Franco y la Iglesia: Incomprensiones, olvidos y silencios

En un primer periodo del mandato de Franco, el comprendido entre los años 39 y 60, estuvo caracterizado por el mutuo entendimiento entre La Santa Sede y el Estado Español. En este periodo, la Iglesia vivió en España uno de sus momentos florecientes de su historia, que se prolongaría hasta el nombramiento como papa del cardenal Montini. Es entonces cuando las cosas comienzan a cambiar, estando ya próximo a finalizar el Concilio Vaticano II



Indice
1- Franco aclamado como Caudillo victorioso

2-Tiempos de bonanza

3-El Nacional- Catolicismo vínculo entre españoles y regiones

4- Los tres grandes logros para España y la Iglesia

5-El resurgir de la Iglesia Española al amparo de los Principios del Movimiento

6- El inicio de un periodo de desencuentros entre Iglesia y Estado

7-La Iglesia Española escindida en dos mitades

8- Qué ha quedado de la Católica España?

De 1939 a 1975 España estuvo gobernada por Francisco Franco Bahamonde, un prolongado periodo histórico de 36 años, en que el Pueblo Español pudo disfrutar de paz, estabilidad y progreso.
En el trascurso de su vida y mucho más a la hora de su muerte, momento de suprema sinceridad, el Jefe del Estado Español demostró ser un hombre profundamente religioso, tanto en su vida privada como pública, por lo que en su legislación tuvo siempre presente las raíces católicas de su Pueblo.
Durante su mandato las relaciones con la Iglesia no siempre fueron cordiales, hasta el punto de poder hablarse de dos etapas durante su mandato, que coinciden con los periodos pre y posconciliar; pero en honor a la verdad, habría que decir, que no fue Franco quien cambió.

1- Franco aclamado como caudillo victorioso
En un primer periodo del mandato de Franco, de 1939 a 1960, puede decirse que hubo un buen entendimiento entre La Santa Sede y el Estado Español. Después de la cruel persecución religiosa, que inundó de sangre el suelo patrio, después de tres largos años de un guerra fratricida, en los que hubo mucho dolor y mucha muerte en los dos bandos, llegó la paz a España; fue el 1 de Abril de 1939; fecha histórica en que se proclamaba el final del enfrentamiento civil, con el triunfo de las tropas franquistas, victoria que la Iglesia Española y la Santa Sede celebraron con entusiasmo. Los obispos españoles masivamente (46 firmantes) con insignificantes excepciones, como pudo ser la del obispo catalán Vidal y Barraquer, ya habían manifestado su postura entusiasta a favor del General Francisco Franco, sentimiento que se hizo patente en una histórica Carta Colectiva del Episcopado Español.

Pio XII a poco de subir al pontificado felicitaba a Franco por su victoria en estos térmi os. “Levantando nuestro corazón al Señor, agradecemos sinceramente, con Vuestra Excelencia, deseada victoria católica España. Hacemos votos porque este queridísimo país, alcanzada la paz, emprenda con nuevo vigor sus antiguas tradiciones, que tan grande lo hicieron. Con estos sentimientos, efusivamente enviamos a Vuestra Excelencia y a todo el pueblo español nuestra apostólica bendición”. A lo que Franco prontamente respondió con este telegrama efusivo “ Intensa emoción me ha producido paternal telegrama de Vuestra Santidad con victoria total de nuestras armas, que en heroica cruzada lucharon contra los enemigos de la Religión , de la Patria y de la Civilización Cristiana. El pueblo español que tanto ha sufrido eleva también con Vuestra Santidad su corazón al Señor, que le dispensa su gracia y le pide su protección para la gran obra del porvenir y conmigo expresa a Vuestra Santidad inmensa gratitud por sus frases apostólicas , bendición que ha recibido con honda emoción y religioso fervor hacia Vuestra santidad” ( Diario de la Guerra Civil de Enero a Abril 1939 pag. 9)

El 16 de Abril de 1939 Pío XII emocionado volvía a mandar otro mensaje de congratulación a quienes "se habían propuesto la difícil tarea de defender y restaurar los derechos y el honor de Dios y de la Religión". “ Con inmenso gozo, Nos dirigimos a vosotros, hijos queridísimos de la Católica España, para expresaros nuestra paterna congratulación por el don de la paz y de la victoria, con que Dios se ha dignado coronar el heroísmo cristiano de vuestra fe y caridad”… ( Discurso de Congratulación. 16-4-39)

