Tomar la educación en serio


El progresismo educativo de los últimos tiempos se ha venido manifestando a través de la Pedagogía Negativa que ha acabado por calar hondo en los ámbitos educativos, de manera especial en la familia, donde la falta de compromiso de los padres en materia de educación resulta, cuando menos preocupante. Las relaciones hoy entre padres e hijos más que paternofiliales son amigables, democráticamente amigables en las que el principio de autoridad, condición indispensable para que la educación pueda llevarse a cabo, está muy cuestionado.

Alguien durante estos últimos lustros ha hecho creer a los padres, que la mejor educación es la que no existe. No son pocos los pedagogos e ideólogos políticos que viene predicando que hay que dejar al niño a su suerte, para que se desarrolle autónomamente de forma natural y espontánea, sin ningún tipo de intervención del exterior o con la menos posible. En todo esto ha tenido mucho que ver la izquierda "progre" que ha dominado prácticamente toda la pedagogía del pasado siglo. Algunos de estos novedosos planteamienos pueden ser ya objeto de valoración a la luz de los resultados obtenidos, que ciertamente no han sido muy satisfactorios que digamos. Lo que sucede es que muchos políticos y no pocos padres se niegan a admitirlo. Aunque parezca mentira hay quienes siguen creyéndose las patrañas de estos pedagogos iconoclastas que predican a los cuatro vientos que hay que ser omnitolerantes y omnipermisivos, dejando que sea el niño quien se eduque a sí mismo

No creo revelar ningún secreto si digo, que todo ello va unido a un cierto deterioro del ejercicio de autoridad que se nota no sólo en las familias, sino también en las escuelas; aquí por estar con las manos atadas y allí por miedo a ser tachado de intransigente. La crisis de autoridad en la familia es alarmante, cualquiera lo puede apreciar. No niego que las responsabilidades familiares en materia de educación, hoy más que nunca son difíciles de asumir; pero algo tendremos que hacer. El hijo que se ha dado cuenta de la situación, se ha dicho. Muy bien. ¿ Nadie quiere mandar? Lo haré yo. Y ahí tenemos a la criaturita convertida en pequeño déspota inmisericorde con padres y profesores. Porque vamos a ver en realidad ¿Quienes son los que mandan hoy en las escuelas y en las familias? Lo sabemos todos y sobre todo los saben mejor que nadie los propios niños. Ésta entre otras es la triste consecuencia de la “Pedagogía Negativa” que predica el no intervencionismo, el mismo que aconseja dejar al niño que se desarrolle espontáneamente. Nada de imposiciones, nada de disciplina. Dejémosle sin dirección para que crezca sin complejos y sin prejuicios. Dejémosle que sea el salvaje perfecto. Lo malo es, que lo del salvaje perfecto es una utopía, como lo es la pretendida autosuficiencia infantil.

La experiencia ha venido a demostrar, por si ello hiciera falta, que el aprendizaje orientado desde fuera ha sido es y será algo connatural al ser humano. Quien quiera ver la realidad sin prejuicios no le costará admitir lo necesaria que es la educación , sobre todo en las edades más tempranas.
Es la propia experiencia la que nos demuestra cada día, que hemos nacido para ser educados, a menos que renunciemos a ser hombres. Es un hecho insoslayable que la educación va ligada a nuestra condición humana, que es tanto como decir que la educación es una tarea del hombre y para el hombre.

Tal como están las cosas, los padres debieran ser los primeros de quitarse la venda de sus ojos y cuanto antes lo hagan mejor para todos porque su inhibición educativa, ni es bueno para sus hijos , ni lo es para la sociedad . No pueden seguir por más tiempo engañados confundiendo autoridad con autoritarismo, disciplina con coerción , comprensión con claudicación, tolerancia con omnipermisividad,han de comprender de una vez por todas que una cosa es el uso de la libertad y otra bien distinta el abuso de la misma. Los padres han de comenzar a comprender que se les ha tratado de meter gato por liebre. Han de saber que no es cierto que reprender al niño crea en ellos frustraciones y complejos, sino más bien lo contrario, que son las correcciones oportunas las que hacen de barreras protectoras, dando seguridad a su inestable personalidad, al tiempo que le ponen a salvo de muchos peligros que el niño no puede prever. Más aún, es el propio niño quien se siente decepcionado cuando no recibe la corrección que él espera, por parte de quien debiera hacerlo. Algún día estos niño consentidos y caprichosos nos echarán en cara con toda la razón del mundo , que les hemos dejado crecer sin vallas de protección, que les hemos privado de esos valores y exigencias imprescindibles para afrontar una vida llena de riesgos y compromisos. Los padres han de decidirse de una vez por todas a afrontar sin miedos la difícil tarea de educar a sus hijos, conscientes que la influencia que ellos no ejerzan, otros con menos garantías la ejercerán por ellos.

Nadie pone en duda las dificultades que entraña hoy ser educador o simplemente ser padre, en una cultura desprovista de seguridades y de referencias. Son los nuestros tiempos en los que no existe un claro modelo educativo. Ya no es como antes,en que los padres eran los espejos donde los hijos querían verse reflejados,ahora más bien es a la inversa . Son los mayores los que tratamos de imitar y parecernos a los s jóvenes, en un mundo donde quien no es joven no es nadie.

En estos tiempos sucede también, que no se tienen muy claros los ideales, ni siquiera si merece la pena tenerlos, no se está seguro que la educación que hoy demos a nuestros hijos pueda servirles para mañana en un mundo tan cambiante. No se está seguro de nada , porque los tiempos que nos están tocando vivir vienen marcados por la decepción y el relativismo, por el pensamiento débil y la falta de seguridades en todos los órdenes. Tiempos en los que cada cual trata de apañárselas como puede. No, no es fácil ser educador y padre. De lo que sí estamos seguros es de que los padres la mejor forma que tienen de manifestar el cariño a sus hijos es educándolos sin olvidar aquello de “quien bien te quiere te hará llorar”. Lo cual no es poco. Ahora nos hace falta el coraje suficiente, para afrontar una tarea difícil, pero que nadie puede hacer por nosotros y ésta no es otra que la de educar de forma responsable.
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