UN AÑO DE LA GRAN CITA CONSULTIVA DIOCESANA Vitoria recuerda su Asamblea Sinodal y hace(mos) balance

Vitoria recuerda su Asamblea Sinodal y hace(mos) balance
Vitoria recuerda su Asamblea Sinodal y hace(mos) balance DV

Mayor presencia y responsabilidad femenina y  más compromiso social y formativo en la  Diócesis de Vitoria  

El domingo se cumple el primer aniversario de la asamblea diocesana que reunió  a 400 personas en el Palacio Europa para poner en común las más de 1.200  aportaciones personales para afrontar el futuro de la Iglesia en Vitoria y Álava 

Este proceso consultivo y de escucha, conocido como Sínodo y que ha sido  convocado por el Papa Francisco, finalizará en octubre de este año con una gran  cumbre en Roma

Este domingo, 14 de mayo, se cumplirá  un año de la cita consultiva más participativa en la Diócesis de Vitoria a lo largo de este siglo XXI. El  Palacio de Congresos Europa acogió a algo más de 400 personas que llenaron el Auditorio Francisco de  Vitoria y asistieron al resumen de las 1200 aportaciones para el Sínodo. 

De aquella cita, que duró buena parte del día y que fue inaugurada por el Obispo de  Vitoria, Juan Carlos Elizalde, nació un compromiso: afrontar lo aquí planteado en los  próximos años en comunión con la Iglesia Universal.  

Por ello, la Diócesis de Vitoria quiere hacer balance de lo adquirido durante estos  primeros doce meses, con transparencia y precisión, sabiendo de la importancia que  supone cualquier paso en la Iglesia para los miles de fieles en nuestro territorio,  especialmente para las comunidades presentes en parroquias, colegios y asociaciones  eclesiales.  

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Las más del millar de contribuciones fueron ricas y variadas, llenas de matices, donde  en todas ellas aparecían temas recurrentes aunque frecuentemente utilizando  formulaciones muy generales. El equipo encargado de sintetizar todo lo recibido lo  resumió en 11 importantes retos a trabajar en los próximos años: asuntos tan  importantes como la labor social de la Iglesia; el papel de la Mujer; la participación de  los laicos; jóvenes, vocaciones y personas alejadas de la Iglesia; la formación; la  identidad cristiana; dialogo interno; la cogobernanza en la Diócesis; mayor  comunicación entre parroquias y comunidades; mayor decisión desde las parroquias y  el cuidado de las celebraciones. 

El Obispado de Vitoria ha establecido una hoja de ruta para ir dando  respuesta a todos ellos de manera eficaz y duradera en el tiempo. Así, en temas como el relacionado con los jóvenes, vocaciones, identidad cristiana o el cuidado de las  celebraciones se han dado pasos importantes aunque queda mucho por hacer. Donde  sí se destacan avances son en temas de mujer, cogobernanza, formación y acción  social.  

En septiembre, cuatro meses después de esta multitudinaria asamblea, el Obispo de  Vitoria creó un nuevo órgano asesor del gobierno de la Iglesia alavesa –denominado  Consejo de Gobierno– e incorporó a ella a tres mujeres, siendo Vitoria la primera de las  diócesis españolas que sumaba mujeres a un órgano eclesial directivo, en este caso dos  laicas y una religiosa. De este modo, D. Juan Carlos Elizalde, cubrió dos aspectos que se  reclamaban durante este proceso sinodal: mayor presencia y responsabilidad femenina  y reforzar la corresponsabilidad en el gobierno de la Iglesia de Vitoria al incorporar  laicos en un alto órgano diocesano. 

Este Consejo de Gobierno se reúne de manera ordinaria entre dos y tres veces al mes y  está formado por los vicarios episcopales –con el Vicario General, Carlos García Llata, y  el resto de vicarios, Unai Ibáñez, Manuel Gómez-Tavira, Nunilo Ceballos y José Aduna,  todos ellos sacerdotes– a los que se suman por primera vez tres mujeres y un hombre,  Maite Sebal –directora de Cáritas Vitoria–, Susana Aréchaga –responsable de  patrimonio cultural de la Diócesis–, Aitor Pastor –profesor en el colegio Virgen Niña y  Escolapias–, todos ellos laicos, y sor Begoña Zarco, religiosa y directora del colegio de la  Inmaculada del barrio de Abetxuko. 

Por otra parte, en julio nació la Escuela de Teología y Pastoral como una clara apuesta  por la formación de los laicos. Con el objetivo de impulsar la formación continua de los  fieles, tal y como se solicitó en la asamblea del Palacio Europa hace un año, D. Juan  Carlos Elizalde creó una comisión de formación con el objetivo de analizar la actual  oferta y considerar las diferentes opciones para ofrecer un itinerario eficaz y efectivo,  naciendo así este nuevo organismo abierto a todo hombre y mujer. Comenzando el  pasado mes de septiembre, los alumnos se citan todos los martes hasta junio,  otorgando un diploma a todo aquel que supere con éxito esta formación impartida por  teólogos y profesores tanto de la Facultad de Teología de Vitoria como de los equipos  pastorales de varios colegios de la ciudad.  

