada, cuando se precipitó lo de “secuestrarla” parecía que todo rodaba a mi favor. No siempre sabía lo que los de la comunidad tenían pensado hacer al día siguiente ni más tarde. Pero aquella mañana me llamó el P. Umberto para decirme que era urgente sacar de la circulación a Eva María. Le había llegado una información de que en breve podría peligrar su vida. En la comida Alberto me propuso acompañar al día siguiente a Eva María con tres de los miembros a una localidad de la costa. Tenían que visitar a un amigo y se quedarían unos días allí. Además, me dijo que Eva María quería aprovechar para retirarse a la playa esos días, lo hacía por la noche y le gustaba ir sola. Parecía puesto en bandeja. Se lo comuniqué al P. Umberto y desde ese día estaba preparado el dispositivo para hacerse con Eva María. 

Residencia sacerdotal Santo Tomás. Comedor de invitados.

Como veo que tienes respuesta para todo quisiera que me ilumines sobre un tema que hace tiempo preocupa a la Iglesia. Durante años muchos clérigos y religiosos han sido autores de las más grandes atrocidades, el número de abusos, particularmente a menores ha dañado la credibilidad de la Iglesia, ha dado argumentos a sus detractores, ha sido un misil en la línea de flotación de congregaciones y diócesis con efectos no solo económicos sino de riesgo para la misma existencia de la Iglesia en muchos lugares. ¿Cómo tendríamos que actuar?

Yo no tengo todas las respuestas porque ya nos fueron dadas en su momento. La Verdad. La Verdad os hace libres no es un slogan publicitario.  Una vez hecho el daño el mero intento de ocultarlo, camuflarlo, minusvalorarlo, negarlo, es un hurgar en la herida con saña.  Humildad a la hora de declarar la verdad, a la hora de pedir perdón. Por otro lado, todo lo que sucede en la tierra está sujeto a las leyes de la naturaleza y de los hombres, por eso la justicia de Dios no es la misma que la justicia de los hombres. La Iglesia ha de respetar la justicia de la naturaleza y de los seres humanos, pero su mirada a todos ha de ser la de la justicia de Dios, que es todo misericordia. La Iglesia en cuanto institución terrenal está sujeta a la condición humana de sus miembros, por eso decimos que es pecadora, porque lo es. Al final el más perjudicado es Dios que de rebote le salpican todos los errores de quienes se presentan ante el mundo como sus representantes. 

Pero no nos creen cuando decimos sinceramente  que no todos conocían los hechos, que no éramos conscientes de la dimensión del problema. 

Nadie quiere abordar la dimensión del problema. La dimensión sexual del ser humano ha sido manipulada desde el principio de los tiempos. La dimensión sexual de los seres humanos forma parte de la comunicación entre las personas, una comunicación que nos acerca entre nosotros y a Dios. Pero el ser humano la ha empleado como instrumento de poder, no de entrega generosa; como moneda de cambio; no como entrega gratuita entre las personas; como  herramienta de abuso entre las personas, no de diálogo; como herramienta de muerte y no de vida. Las instituciones humanas se han inmiscuido en las alcobas privadas para controlar las vidas en lugar de garantizar libertades. No es solo un problema de la Iglesia, es un problema de la sociedad en su conjunto. Por eso nunca os creerán, porque en este asunto nadie es sincero. 

¿Quieres un café?

Sí, gracias. 

¿Algo de licor?

No, gracias.

Pues yo sí. Samuel un chupito de ese orujo que tu sabes por favor.

