¿Se ha de seguir celebrando la Navidad?


La noticia se difundió rápidamente y ha tenido una gran resonancia social. El colegio público aragonés “ Hilarión Gimeno ha prohibido la celebración de la Navidad. Si he de decir verdad la tal noticia a mí no me sorprendió. Lo que sí me ha sorprendido ha sido la respuesta ciudadana , casi unánime , en contra. Me sorprende porque no era de esperar que una sociedad laica como la nuestra, que está dando muestras continuas de insensibilidad religiosa, muestre de pronto un fervor tan entusiasta por la celebración de las fiestas navideñas. Extraño en principio, si bien después de haber pensado más detenidamente la cuestión, las piezas del puzle me han ido encajando.
Las gentes están por las Navidades, esto es cosa clara y aún quisiera que duraran más. Que no se preocupen, pues mientras existan los grandes almacenes esta celebración no corre peligro. Pero ¿de que Navidades estamos hablando? Para la gran mayoría de los hombres y mujeres de nuestra sociedad se trata de la celebración de unas fiestas paganas del turrón y el champán, de las serpentinas y confetis de mil colores, de los suspiros nostálgicos, de risas y de tiernos cantos también, en torno al árbol adornado con bolitas y regalos para toda la familia. Unos días de vacaciones que se aprovechan para hacer compras y reunirse con familiares y amigos. Unas fechas en fin en las que hay obligación de estar alegres y divertirse a tope, de grandes comilonas y de consumismo compulsivo en las que se dispara la venta de los diversos productos, incluidos el alcohol, las drogas, y los preservativos. Estas son las Navidades a las que nos hemos ido acostumbrando.

Quitad esto y las fiestas se quedan en nada, dejan de tener sentido para la gran mayoría. ¿Hay que seguir manteniendo unas navidades así? ¡Basta ya de adulteraciones y de tanto cinismo vomitivo! Seguramente peor que hacer desaparecer la Navidad sea ensuciarla. Vaya por delante mi no a las navidades paganas en las que como bien ha dicho Monseñor Echarren , la Virgen, S. José y el Niño son meros fetiches. Lo tengo claro, a mí no me gustan unas Navidades sin Dios, vacías de contenido.

Las Navidades que a mi me gustan son las del recogimiento y silencio interior desde donde se puede saborear el amor misterios de un Dios hecho hombre, Navidades de alegría también al saber que el Todo Poderoso se ha hecho uno de los nuestros.
“ Alegría, porque Dios se ha vuelto loco y ha plantado su tienda entre nosotros”. Estas palabras de Martín Descalzo podían ser un buen inicio sobre el verdadero sentido de la Navidad

Nosotros, que sólo somos hombres, no acabamos de comprender lo que hace 2000 años sucediera en Belén. Nunca nos hubiéramos atrevido a pedir tanto, ni siquiera hubiéramos llegado a sospechar que ello era posible; pero sucedió. Ojos humanos pudieron contemplar asombrados, como la gloria y majestad de Dios resplandecía a través de la ternura de un Niño recién nacido

Inescrutables son los designios de Dios, sus locuras son desconcertantes, no se ajustan a nuestras percepciones y cálculos humanos; pero resultan ser siempre algo excelsamente maravilloso y hacen que nuestro corazón rebose de gozo y alegría

Nada tan asombrosamente sublime como contemplar al Creador de cielos y tierra pidiendo permiso al hombre para alojarse en su suelo. ¿Cómo los posaderos de Belén iban a sospechar que en el seno de aquella pobre doncella, que llamaba a su puerta, estaba latiendo el corazón de Dios?... ¡Pobres posaderos! Nunca lo tuvieron tan cerca y dejaron que se fuera. Lo mismo que nos sucede hoy a nosotros con los miles de Recién Nacidos, criaturitas abandonadas, emigrantes, o que mueren de hambre en el Tercer Mundo, que llaman a nuestra puerta en busca de un nido caliente que les quiera cobijar.

Todas las Nochebuenas están preñadas de infancia, que a los mayores debieran hacernos recodar a aquel niño que un día fuimos y que en el fondo nunca hemos dejado de ser. Hay que esperar a que estos días lleguen para descubrir en la sonrisa de los niños cómo es la sonrisa de Dios.

¡Cuánto amor!, cuánta ternura esconde este Misterio de la Navidad; motivo es de esperanza porque viene a decirnos que no estamos solos, porque nos descubre que Dios está con nosotros y le tenemos de nuestra parte. Después de haber sabido todo esto, hay razón fundada para enorgullecernos de ser lo que somos y pensar que ya nada hay comparable con nuestra dignidad humana. Nuestras aspiraciones se han cumplido al final, hemos sido deificados, no porque se haya hecho realidad nuestro sueño imposible de llegar a ser dioses, sino porque Dios ha querido hacerse hombre como nosotros y ésta es nuestra alegría y también nuestra esperanza.

Sólo somos hombres y nunca podremos agradecer lo suficiente este regalo tuyo de la Navidad, en que por unos días nuestros corazones debieran latir a otro ritmo. Pero ¿por qué no hiciste que fuera Navidad todos los días de nuestra vida? ¡Ah!… ya lo entiendo. Esto ya no es cosa tuya, depende de nosotros. Nada, ni nadie nos impide ir repartiendo sonrisas a nuestro alrededor todo el año y alegría también como hace el payaso de circo con los niños y sembrando la ilusión en todas las ventanas de las casas, cual Noche de Reyes, que nunca terminara. En nuestras manos está inundar el mundo de amor y de ternura, como hacen las madres con los hijitos que sólo entiende el lenguaje del cariño, ¡ah!… si aprendiéramos a ser niños otra vez, entonces tal vez se produciría el milagro. Navidad de todos y para todos. Navidad siempre.
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