La presencia de España en Ámérica



El encuentro con el Nuevo Mundo es uno de los más grandes acontecimientos en la historia de los hombres, como tal llamado estaba a tener repercusiones de gran alcance y así fue. El descubrimiento de unas lejanas tierras allende los mares representa el final de una época y el comienzo de otra que habría de estar presidida por el entendimiento de dos civilizaciones, la del viejo continente europeo y la del continente americano. Ello significó mucho en el ámbito artístico, económico -social, muchísimo en el aspecto religioso y también tuvo su significado ¿ como no? en la esfera del pensamiento.

Es cosa clara que España sirvió de puente para que en América entrara lo mejor de la filosofía europea, que en aquellos tiempos, era tanto como decir conocimiento científico en general, toda vez que filosofía y ciencia por esta época eran la misma cosa.

Obligado es recordar que entre la mentalidad de los colonizadores que llegaron de España a América y la de los indígenas que poblaban estas tierras, había una distancia abismal que hacía muy difícil el diálogo entre las dos culturas. Sabido es que la razón filosófica y la imaginación mitológica hablan lenguajes diferentes y uno de los dos debía prevalecer. Por más que se diga, el que se impusiera el logos sobre el mitos, no fue ninguna desgracia para nadie. El hecho de que en estas tierra comenzara a florecer la semilla de la filosofía cristianizada, sembrada por los españoles, fue un hecho cultural de primerísima magnitud , como en su día lo fue también en tierras del Occidente cristiano, en el mundo musulmán o en el mundo judío.

El pensamiento mítico animista no hace avanzar en el conocimiento de la realidad, porque no se acomoda a ella, por lo que se hace preciso recurrir a la razón . Con imaginarse la realidad, tal como hacían los indígenas de estas tierras, poco o nada se podía adelantar, lo que se necesitaba y se sigue necesitando es llegar a explicar las cosas y descubrir su por qué, es penetrar en la entraña de la misma realidad. Por eso el rigor filosófico y el espíritu científico importados desde Europa fueron determinantes en el desarrollo cultural del Continente Americano. Lejos de ser un culturicidio, la colonización, supuso una aportación altamente positiva, se mire por donde se mire, ni siquiera sería justo hablar de violencia culturizadora, porque no fue la razón de la fuerza la que se impuso, sino la propia fuerza de la razón .

La verdad filosófica y científica es la que es, por eso no se puede compartir la idea de que cada sustrato étnico ha de inventarse su propia verdad. La realidad de las cosas ha de ser respetada . Nunca la composición genética , el medio ambiente social y racial son los creadores de la realidad de las cosas. A los grandes descubrimientos científicos, se ha llegado con rigor y método y no se puede decir que existen unos principios científicos para Oriente y otros para Occidente, unas matemáticas validas para los americanos y otras diferentes para los europeos, unos principios lógicos para el nuevo mundo y otra para el viejo

Se hace preciso reconocer que el desarrollo intelectual y filosófico de los pueblos americanos se vio favorecido por la presencia de los religiosos españoles en estas tierras y que ellos fueron los portadores de los mejores gérmenes intelectuales y espirituales de la época; o ¿es que vamos a creer que si la colonización no se hubiera producido o se hubiera retrasado, ello hubiera supuesto una ventaja cultural para América? Lo razonable es pensar que si América hubiera permanecido encerrada en sí misma, su despertar al mundo de las ideas y al desarrollo técnico hubiera sufrido un gran retraso y lo mismo sucede en el aspecto religioso


La filosofía americana ha de ser fiel a sus orígenes

Hay que decir por tanto que el encuentro iberoamericano desde el punto de vista filosófico e intelectual fue fecundo para América, sin duda. La razón comenzó pronto a dar muestras de que es un tipo de semilla capaz de germinar en cualquier suelo, por eso se ha podido decir que la filosofía tiene muchas patrias. Por eso también su siembra en suelo americano alimentaba la esperanza de ver florecer un día sazonados frutos. Ya en tiempos del descubrimiento se dieron los primeros atisbos de que esto podía ser así, ejemplo de ello lo tenemos en el Inca Garcilaso de la Vega quien nos ofrece un fundado razonamiento para la armónica convergencia y no fue el único.Sus Comentarios Reales bien pudieran haber sido una expresión más del balbuceo incipiente del pensamiento iberoamericano que con el tiempo habría de estar llamado a proyectarse sobre Europa en lo que conocemos hoy como Filosofía de la Liberación que en el campo de la pedagogía tiene al brasileño Paulo Freire como principal representante y en el campo del pensamiento al mejicano Leopoldo Zea sin olvidarnos lo que ha supuesto la Teología de la Liberación sobre todo en la persona del peruano Gustavo Gutiérrez. Es verdad que el auge de la filosofía de la liberación en los años setenta y ochenta ha ido perdiendo fuerza con el derrumbe de la URS. Lo cual viene a decirnos que tal vez no era un movimiento tan independiente como en principio se podía haber pensado y que la ideología en que se sustentaba habían hecho olvidar en parte sus raíces cristianas