El otro día, cuando la invitamos a acompañarnos, volví a sentir algo parecido. Antes sólo habíamos coincidido en una de las últimas cenas en el grupo, y yo pude sentarme muy cerca. Recuerdo que durante la cena me dirigió la mirada en varias ocasiones. Llegué a pensar que sabía o al menos sospechaba algo. Pero no era una mirada molesta, ni que me hiciera apartar la vista, al contrario. Era una mirada alegre, risueña. Todos sabíamos que al terminar la cena Eva María saldría para la playa, que seguramente pasaría allí la noche, como lo había hecho en otras ocasiones. Solo yo sabía que esa noche iba a ser diferente. Marta me dio un poncho para dárselo a Eva María. Cuando se lo entregué me dio un abrazo y me dijo, “hasta pronto” y salió por la puerta. Ya no la vería hasta que fuimos a la playa a buscarla.

Residencia sacerdotal Santo Tomás. Comedor de invitados.

Solo tomo café después de las comidas, y no todos los días. Pero me gusta, un café corto, justo de azúcar, templado, y tomarlo de dos sorbos. 

Eres muy metódico. 

De - formación del Seminario creo.  ¿Seguimos?  De lo que he podido leer de vuestra comunidad nunca os ha faltado nada pero sí parece que habéis sido siempre sobrios. Una vida sin lujos. Algo también que se ha trasladado a vuestra forma de vivir la fe. Sé que habéis participado en la liturgia de la Iglesia en cientos de lugares y con diversos estilos, y que lo habéis hecho sin problema alguno. Pero también he leído que cuando celebráis la Eucaristía, o hacéis una adoración en comunidad,  en familia, por decirlo de algún modo, son celebraciones austeras, simples, sencillas, exentas de ningún boato, minimalistas puso alguien en el informe. ¿Es eso un rechazo a la rica liturgia de la Iglesia?

No. Lo has dicho tú mismo, son celebraciones en familia. Son celebraciones “en zapatillas de casa”. Claro que no nos da lo mismo el estado de las zapatillas, no son zapatillas rotas, viejas y sucias,  son zapatillas limpias, en buen estado, pero zapatillas en todo caso. En zapatillas se suele estar más cómodo en casa. Pero tú mismo has reconocido que no nos supone ningún problema celebrar en otros ambientes, lo importante es celebrar la fe en grupo, en comunidad. ¿Los formalismos? mientras ayuden a las personas, nada que objetar.  Imagino que tú también estarás en contra de todo lo que sea postureo, ostentación, exceso, … por lo demás, son recursos que el ser humano precisa por su finitud y condición terrenal, nada más. 

Ya.  Con tu permiso me voy a retirar un rato. Te haré llamar a lo largo de la tarde. 

Que descanses.

Gracias, lo mismo. 

Detuvimos el coche en el mirador. Desde allí la pudimos ver paseando por la playa de Langre. Bueno exactamente por la cala. Desde arriba la pudimos observar. A los dos que venían conmigo les pedí que sin quitarle la vista de encima la dejáramos aún una hora más en la playa. Yo tampoco le quité el ojo de encima. Cuando la bajamar dejó acceso a la pequeña roca Eva María se fue hasta ella y se sentó.  Cuando empezamos a bajar por las escaleras hacia la playa se la veía inmóvil, como una estatua. Una vez en la arena les hice una señal para que fueran unos pasos tras de mí. Llegué a  su altura, pasaron unos segundos como si no me viese. Se giró y puso una dulce mirada sobre mi. Como si me estuviera esperando. Luego se fijó en quienes me seguían unos pasos más atrás. Se aproximó uno  de ellos y le dijo: “Eva María, ¿nos acompaña por favor?”.  Descendió de la roca con tranquilidad y juntos fuimos recorriendo en silencio el tramo de la playa hasta las escaleras que nos conducirían hasta el vehículo aparcado en el mirador. Cuando estábamos llegando al coche me extendió la mano y me dio un pequeño papel. “Llévaselo por favor” me dijo.  Eva María montó en el coche y yo regresé a la casa andando. de camino desplegué el papel doblado en cuatro y encontré solo una pequeña cruz dibujada.  Al llegar a la casa, entré con sigilo lo posé sobre la mesa del comedor abierto y mostrando el signo de la cruz. Después recogí la mochila, que ya la tenía lista en el hall, y marché también yo. 

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