En cuanto a la labor social, la Diócesis también está experimentando un impulso desde  sus entidades sociales como son Cáritas, Berakah, Misiones, Manos Unidas, Jeiki y otros  proyectos a nivel de parroquias destacando la creación de Sendilagun como novedad  dirigida a ayudar a familias en crisis. Además, el presupuesto diocesano destinado a la  caridad ha aumentado del 33% el pasado 2022 al 35% de este año, dedicando más de  4.700.000 euros del montante total convirtiéndose así en la mayor partida de la historia.  A modo de ejemplo, el comedor Zugaz gestionado por las parroquias del Casco  Histórico, han aumentado sus menús de 200 a 300 diarios a personas vulnerables  mientras que Cáritas trabaja con más de 4.600 familias, medio millar más que hace un  año. Destaca además la labor de acogida a refugiados ucranianos, donde la Diócesis ha  atendido en este primer año a 812 ucranianos con un presupuesto de 309.435€. 

Un año después, el balance es positivo pero aún queda trabajo por delante. Tanto a  nivel de parroquias como a nivel diocesano en Álava y en todo el conjunto de la Iglesia  Universal, son muchos los pasos a dar. En octubre de este año, el Papa Francisco  presidirá en Roma la gran cumbre internacional del Sínodo donde se recogerán a modo  de síntesis las cientos de miles de aportaciones llegadas de todos los rincones del  planeta. Allí , durante varios días, se escucharán y se trabajará para poner en común  todos los aportes que más preocupan a los fieles de todo el mundo, entre las que  estarán estas llegadas de Vitoria, con el objetivo de hacer una Iglesia en salida  preparada para el futuro. 

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Non solum sed etiam 

Posiblemente desde la década de los 90, cuando se llevó a cabo el PDE con monseñor Larrauri al frente, no se había vivido una movilización tan grande en la Iglesia Diocesana de Vitoria. El acto cuya efeméride celebraremos este domingo fue sin duda una manifestación del interés suscitado por la propuesta del Papa Francisco a escucharnos unos a otros dentro de la Iglesia. 

Hoy el obispado hace un balance enfatizando en los pasos dados en algunos puntos de las demandas expresadas. 

Reconoce de pasada las lagunas que permanecen, como el tema de la pastoral con jóvenes. 

Se congratula de la labor social que continúa y crece en esfuerzos y recursos. 

Y deja para otros las críticas a los errores cometidos. 

Hace pocos días precisamente el sector crítico diocesano de Ibilean hizo público un texto en el que desgraciadamente no aportan nada nuevo, ni siquiera en su reivindicación de pedir un cambio de obispo y de personas al frente de la gobernanza diocesana. 

Hay hechos que son evidencias, algunos nombramientos de monseñor Elizalde al frente de algunas parroquias ha provocado la estampida de una parte de la feligresía y el fin de un modelo de comunidad cristiana que funcionaba en esas parroquias. A mi no me parecen buenas noticias y evidencian un error táctico en el nombramiento de los nuevos responsables al frente de las comunidades afectadas: La Esperanza, Santa Clara, Sagrada Familia, y la localidad alavesa de Laguardia son algunos de esos ejemplos. Ahora el miedo se cierne sobre la parroquia de Los Ángeles y la comunidad nacida de la mano de los dominicos. Existe el miedo de que en poco tiempo a esta parroquia no se la reconozca y, en lugar de una continuidad en la vida parroquial y comunitaria se dé, una vez más, una ruptura. Los futuros responsables ya han manifestado su voluntad de escuchar, otra cosa es lo que acaben haciendo con la información que reciban. Pero no vamos a juzgar antes de ver sus obras. 

En todo caso el obispo se expresó en estos términos en la reunión celebrada en Los Ángeles con el Consejo Parroquial: “voy a hacer todo por respetar que esta casa sea de quienes la habitan, aunque tenga que haber cambios. Viviremos momentos de tensión, como en todo cambio.” En el acta de esa misma reunión, tenida antes de cerrar el acuerdo con los Peregrinos de la Eucaristía se recogen estas palabras del obispo: “La idea es que esto siga con la misma orientación, con continuidad y sin sufrimiento. También nos comentó la importancia de mantener el magisterio de la Iglesia y nos señaló algunas cosas a mejorar y entre ellas nos habló del área litúrgica y, más en concreto, de la confesión comunitaria y de la eucaristía. Mitxel le comentó que en este camino sinodal hay que escuchar para darse cuenta lo que viven y quieren las personas y cómo el lenguaje hoy no llega a los jóvenes.”