2- Tiempos de Bonanza
En este primer periodo no sólo la Iglesia sino los miembros del Estado Español, durante muchos años remaron en la misma dirección, promoviendo los valores humanos y cristianos que habían hecho grande a España. El mismo papa Pío XII ensalzaba a su gobernante, diciendo de él que “entre todos los jefes de Estado era el más querido por la Iglesia”. En 1952 Barcelona era designada como sede , para que allí se celebrara el Congreso Eucarístico. En 1953 a petición de Franco se firma el Concordato del Estado Español con la Santa Sede por el que mutuamente son reconocidos derechos y privilegios. ()

También Juan XXIII, tuvo en gran estima a Franco, como se desprende del testimonio revelado por Mons. Guerra Campos, según el cual : “El Papa Juan XXIII habría encargado expresamente a un cardenal de la Curia Romana, que en su visita a Franco le trasladase su bendición especialísima y le asegurase la gran estima y cariño que el Papa le tenía , añadiendo que por ciertas circunstancias el Papa no podía decir públicamente su sentir” ( Telediario del 20 de Noviembre de 1975) o también cuando dijo: “ Franco da leyes católicas, ayuda a la Iglesia, es buen católico . ¿ Que más se quiere?” ( “5 de Julio 1960 palabras del Papa al Vicario Apostólico Francisco Gómez CMF) Bien puede decirse que durante estos primeros años no hubo ningún tipo de fisura entre Iglesia y Estado Español, sino todo lo contrario. Nombres como el cardenal Gomá, Enrique Pla y Deniel, Mons. Marcelo, Guerra Campos , Casimiro Morcillo, por citar a algunos de ellos, a los que se unían la grey; todos al unísono se sentían encantados con el nuevo rumbo que España había tomado. Se hablaba de cruzada y Francisco Franco había sido ese hombre providencial, al que se le quería y se le respetaba y casi se le veneraba, hasta introducirlo bajo palio en las ceremonias religiosas .

3-El nacional –catolicismo, vínculo de unión entre españoles y regiones
Todos los católicos parecían estar contagiados del espíritu del 18 de Julio, seglares, religiosos, clérigos, obispos, todos estaban entregados al tan propalado Nacional-Catolicismo celebrado también con entusiasmo, dicho sea de paso, por el primer Enrique y Tarancón, en aquel entonces obispo de Solsona. De él son estas palabras. “ España precisamente por su catolicismo ha sido la única nación que ha vencido totalmente al comunismo” ( Carta Pastoral de 24 de Marzo de 1957) El Nacional- Catolicismo, al margen de todo lo que se ha dicho de él , representó la expresión de una España, que había decidido vivir en consonancia con su fe católica, enalteciendo los valores cristianos en un momento en que los pueblos de Europa desertaban del cristianismo. Esta identificación de España con el espíritu cristiano fue visto con esperanza y podía ser visto también como un referente para un Occidente, que cada vez se iba mostrando más descreído. Eran tiempos en los que, como también dijo Mons. Enrique y Tarancón, “en España se creía de forma generalizada, en que la identidad nacional pasaba por su catolicidad y por tanto existía el convencimiento de que España no podía dejar de ser católica sin dejar de ser España”.

4- Los tres grandes logros para España y la Iglesia
A la hora de referirnos a este periodo histórico de España es de justicia reconocer que Franco contó, sin duda, con el apoyo generalizado de su Pueblo, lo cual resulta no sólo explicable, sino hasta lógico, si tenemos en cuenta los motivos de agradecimiento que muchos españoles tenían para quien consideraban su “Caudillo” y que podían quedar reflejados en breves enunciados 1 Gracias a él la Iglesia Española fue rescatada y pudo librarse de un posible exterminio. 2 España pudo mantener su identidad, autonomía e independencia, frente a la opresión de la Rusia Comunista 3 España al mantenerse neutral durante la Segunda guerra mundial pudo gozar de la paz que Europa no tuvo.

5- El resurgir de la Iglesia al amparo de los principios del movimiento
Volviendo al tema que nos ocupa es preciso seguir diciendo que el Papa y la jerarquía española, durante muchos años, estuvieron con Francisco Franco y él a su vez se mantuvo siempre fiel a la Iglesia, a la que intentó servir con lealtad hasta su muerte. Nadie podrá negar que el Nacional- Catolicismo tenía su apoyo en el Segundo Principio Fundamental del Movimiento,“ La Nación Española considera como timbre de honor el acatamiento de la ley de Dios, según la doctrina de la Santa Iglesia, Católica, Apostólica y Romana”. Texto que mereció todas las bendiciones eclesiásticas y no era para menos.