Si existe o no una filosofía específicamente iberoamericana como fruto de aquella
semilla esparcida hace cinco siglos es una de esas cuestiones que es preciso tratar con mucha honestidad intelectual y más aún a la hora de definir cuales son los rasgos características de la misma. Leopoldo Zea, uno de los grandes pensadores de estas tierras, asume el pensamiento iberoamericano; pero sin caer en extremismos. Su postura se mantiene equidistante del europeismo y del indoamericanismo. De los primeros les separa su vinculación a los elementos y componentes precolombinos todavía presentes , dicho sea de paso, en la realidad iberoamericana, de los segundos no le gusta el
rechazo frontal a todo lo que les haga recordar la presencia de España en estas tierras. La dirección escogida por el filósofo mejicano nos hace abrigar fundadas esperanzas de que por este camino se puede conseguir no sólo revitalizar el pensamiento iberoamericano sino también el europeo. Y del mismo modo que en América se ha venido contando con el pensamiento europeo se cuente también con las aportaciones del pensamiento iberoamericano. Me parece acertada la propuesta del filosofo peruano David Sobrerilla en orden a los pasos a seguir de la filosofía iberoamericana:1- Asimilar la filosfía occidental 2- Someterla a crítica 3- Replantear el saber filosófico teniendo en cuenta la situación especial de América . Ni ensimismamiento, ni alteración que diría Luis Villoro. En cualquier caso olvidarse del humanismo cristiano como elemento inspirador sería tanto como hacer traición a sus raíces

Desde los orígenes, esta filosofía emergente anda a la búsqueda de su propia identidad, con la difícil tarea por delante de armonizar dos mentalidades: la mediterránea foránea, racionalista y cristiana con la seminal ancestral y mítica. Los esquemas conceptuales europeos puede hacer de moldes capaces de soportar tipos y categorías venidos de otras tierras y el discurso racional pudede dejar de ser abstracto e impersonal para llegar a ser intérprete de una situación concreta. Estaríamos delante de una filosofía viva que quiere tener un compromiso con el ser humano, un pensamiento inmerso en una determinada contextualización, atento a los problemas que le son propios. De lo que se trata es de contextualizar como viene a decir el filósofo mejicano Leopoldo Zea el pensamiento occidental en la circunstancia americana. La circunstancia iberoamericana como fuente de una nueva problemática humana y como fuente también de posibles soluciones. Siempre resulta interesante que el pensamiento sea observado desde perspectivas distintas.

La problematización del pensamiento de occidente desde la situación iberoamericana es un asunto pendiente desde los tiempos del descubrimiento y aún sigue siéndolo, lo cual da muestra de la complejidad del asunto. Me parece injusto por tanto tratar de acusar y responsabilizar a quienes no supieron o no pudieron hacerlo en tiempos de la
colonización.

En cualquier caso en la época del descubrimiento se fueron sembrando semillas que durante mucho tiempo han estado germinando debajo de tierra, esperando el momento propicio para su floración, aunque este tiempo se cuente por siglos. Todo parece indicar de que pasó ya el tiempo de las malas imitaciones de la filosofía hispana y a lo que se aspira ahora es a tener un pensamiento propio y si éste llega a producirse bienvenido sea. Lo que en definitiva cabe decir es que la visión logocentrista que Europa a través de España proyectó sobre América sigue siendo el camino real y todavía no se ha descubierto otro, por el que sea posible emprender la búsqueda de esa identidad que en algún momento pareció perdida. La dimensión logocentrista en contacto con la
Situación iberoaericana esperemos que llegue a dar sus frutos. Hay que decir también que ya en la Europa del descubrimiento se produjeron consecuencias filosófícas positivas que aún perduran a las cuales habremos de referirnos a continuación.

