Oración ecuménica por Ucrania Victoria, inmigrante ucraniana: ““Los ucranianos ,nos sentimos arropados y comprendidos”

Victoria, inmigrante ucraniana: ““Los ucranianos ,nos sentimos arropados y comprendidos”
Victoria, inmigrante ucraniana: ““Los ucranianos ,nos sentimos arropados y comprendidos”

El acto se celebró en la parroquia de San Vicente que regularmente acoge a la comunidad greco católica ucraniana

" Hemos visto salir su estrella y venimos a adorarla" - Con ese lema se llevó a cabo la celebración ecuménica por la paz en la iglesia de San Vicente de Vitoria. Esta parroquia es además la que acoge a la comunidad greco católica ucraniana, que durante la celebración tuvo un protagonismo especial motivado por los acontecimientos que hoy tienen en vilo a una gran parte de Europa. 

Entre las asistentes a esta vigilia de oración se encontraba Victoria, una ucraniana afincada en Vitoria-Gasteiz desde hace años. Ella relata los sentimientos que durante la celebración pasaron por su cabeza y su corazón.

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“La estrella, que ilumina todo el camino de nuestras vidas, si permitimos a Jesús entrar en nuestros corazones.  Sin esa luz caminamos como ciegos, incapaces de ver lo hermosa que es la vida y el mundo, creado por nuestro Señor. Esa luz también nos hace ver las necesidades de nuestros prójimos y actuar en consecuencia. Con esa luz nos reunimos para rezar por la paz en Ucrania y en todo el mundo, por los pueblos, que sufren violencia, terrorismo, amenazas de guerra y conflictos bélicos.”

Victoria destaca sobremanera ese sentimiento de arropo:   

“Los ucranianos ,nos sentimos arropados y comprendidos con la participación de la Iglesia católica , representada por D.Juan Carlos Elizalde,  Obispo de la diócesis de Vitoria y el Padre Juan Carlos Pinedo de la Parroquia de San Vicente, anfitriona del evento,  y con los hermanos de la Iglesia Evangélica , y los de la Iglesia Iglesia Ortodoxa Rumana. 

Unidos en la oración , pidiendo la misericordia de Dios, reconociendo nuestros pecados y cantando alabanzas,  confiamos en el innegable poder de la oración conjunta y  persistente. 

Nuestra fe nos da la vida, nos ayuda, nos protege, nos satisface y nos hace dignos de la gracia de Dios. Y  nos une para una buena causa  como rezar por la paz.”

Victoria fue una de las algo más de medio centenar de personas que participaron en este evento y que se unía a otras iniciativas que a lo largo de estos días están rezando para que el diálogo prime sobre la fuerza.

Victoria reconocía al salir de la iglesia que ella, y los miembros de la comunidad ucraniana se sentían: “Profundamente agradecidos y motivados a luchar a nuestra manera, rezando unidos.”

Non solum sed etiam 

Salvando las distancias y sin querer comparar los hechos principales, el testimonio de Victoria me ha retraído a la noche del 12 de julio de 1997. Yo me encontraba en Salamanca. Aquella noche, una buena parte de ella, la pase en la Plaza mayor de Salamanca, con una vela en la mano, y sintonizando con un mismo sentir que nos unió a millones de personas: que ETA no cumpliese su amenaza de matar a Miguel Ángel Blanco. Quienes sabían de mis orígenes vascos me arroparon como si fuese familiar directo de Miguel Ángel. Nunca olvidaré esa sensación que hoy me permite empatizar quizá un poco con el pueblo ucraniano que vive con el corazón en un puño, como millones lo estábamos en aquel día. 

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