Durante el periodo preconciliar la Iglesia Española, dígase lo que se diga, vivió una floreciente primavera. Ahí están las cifras y los hechos. Los templos rebosantes de fieles, la Acción Católica pujante. De los 2000 seminaristas se pasa a 8000 . En el periodo que va del 1954 al 1956 se ordenan cada año 1000 sacerdotes. El clero español pasa a ser el más joven del mundo. La sociedad y la Nación española estaban cohesionadas en torno al vínculo religioso sin fisuras, había vitalidad en las instituciones y España entera estaba animada por un mismo espíritu cristiano. Existía una moral exigente, que se ajustaba a las normas católicas, dentro de una atmósfera de compromiso, si bien para otros no era más que un hipócrita puritanismo. El clima era favorable a la religiosidad, fidelidad a las tradiciones y se apoyaba a las familias numerosas, por aquel entonces frecuentes. Recordar también que la libertad religiosa proclamada en el Concilio Vaticano fue aceptada por la legislación del Estado Español, sin la menor resistencia; pero ello no sería suficiente, con la llegada del Cardenal Montini al Pontificado, pues todo iba a cambiar de la noche a la mañana

6- El inicio de un nuevo periodo de desencuentro entre Iglesia y Estado
Con la llegada de Pablo VI a la Sede de Roma comienza un periodo de desavenencias e incomprensiones, coincidente con la última fase del Concilio Vaticano II. No fue una sorpresa para nadie que Pablo VI, nada más llegar al pontificado, manifestara su interés en que la Iglesia Española se desmarcara del Régimen franquista. Con este Papa comienza un nuevo periodo en el que las relaciones Iglesia y Estado cambian de rumbo. Para llevar a cabo esta “operación de desenganche” se procedió con toda rapidez al relevo de 35 obispos de libre designación. La nominación se hizo de forma tan precipitada, que según testimonia el ex-ministro Gonzalo Fernández de la Mora, alguno de ellos ni tan siquiera pudo ser nombrado, bien porque tenía solicitada la secularización o bien porque pensaba hacerlo. Si a esto unimos la eficiente colaboración de tres de sus hombres de confianza como fueron Mons. Giovanni Benelli, el nuncio Luigi Dadaglio y el converso Mons. Vicente Enrique y Tarancón nada tiene de extraño que sucediera lo que sucedió. A partir de aquí comenzaría la metamorfosis sufrida por la iglesia española posconciliar.

7-La iglesia Española escindida en dos mitades
En breve espacio de tiempo, la Iglesia Española quedaba escindida en dos mitades, con el consiguiente desconcierto y desorientación para los fieles, el vigor espiritual se iría debilitando y un incontrolado aperturismo daría origen a que en la pujante Acción Católica se filtraran elementos ideologizados, que acabarían dinamitándola por dentro. Es así como los comunistas pudieron hacer desde dentro lo que se les había impedido hacer desde fuera. El propio testimonio de los dirigentes comunistas, lo dice todo. “ Los católicos, declaraba por entonces Carrillo, son nuestros más fieles aliados…El comunismo nunca hubiera podido llegar tan adelante como ha llegado, de no haber contado con la ayuda de la Iglesia Posconciliar”. (Le Figaro 3 de Febrero de 1967.)

La falta de entendimiento entre Franco y Pablo VI se vio agravada por dos sucesos acaecidos en España en los últimos años del franquismo, que vinieron a complicar la situación. Uno de ellos lo protagonizó el obispo vasco Mons Añoveros. El 24 de Febrero de 1974 fue leída una homilía en las iglesias de su diócesis en la que se defendía el derecho del Pueblo Vasco a su identidad. Este hecho fue visto como un ataque a la unidad de España y motivó un grave enfrentamiento con el Gobierno Español, que en principio respondió con el arresto domiciliario del prelado, siendo considerado como “persona non grata” y a punto estuvo de ser expulsado del territorio nacional, de no haber mediado la intervención de Franco, evitando así que él y su Gobierno hubieran sido excomulgados, con lo que las relaciones del Estado Español con la Santa Sede hubieran quedado rotas