El humanismo fecundado por la circunstancia americana

Las difíciles acomodaciones, los nuevos planteamientos y preguntas, los inesperados
Problemas y conflictos surgidas de la nueva situación creada por el descubrimiento, sirvieron para espolear el razonamiento filosófico. Frente a la filosofía académica abstracta y un tanto adormecida, el Nuevo Mundo con su compleja problemática puso sobre la mesa unos condicionamientos desconocidos hasta ahora, lo que obligó al replanteamiento de muchas cuestiones. Emergen otros horizontes y las perspectivas ya no son las mismas, aparecen los debates filosóficos para clarificar gran número de asuntos que tiene como telón de fondo la propia identidad de los moradores de estas tierras, sus derechos como personas y como pueblo. El encuentro supuso para los moradores de esas tierras una acomodación de actitud ante la vida y para los colonizadores una revisión a fondo de la antropología y del derecho.

La filosofía política puesta en práctica, no fue ni tan interesada , ni tan oportunista como se da a entender por ahí. Lo cierto es que estuvo sometida a una severa autocrítica al punto de que las objeciones de conciencia llegaron hasta la Corona, algo poco frecuente, si repasamos la historia de los pueblos. La misma Leyes de Burgos promulgada por los Reyes Católicos responden a esta preocupación. España fue de los pocos lugares, por no decir el único en los que el mismo poder real favoreció y promovió el trato justo y humanizado a los indios

La nueva situación fue propicia para que comenzara a emerger un nuevo humanismo en el que tanto tuvieron que ver Erasmo y los denominados “ Novo hispanos” sin olvidarnos de Tomás Moro que tomó como fuente de inspiración, las descripciones idílicas de estas tierras y el natural bondadoso de sus habitantes o el mismo Rousseau que en el “Emilio” hace una exaltación de los valores naturales del salvaje perfecto que tanto han influido en los sistemas educativos de todos los tiempos.

El campo antropológico se vio fecundado, sin duda, con una savia nueva, que hizo posible la aparición de lo que podríamos llamar la “antropología americana”, diseñada en gran parte por la escuela de Salamanca y que sirvió para que con singular acierto se fuera precisando y matizando el concepto de “persona” que tanto juego iba a dar en la filosofía posterior, sobre todo a la hora de clarificar los derechos humanos. Partiendo del convencimiento de que todos compartimos la misma dignidad de la persona es como posteriormente se pudo llegar a la declaración universal plasmada en la carta de las Naciones Unidas. La escuela de Salamanca inspirada, en el humanismo cristiano, siempre estuvo al lado del indio defendiendo su dignidad personal. Todos somos hijos del mismo Padre-Dios La condición de seres humanos era de donde habría que partir a la hora de hablar de un trato justo a los indios, ella habría de ser la base de una fecunda Filosofía Jurídica destinada clarificar los derechos y deberes de unos y otros.

. La escuela de Salamanca con Francisco de Vitoria a la cabeza trató de dar solución a temas prácticos de palpitante actualidad que no podían esperar. Los apuntes y anotaciones de este genial filósofo dominico, estaban llamados a ser los puntales de una
filosofía política de alcance internacional que le consagraría como el padre del derecho internacional. El fue el promotor de unos principios fundamentales garantes de los derechos naturales de los indios, situados por encima incluso de la autoridad de los reyes de España. Todo ello supone una aportación importante en el campo de la Filosofía del Derecho, como el tiempo encargó de demostrar.

El siglo XVI que es cuando Vitoria escribe , es el tiempo en el que se están generando en Europa importantes transformaciones y en la que España ostenta el cetro político y también intelectual. Hombres como él, asumieron el reto de plasmar una nueva
concepción filosófico-política capaz de hacer viable la nueva situación originada con el descubrimiento de América. El emperador por muy emperador que fuera no era el dueño del orbe y ni siquiera el papa podía ejercer su autoridad temporal o espiritual sobre todo el orbe. Estas ideas que hoy parecerían normales y de uso corriente no lo eran en aquel tiempo dominados por ideas absolutistas y hubo que esperar mucho
tiempo para que fueran abriéndose paso. Al fin la proclamación de los derechos humanos en el siglo XX y la creación de los sistemas de protección de los individuos vendría a dar la razón a este pionero del derecho internacional.

La genialidad del sistema político ideado por Vitoria descansa en la igualdad humana, ésta fue la idea fundamental de la antropología de la Escuela Salmantina. Precisamente por estar fundamentado en la universalidad de la naturaleza, el derecho de gentes inaugurado por Vitoria estaba llamado a ser la base por la que se deberían regular las relaciones entre los pueblos. El Orbe entero representado por todos los estados ,
entendido como persona moral, es el que tiene potestad de promulgar leyes justas que regulan el derecho de gentes. Este alumbramiento de Vitoria bien podría ser uno de los más originales y fecundos de la filosofía política que pudo coexistir con la idea de de cristiandad.
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