Un año más las Voces del Sur dejan su testimonio en Euskadi

Zerbait berria ernetzen ari da/Algo nuevo está brotando
“Con un euro se salva una vida, con 100 € damos de comer en la guardería a 120 niños durante un mes” Así de clara se expresaba sor Matilde Rivera, misionera en Kenia.


Este lunes se despiden las Voces del Sur que han participado en ese proyecto de concienciación ciudadana que organizan las Misiones Diocesanas Vascas cada año, desde hace dos décadas, en torno a su fiesta del 19 de marzo. Han pasado 70 años desde que en 1948 se iniciara la aventura misionera de las diócesis vascas, un proyecto pionero en la Iglesia que ha ido viendo sus frutos, y prueba de ello son las dos religiosas ecuatorianas que han venido a Euskadi a compartir su misión en el corazón de África, en Kenia, pero no la Kenia de los safaris, sino la Kenia olvidada hasta por el gobierno keniata.


Matilde Rivera y Consuelo Pillajo son dos religiosas que pertenecen a la orden de las marianitas, son nacidas en Ecuador, y ahora trabajan desde hace 5 años en la misión Kaikor, en la zona de Turkana, a tres días de viaje de Nairobi.

Matilde Ribera concretamente es natural de Riobamba, y se alimentó de esa iglesia profética alentada por el obispo Leónidas Proaño, una iglesia que se nutre del trabajo, la oración y la reflexión de las Comunidades Cristianas de Base. Una iglesia que vive agradecida por la labor de los misioneros vascos en su tierra: “somos el fruto de la evangelización de los misioneros vascos. Y como dijo nuestra madre general es hora de dar.”


Matilde siempre soñó con ir a África, y cuando se le presentó la ocasión cruzó el charco, inicialmente para pasarse 14 años en Etiopía, y hace 5 decidió presentarse para mantener la misión en una de las zonas más secas del planeta, donde llueve tan solo dos días al año, y en escasas dos horas la tierra ha absorbido toda la humedad para dejar de nuevo su imagen de tierra cuarteada y reseca. Pero esa desgracia se ve acompañada por una falta de apoyos de las instituciones del país. “La Kenia de los safaris, la Kenia desarrollada está más al sur, hasta donde nosotras estamos no llega el agua, pero tampoco el desarrollo educativo, sanitario, económico, no hay nada.”
El “no hay nada” se ha visto alterado un poco con la llegada de estas mujeres. “Poco a poco hemos ido organizando guarderías, grupos de formación para mujeres, también desarrollamos un proyecto pastoral en torno a la Iglesia. Estas personas no habían oído nunca hablar de Jesús, y hemos tenido que entrar primero atendiendo sus necesidades materiales y luego hablarles del amor de Dios.”
Las hermanas valoran mucho el trabajo de las ONGs, pero marcan dónde radica lo genuino de su labor:” ellos vienen, hacen su proyecto, y se van. Nosotras vamos y nos quedamos.”

No es difícil preguntarnos cómo se sobrevive en un lugar tan inhóspito, seco, donde la temperatura oscila entre los 40ºC y 45ºC regularmente: “lo que nos mueve es el amor de Dios, es un motor importante de nuestra vida. Y segundo con mucha paciencia y respeto a la gente. Caminando con ellos, a su ritmo. Aquí estamos muy acostumbrados a correr y hacer veinte cosas a la vez, allí no. Una a una. Hacemos un grupo de mujeres para explicarles algo y lo repetimos hasta que entiendan que ellas son las protagonistas de su propia historia. El tiempo que haga falta empleamos para que aprendan a leer y escribir y poder defenderse ellos mismo y reclamar al gobierno, una y mil veces sus derechos. Y Les animamos a que si no les escuchan insistan, y vayan en grupo. Y nosotras con ellos, vamos a golpear puertas como la viuda del evangelio que pedía justicia al juez hasta que tanto insistir se la otorgó”.

