Primeros frutos del Redentoris Mater en Vitoria Vitoria contará con un nuevo sacerdote desde este próximo sábado

Vitoria contará con un nuevo sacerdote desde este próximo sábado
Vitoria contará con un nuevo sacerdote desde este próximo sábado Pablo GH

Hace seis años que no se celebraba una ordenación

El Obispo le encomendará varias parroquias de la zona rural del sur de Álava

Este próximo sábado, 13 de junio, José Antonio Vega, nicaragüense de 30 años, será ordenado sacerdote de la Diócesis de Vitoria tras completar siete años de formación con el Seminario Redentoris Mater. Será la primera ordenación diocesana tras seis años sin ninguna. El último fue David Ruiz en 2014. Hace 4 años el Seminario Diocesano estaba sin ningún candidato al sacerdocio. Hoy, sumando los seminaristas diocesanos y los de la comunidad Redentoris Mater, son casi una veintena los que están cursando sus estudios sacerdotales. Su procedencia: tres de ellos de Vitoria, dos de Murcia, uno de San Sebastián, Pamplona, Castellón, Zaragoza y Barcelona a los que se sumarían dos originarios de Nicaragua, dos de Honduras, uno de México y otro de El Salvador. 

El Obispo presidirá la celebración en la Catedral Nueva de María Inmaculada, Madre de la Iglesia, a las 12:00 del mediodía –con un control del aforo no superior a 75% permitido en esta Fase 3 y siguiendo las indicaciones sanitarias de uso de la mascarilla y de distancia mínima de seguridad entre personas– y será concelebrada por el Vicario General, D. Carlos García Llata, los rectores y sacerdotes formadores del Seminario y una veintena de curas diocesanos en representación del conjunto de los párrocos alaveses. 

JOSE-ANTONIOweb-300x225

José Antonio Vega nació en Managua, Nicaragua, en 1990. En 2007 comenzó sus estudios de Ingeniería Electrónica que se costeó trabajando como percusionista. En 2010 sintió la llamada del Señor para dedicar su vida al Evangelio y a la Iglesia. En 2013 ingresó en el Seminario Redemptoris Mater de Castellón donde inició su proceso de discernimiento vocacional, y en 2017 se estableció en Vitoria-Gasteiz donde finalizó sus siete años de estudios teológicos para poder ser ordenado sacerdote este próximo 13 de junio fiesta de San Antonio. 

Lamentablemente para José Antonio la fiesta no será completa por culpa del coronavirus. Sus padres, con billete de avión comprado, no han podido volar hasta el País Vasco por las restricciones sanitarias.  Tendrán que conformarse siguiendo la ceremonia por internet. La ordenación será retransmitida por la web www.diocesisvitoria.org y por los canales diocesanos de YouTube y Facebook. La casulla –vestidura exterior que utiliza el sacerdote para celebrar misa– se la pondrán un matrimonio alavés en representación de sus padres ante la imposibilidad de hacerlos ellos. 

Una vez tome el nuevo hábito de sacerdote, José Antonio Vega estará encargado, por indicaciones del Obispo de Vitoria, de atender pastoralmente en esta primera etapa las parroquias de la zona rural del sur alavés. Concretamente atenderá los pueblos de Rivabellosa, Comunión, Salcedo, Tubiso y Zubillaga, incorporándose desde ese mismo día al equipo de párrocos de la zona. 

Non solum sed etiam

Sin duda la incorporación de un nuevo sacerdote a la diócesis es motivo de alegría. La experiencia de la pandemia que estamos viviendo ha puesto en valor la tarea que han realizado muchos sacerdotes, algunos de forma heróica, algunos hasta dando su vida. Seguimos viviendo en un entorno privilegiado, aún en tiempos de pandemia, pero la figura de un sacerdote que infunde alegría, paz, tranquilidad, confianza en Dios es bien recibida. 

Sin duda la formación de los sacerdotes  es una cuestión que lleva preocupando a la Iglesia, especialmente desde hace casi dos décadas, como quedó reflejada en la exhortación de Juan Pablo II “Pastores dabo vobis”. Una formación encaminada a hacer de los sacerdotes grandes servidores. 

En la Iglesia se precisan grandes teólogos, seguro, y buenos profesionales en muchas áreas de la actividad humana. Pero para las parroquias el mejor título es el que otorga la feligresía que acude confiada a su párroco, porque este les acerca a Dios. El calor de los feligreses para con sus sacerdotes es el mejor termómetro.

Por eso bienvenida la savia nueva que se pone al servicio de los demás aportando lo más importante y necesario en nuestros días: alegría, paz, tranquilidad, y confianza en Dios. 

Volver arriba