Ante el 29 M, retazos de una Pastoral iluminadora

Al comienzo de la Cuaresma los obispos vascos invitaron a retomar la Carta Pastoral que sobre la crisis económica habían sacado el pasado año, también en el tiempo de Cuaresma.
A pocos días de la convocatoria de Huelga General del 29 de marzo, y tras el posicionamiento de los movimientos obreros de la Acción Católica a favor de la misma, he seleccionado algunos párrafos de la Carta Pastoral de Cuaresma 2011 firmada por los obispos de Bilbao, Vitoria, San Sebastián y Pamplona –Tudela que llevaba por título: “Una economía al servicio de las personas – Ante la crisis conversión y solidaridad”

He seleccionado textos del capítulo IV de la Carta que se titulaba: Vivir la caridad en la justicia, la participación, la compasión y la solidaridad.
“Hemos hecho ya referencia al peligro que supone la grave brecha social y humana entre empleados y desempleados. Por ello, ante las situaciones concretas en las que se plantean reducciones de trabajo, es esencial que tanto las empresas, como las fuerzas sindicales, los propios empleados y los poderes públicos competentes traten de buscar por todos los medios legítimos, y dentro de las posibilidades de cada caso, fórmulas para evitar despidos permanentes.”

“En la carta pastoral ya citada de 1982, nuestros predecesores en el ministerio episcopal realizaban un análisis sobre las consecuencias de la grave crisis económica que se vivió en aquellos años, con altos índices de desempleo. A pesar de los años transcurridos muchas de sus reflexiones conservan plena actualidad. Hablando de las cifras, hacían la siguiente pregunta clave: “¿Hasta qué punto son capaces de inquietar nuestras conciencias y de estimularnos a una acción más solidaria y cristiana?
(….) Quisiéramos, sobre todo, invitaros a ver la realidad y a percibirla con
la intensidad humana que es imposible recoger aquí.” Finalmente, vista así la realidad del sufrimiento nos animaban “a adoptar, según nuestra propia responsabilidad, las decisiones inspiradas por los valores de la justicia, solidaridad y servicio, que han de estar en la base de una convivencia fraternal.””

“El miedo ante una situación de grave crisis tiende naturalmente a crear una legítima preocupación por cómo evitar ser víctima de la misma, con lo que conlleva
de necesidad, angustia y precariedad. Con ello se corre el riesgo de generalizar socialmente un estado de ánimo que podríamos definir como “sálvese quien pueda”.
Ante semejante peligro, es preciso volver nuestra mirada al espíritu y modo de
vida de las primeras comunidades cristianas: Los creyentes vivían todos unidos y
tenían todo en común; vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos,
según la necesidad de cada uno.76 Deseamos invitaros vivamente a todas las parroquias, comunidades religiosas y otras realidades eclesiales a que busquéis la
manera concreta de actualizar la comunicación de bienes para ayudar a los más
afectados por la crisis.”
“De un modo general, tres son las dimensiones principales de la labor de Caritas:
promover la justicia y el bien común; acompañar a los más débiles, para aliviar
su situación y para tratar de dotarlos de recursos y destrezas que les permitan alcanzar un modo de vida digno; y promover la dimensión caritativa de la fe en la
comunidad cristiana.”
“Para un mejor desempeño de esta labor deseamos subrayar la necesidad de una colaboración leal entre instituciones tanto públicas como de iniciativa social. Tal colaboración ha de tener en cuenta las distintas responsabilidades competenciales y la naturaleza y misión propia de cada institución. El momento presente es una llamada urgente a sumar y coordinar esfuerzos a favor de los más débiles. Así, al evitar la dispersión y favorecer la coordinación, se ayudará a mejorar la eficacia, intensidad y alcance de las medidas que se pongan en marcha, para lograr un orden social más justo.”

“Es claro que el laicado ha de participar en la promoción de esta movilización ciudadana y tomar parte en ella. Lo ha de hacer, siguiendo las directrices del Concilio, con la recta intención de construir junto con las demás personas de buena voluntad un mundo de todos y para todos, en el centro del cual se sitúa la dignidad del ser humano en sus dimensiones personales y sociales.”

“La tarea de afrontar la crisis y buscar salidas verdaderas y sostenibles va a conllevar importantes ajustes y sacrificios. Todos sabemos que no podemos vivir por encima de nuestras posibilidades ni apoyados en burbujas condenadas a explotar; no es nuestra misión ni estamos capacitados para ofrecer medidas concretas de carácter técnico. Deseamos que la adopción de las medidas necesarias esté guiada por el doble principio de la participación y de la responsabilidad. Ello debe ayudarnos a todos, empresarios, trabajadores, organizaciones sindicales, instituciones sociales, partidos políticos y poderes públicos a superar nuestras propias miras e intereses particulares en favor del bien común. No es cierto que la mejor manera de defender y alcanzar ese bien sea dejarlo al libre establecimiento del equilibrio de fuerzas que buscan defender por todos los medios su interés particular. La participación y la responsabilidad exigen el reconocimiento sincero de los legítimos derechos y obligaciones de cada parte, siempre con vistas al interés general, favoreciendo así que las acciones a tomar sean asumidas y promovidas por todos.”

“Más allá de estas exigencias morales básicas, animamos a las fuerzas sociales y
políticas a que avancen en la búsqueda de soluciones a las cuestiones actualmente abiertas: modelo sostenible de garantías sociales, modo mejor de garantizar el ejercicio del derecho a trabajar, estructura impositiva más adecuada y justa, financiación del gasto social, y modos también justos y adecuados de fijar la jornada laboral, las retribuciones a los trabajadores, la vida laboral en su conjunto, su conciliación con la vida familiar y, finalmente, el sistema de pensiones. Una vez más insistimos en los graves efectos del desempleo y llamamos la atención sobre los cambios que se están operando en la naturaleza y estabilidad del empleo.”


Non solum sed etiam.

La relectura de estos párrafos creo que puede ser útil para orientar el posicionamiento de un miembro de la Iglesia frente a una convocatoria en la sociedad de Huelga General.
Las reflexiones que me han suscitado estos párrafos, algunas obvias, las ofrezco por si a alguien pueden serle de utilidad:
1) El inmovilismo no es una respuesta cristiana
2) Frente a la crisis y frente a una convocatoria de Huelga General hay que tomar decisiones personales que han de comenzar por una reflexión honesta.
3) Las opciones y posicionamientos pueden ser varios y variopintos, pero han de estar fundamentados en “la recta intención de construir junto con las demás personas de buena voluntad un mundo de todos y para todos, en el centro del cual se sitúa la dignidad del ser humano en sus dimensiones personales y sociales.”
4) La respuesta de la Iglesia se ha de expresar de manera especial desde el laicado.
5) La dimensión caritativa de la Iglesia y su Doctrina Social han de estar más presentes que nunca en esta situación de crisis y ante las acciones y medidas que se presenten, impongan, propongan, …
6) Y por último, creo que las posturas manifestadas por la Acción Católica frente a la Convocatoria de Huelga General del 29 de Marzo pueden encontrar apoyo en esta Carta Pastoral.
Todavía quedan días para que nos preguntemos: ¿qué haría Jesús de Nazaret, el Cristo, si estuviese en mi lugar?
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