Un mundo para todos es posible

Los retos del siglo XXI son muchos y de mucho calado, pero los más importantes son los que hacen referencia directa al hombre; por ello necesariamente hemos de situarnos en la esfera de lo humano. El hombre ha evolucionado mucho y muy rápidamente en el campo de la técnica durante los últimos años; pero no ha seguido este ritmo en su desarrollo moral y humano y esto es lo más preocupante.

¿Qué nos traerá este siglo que acabamos de comenzar? Nos preguntamos y la respuesta pudiera ser ésta. Nos traerá lo que el hombre quiera que nos traiga. Las mayores amenazas proviene del propio hombre y nuestras grandes esperanzas también de él proceden. Dios ha querido que fuera así, al hacernos libres, al encargarnos el gobierno de nuestro mundo, al dejarnos un mundo por hacer para que nosotros lo completemos.
El hombre, si no quiere equivocarse, ha de comenzar a pensar en los demás, ha de comenzar a trabajar por un mundo humanizado en el que quepan todos los hombres, sin distinción de razas o culturas sin distinción de sexo o edades. Frente a los grandes problemas que hoy acucian a la Humanidad es urgente poner en práctica los valores morales que acaben haciéndonos a todos más humanos.

Frente al fenómeno cada vez más extendido de la migración, hemos de armarnos con el valor moral de la hospitalidad, hemos de aprender a abrir nuestro corazón al extranjero y prestarle la ayuda que necesite, allí donde se encuentre y si puede ser, ayudando al desarrollo de su propio país en todos los ordenes, nos apremia también aprender a convivir en paz y armonía con quien tenemos cerca, no viendo en él a un extraño, sino a un hermano.

Frente al pluralismo étnico y cultural hemos de equiparnos con la tolerancia, que nos haga comprender que el respeto y el diálogo es la mejor forma de entendernos y así llegar a esa suprema sabiduría de que todos tenemos que aprender de los demás.

Frente a la lacra de la pobreza, hoy por hoy el arma más mortífera, con millones de víctimas a sus espaldas , estamos necesitando de la solidaridad, de la justicia también, para que los miles de niños, mujeres y hombres que mueren de hambre diariamente puedan ser salvados, salvados simplemente con lo que a los demás nos sobra, eso que con frecuencia desperdiciamos.

Frente a una legión cada vez más numerosa de viejos, que viven sus últimos días en el olvido y mueren en la soledad, nuestro mundo está necesitado de generosidad para dar algo de calor humano a quienes un día lo dieron todo por los demás. Los viejos necesitan un espacio seguro en nuestro mundo, necesitan saber que se les quiere y se les respeta.

Frente a un mundo de discriminaciones, violencias y desigualdades en razón del sexo , nos está haciendo falta también, toneladas de equidad para acortar las distancias que todavía separan al hombre de la mujer, para hacer valer el principio de que lo fundamental es ser persona y que nadie es más que nadie. Ya es hora de reconocer la igualdad de derechos en razón del sexo , de proclamar que tanto monta, monta tanto, el hombre como la mujer

Hacemos votos para que este siglo XXI traiga la dignidad a todos los hombres, les de la oportunidad de poder ser y de vivir como personas. Nuestra esperanza de futuro es la de un mundo en el que impere el mutuo respeto y reconocimiento entre los hombres y los pueblos que nos permita vivir en paz en una tierra que es de todos.
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