Otro acontecimiento no menos grave estuvo protagonizado por el proceso de Burgos en el que fueron condenados a pena de muerte seis terroristas pertenecientes a ETA. Las súplicas de clemencia de Pablo VI no fueron escuchadas, por entender el gobierno que era una intromisión indebida en los asuntos internos nacionales ; pero que el Papa no lo entendió así y el resultado fue crear más tensión de la que ya existía. Si atendemos a lo que vino después, habría razones para pensar que Pablo VI tal vez fue demasiado severo para con el Régimen Franquista, pues, una vez muerto Franco y después de haber leído su testamento espiritual, pronunciaría estas escuetas pero reveladoras palabras: “¡Me equivoqué con este hombre!… Ha hecho mucho bien a España. Merece un final glorioso y lleno de gratitud” ( Cardenal D. Vicente Enrique y Tarancón . Confesiones. P.P.C. Madrid 1996.) Con estas palabras, hasta Pablo VI parece dar a entender que la España Católica debe mucho a Franco

8-¿ Que ha quedado de la Católica España?
Desaparecido Franco ya sólo era cuestión de mantener el cambio de rumbo iniciado, a pesar de los esfuerzos de algunos prelados, religiosos y seglares de permanecer fieles a sus esencias religiosas. La Nación que durante siglos había sido ejemplo de Catolicidad, esa Nación a la que hace pocos años en Roma se la bautizaba como la Nación Católica “baluarte de los valores morales”. “ Reserva espiritual de Occidente” fue quedando poco a poco, convertida en tierra descristianizada, pasando a ser una Nación aconfesional por virtud de la Constitución de 1978 con la cual se inicia oficialmente el llamado periodo de la Transición, en el que Mons. Tarancón iba a ser el hombre de confianza de Pablo VI, para llevar a cabo la operación de restauración de la religiosidad española muy bien acompañado por su obispo auxiliar, Mons Alberto Iniesta.

Las intenciones del Obispo de la Transición son fáciles de adivinar si tenemos en cuenta sus propias palabras “ Con gobiernos menos católicos España estará mejor” .(Ya 28 de Agosto de 1981) Se comenzó a trabajar a destajo y los resultados no se hicieron esperar. La Sociedad Española en un tiempo record pierde su identidad religiosa, deja de sentirse orgullosa de su catolicidad y se pone a la cabeza en materia de laxitud moral. En pocos años España se vuelve irreconoscible , tal como lo pronosticó el Sr, Guerra, ya no era la misma. La fe durante tanto tiempo omnipresente en la vida pública y privada pareció esfumarse.

No cabe duda que el talante conciliador de D. Vicente con los nuevos tiempos tuvo sus días de gloria; pero una vez muerto Pablo VI, su protector, las cosas cambiaron y tuvo que vérselas con Juan Pablo II, hasta que llegó el día en que el Papa abroncó a D. Vicente. Nos lo cuenta un periodista en la Vanguardia 14 de Agosto de 2011. “En un momento dado, el enérgico Juan Pablo II se aproximó a su interlocutor y con gesto de disgusto le presionó el hombro con la mano. No fue ni un golpe, ni un empujón. Fue una señal de largo recorrido. Primavera de 1982. Para el hombre que había acudido a Roma a presentar la preceptiva dimisión como arzobispo de Madrid –por los 75 años recién cumplidos– aquel palmetazo significó una triple herida: censura, desaprobación y reproche. "Usted será el responsable de que el catolicismo retroceda en España, mientras nos esforzamos para doblegar al comunismo, cada vez más débil". Don Vicente Enrique y Tarancón salió consternado de la audiencia

El tiempo ha ido pasando y hoy desgraciadamente vivimos con normalidad en España lo que un día no muy lejano hubiera parecido impensable. La España de Franco ha desaparecido, nadie la defiende, nadie se acuerda de ella, si no es para denostarla; conseguido esto lo que ahora se pretende es hacer desaparecer todo vestigio religioso y a punto se está de conseguirlo. Ya ni siquiera puede hablarse de las dos Españas, puesto que la España Católica no tiene ningún valedor, ni partido que la represente en el Parlamento. Del Nacional- Catolicismo hemos pasado al Nacional- Laicismo. Seguramente todo es consecuencia de muchos olvidos, silencios e ingratitudes, pues como bien dijera Edmum Burke, “todo lo que es necesario para que el mal triunfe, es que los hombres de bien no hagan nada”. Dejémoslo todo al último y definitivo juicio de Dios, ante quien todos habremos de comparecer un día.
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