Pero mientras tanto la ayuda exterior es la indispensable para poder seguir viviendo: “El agua que tenemos es gracias a la Iglesia, y concretamente a Misiones Diocesanas Vascas con su ayuda hemos logrado abrir pozos más cerca de los poblados. Y así hemos podido ir levantando una escuela, cuatro guarderías. Como reza el lema de la campaña de Misiones Diocesanas Vascas de este año Algo nuevo está brotando, ya podemos ir viendo cómo la gente va tomando conciencia de que son seres humanos que tienen deberes y derechos.”

Ha sido poco más de un mes el tiempo de estancia de las voces del Sur en Euskadi, aunque las hermanas disfrutarán aún de una semana de retiro espiritual antes de regresar a Kenia si tienen clara su evaluación del tiempo pasado entre nosotros: “ nos llevamos un corazón agradecido. La gente de aquí es muy acogedora, nos hemos sentido en casa, nos han hecho sentirnos parte de la familia vasca. Se siente ese espíritu de fe, de esperanza y solidaridad que identifica a este pueblo.”
La Campaña Misionera tiene también un fin de recaudación económica para poder seguir sosteniendo estos y otros muchos proyectos, pero, para hacernos una idea concreta; qué son capaces de hacer estas religiosas con 100 € en su misión en Kenia: “Con 100 € se puede dar dos comidas diarias durante un mes a 120 niños.” Pero la comparativa no queda ahí: “ Con un solo euro se puede salvar una vida: “poder llevar a un niño al centro de saludo y administrarle la medicación para combatir la picadura de una serpiente, araña o escorpión, se puede hacer con un euro; con un euro se puede llegar al centro de salud y salvar una vida. Si todos colaborásemos con un euro nadie se moriría sin haber intentado antes salvarle la vida.”


Este lunes se despedirán y harán balance de ese recorrido que les ha llevado por las tres diócesis vascas, su visita a parroquias y comunidades comprometidas con las misiones, y la visita a Urkiola, el corazón de las Misiones Diocesanas Vascas. Este pasado domingo dieron su testimonio en la Iglesia de San Miguel en el marco de la misa para jóvenes que preside el obispo de Vitoria. Al final de la misa dijeron cosas como que “amar es de valientes porque hay que despojarse de uno mismo. Hay que acompañar al pueblo con mucha paciencia, hay que ayudarles a tomar conciencia de que todos somos hijos e hijas de Dios.”

El bien más escaso es el agua, y gracias al apoyo de Misiones Diocesanas Vascas se han logrado abrir varios pozos que han acercado el agua: “donde antes solo crecían espinos ahora hemos hecho huertas donde crecen vegetales y frutos.”



Non solum sed etiam

Cada día estoy más convencido que la pastoral del siglo XXI tiene que sostenerse fundamentalmente en el testimonio, la pastoral del testimonio es la única que alcanzará a todos, jóvenes, niños y mayores.
Esta semana he tenido ejemplos muy cercanos, a la catequesis invité a una bellísima persona y un gran misionero, Honorio Ruiz de Arkaute, quien a sus casi 90 años conectó fenomenalmente con los niños de 8, hasta el punto de que ellos le ofrecieron hacerse presente el dia de su Primera Comunión; otro ejemplo ha sido el de las Voces del Sur, el testimonio de estas dos hermanas impactó a mi hija mayor, que pudo compartir con ellas una mañana en el marco de un curso de formación misionera que está haciendo, pero pude ver cómo la vivencia de estas mujeres también ha impresionado a mis otros hijos y a otros jóvenes.
No es la primera vez que palpo el valor del testimonio. Siempre he dicho que uno de los privilegios del periodismo, y de esta vocación de comunicación cristiana, es poder gozar de unos minutos compartiendo una entrevista personal con gente maravillosa, impresionante, personas que con su testimonio van sembrando semillas que permiten tiempo después decir: Zerbait berria ernetzen ari da/Algo nuevo está brotando.
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