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También es un hecho que de algunas de las palabras de monseñor Elizalde cuando se refiere a la aceptación de una pluralidad en la Iglesia en Vitoria a los hechos de sus decisiones se desprende una cierta distancia que deja ver una clara opción por un modelo de Iglesia y la búsqueda del fin de otras opciones por falta de oxígeno. Un estudiado movimiento de peones debilita o provoca el fin de un modelo de entender la parroquia. Es sencillo. También es cierto que muchas opciones alternativas tampoco hay, aunque alguna que otra decisión quizá sí se podría haber tomado en alguno de los casos antes de sacrificar a las comunidades parroquiales existentes en aras de una nueva forma de hacer parroquia. 

Lo que es un hecho es que cuando a una parroquia llega un equipo nuevo de sacerdotes y a los pocos meses se han dado de baja catequistas y colaboradores, otros han optado por celebrar la eucaristía en otros templos o por llevar a sus hijos a la catequesis en la otra punta de la ciudad, … algo no se ha hecho bien.  La impaciencia de hacer cambios no es buena consejera. Los nuevos estilos tienen que llegar porque vayan calando poco a poco no como un sello de caucho o una marca a fuego.

Pero lo mismo que estas son realidades constatables también lo son otras realidades que se están dando en la diócesis y que para nada auguran esa visión apocalíptica del creciente descontento al que se refieren los de Ibilean. Hay otra realidad diocesana que difiere mucho de la que se describe en su escrito.

También es un hecho que los grupos “tradicionalmente fieles” se están sintiendo a gusto con la política eclesial y eclesiástica llevada a cabo desde el obispado: grupos que otrora vivieron en las catacumbas hoy respiran al aire libre y movimientos y asociaciones de las nuevas olas de evangelización están encontrando tiempo y espacio para desarrollar su labor entre nosotros. 

Y si miramos objetivamente el proyecto de Elizalde para esta Diócesis está en sintonía con la Iglesia Católica, todas sus demandas en materia de liturgia, de vida sacramental y de catequesis son doctrina pura y dura. En línea con la Conferencia Episcopal Española, en fin que no se sale del guión. 

Somos una sociedad pendular y como Iglesia cometemos el mismo pecado. No sabemos encontrar la virtud que está en el medio, aunque este sea muy estrecho para instalarse en él. 

Pero más allá de este análisis personal que difiere mucho del de Ibilean, no quiero cometer el mismo error de elaborar un discurso lleno de obviedades y sin propuestas concretas:

Para empezar no creo que la solución a nuestros problemas diocesanos sea el cambio de obispo.

Tampoco la solución pasa por imaginar una Iglesia democrática en todo, cuando ya tenemos un sistema colegial que puede abrirse aún más a la participación de religiosos y religiosas, laicos y laicas. Sinodalidad. Trabajemos en esta línea desde los grupos, las parroquias y el propio obispado. De hecho ya se está trabajando en esta línea. 

A veces pienso que es absurdo que nos esforcemos en buscar “soluciones” si descuidamos nuestras “misiones”. Es decir, creo que la prueba del algodón de todas las acciones de la Iglesia es: si lo que hacemos acerca a Dios es bueno, si aleja de Dios es malo; Y aquí es donde debemos aceptar la pluralidad de formas y maneras que Dios tiene de cruzarse en el camino de cada uno. Y ahí es donde yo le pediría al obispo que acepte las formas y maneras que cada persona, cada sacerdote, cada comunidad muestra su vocación. Y si además de aceptar pone los medios para que sus labores sigan dando sus frutos pues mejor. 

Y por otro lado nos toca aceptar la realidad de la llegada de nuevas formas o incluso viejas nuevas formas y fórmulas de entender la Iglesia y su misión. 

Es posible que quienes nos llegan desde fuera solo repitan los patrones que en su día les enseñamos, y si fueron desacertados ahora se nos devuelven. Pero que no se nos olvide que son Iglesia, y hoy son nuestros misioneros, los que hacen la misión con nosotros, la vieja Europa. 

Hace un año, en la crónica de esta asamblea de la primera fase del sínodo me congratulaba destacar la presencia en la misma de algunos de los discrepantes en la labor de Elizalde. Sentí que casi casi estaba toda la diócesis representada en aquel acto. 

Sinceramente, a pesar de la visión apocalíptica de algunos sobre esta diócesis de Vitoria creo que está viviendo un tiempo interesante, con cambios, algunos que me gustan y otros que no tanto. Pero es que esto es la vida misma. Pero lo que más me importa es que algo se está moviendo, y eso siempre es bueno. Ya vivimos muchas décadas de inmovilismo que tampoco nos dió muchas alegrías que se diga. 

Sigamos en este camino sinodal donde todos nos podemos escuchar a todos. Luego cada cual en su puesto sabrá lo que tiene que hacer. 

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