Varias formas de “ver” la relación con el César y con Dios

El pasado domingo el Evangelio fue aquel pasaje en el que pretenden poner en compromiso a Jesús preguntándole si es o no lícito pagar tributo al Cesar, y el Maestro sentencia con la frase: “dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”.

En la Eucaristía en la que estuve el sacerdote dijo, como interpretación del texto evangélico, textualmente que, “la iglesia no debe meterse en política y la política no debe inmiscuirse en cuestiones de la Iglesia”. Destacaba este planteamiento sobre todo de cara a las próximas elecciones generales.

A muchos kilómetros de distancia el cardenal mejicano Norberto Rivera, partiendo del mismo evangelio, venía a decir todo lo contrario, que la Iglesia “puede” y “debe” meterse en política. La información que destaca R.D. refiere algunas frases de la homilía del cardenal: (texto sacado de R.D. "Cuando la autoridad se sale del marco legal desde donde puede y debe gobernar, no hay obligación de tributarle obediencia, y si se opone abiertamente a los derechos humanos fundamentales, entonces hay que negarle la obediencia", puntualizó.
Y, ¿qué pasa si la autoridad civil se opone a los derechos divinos? Pues sin necesidad de que estén en la Constitución, siguiendo el ejemplo de Jesús de dar a Dios lo que es de Dios, se concluye que cada uno de los hombres y sociedades intermedias "debemos poner la obediencia a Dios por encima del respeto al césar".
En este sentido, reiteró que los cristianos y los hombres en general deben obedecer y respetar a la autoridad sólo en aquello que conduzca al bien de la comunidad.)


Non solum sed etiam
Sobre la primera interpretación del texto de Mt. 22, 15-21, discrepo en su literalidad, y si no se quiso decir lo que se dijo, pues faltó una explicación que matizase esa radical separación entre Iglesia y política.

Respecto al segundo, comparto esa llamada a la desobediencia civil en el caso de políticas injustas y lesivas de los Derechos Humanos, pero creo que faltó una referencia a la relación en el sentido inverso, es decir, a la posible o no intervención de la política en las cuestiones de Iglesia.

Ante el posicionamiento tan dispar de dos sacerdotes (uno profesor de teología y el otro obispo con rango de cardenal), me permito exponer una visión personal sobre cómo entiendo yo la relación entre política e iglesia, y que considero no es contraria al espíritu de la letra del texto evangélico: A mi modo de ver el ejercicio de la política no debe estar condicionado por la Iglesia, y más diría por la religión; ni el ejercicio de la religión debería estar condicionado por la política.

Qué pretendo decir: pues que quienes trabajen en la política no deben hacerlo al dictado de criterios de ninguna Iglesia/confesión religiosa y por el contrario el ejercicio de las prácticas religiosas no debe quedar limitado por cuestiones políticas/partidistas. Creo que en esta postura también queda reflejado el postulado de “dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
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