"Sínodo: Sin miedo y arriesgar … como sabiendo que estamos en manos del Espíritu Santo" Alberto Roselli: "Miedos tenemos todos, pero eso de utilizar a la Iglesia como excusa…"

Sínodo. Francisco y el cardenal Grech
Sínodo. Francisco y el cardenal Grech

"El sinodo sobre la sinodalidad convocado por al Papa Francisco supone siempre unos riesgos, unos peligros, pero a la vez se convierte en el unico modo de crecer y, por tanto de mejorar, a nivel personal y tambien social y colectivamente"

"En esta Iglesia que conduce Francisco desde hace poco mas de diez años queda muy claro que el actual Papa ha elegido ese camino, el de ir hacia adelante. Y a la vez el de no temer, o mejor, el de confiar"

"Esta bien tener miedos. Es natural. Pero refugiarse en un concepto de Iglesia que por ser pluricentenario es al menos poco cristiano en sentido estricto, es puramente de mediocres"

"Hay una mentira –entre otras- que intenta imponerse, y es la de que si abrimos la Iglesia perderemos identidad. La verdad es que quienes hoy reclaman esos 'cuidados intensivos' actúan como enfermos en una iglesia ingresada a una terapia también intensiva"

Es propio de todo ser humano, en realidad de todo ser vivo que puede determinar sus acciones ya sea por instinto o libertad, defender con radicalidad los espacios y los tiempos donde se ha conseguido seguridad, estabilidady el ejercicio de aunque mas no sea una minima cuota de poder.

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El sinodo sobre la sinodalidad convocado por al Papa Francisco y que ha iniciado ya la segunda semana de trabajo viene poniendo al descubierto y muy claramente esa natural reacción humana y la que nos garantiza la supervivencia y el crecimiento que es la de tender siempre adelante.

Esto supone siempre unos riesgos, unos peligros, pero a la vez se convierte en el unico modo de crecer y, por tanto de mejorar, a nivel personal y tambien social y colectivamente.

En esta Iglesia que conduce Francisco desde hace poco mas de diez años queda muy claro que el actual Papa ha elegido ese camino, el de ir hacia adelante. Y a la vez el de no temer, o mejor, el de confiar.

Francisco, en su dimensión profética actúa como quien tiene la seguridad que su ministerio de servicio viene de lo alto, porque Francisco reza y discierne.

En tanto como pastor confirma este modo de caminar juntos sabiendo que el Unico que conduce, que guía a pastos verdes y aguas cristalinas es Cristo, el Hijo de Dios también Hombre, muerto y resucitado; aunque haya que pasar por quebradas oscuras y peligrosas.

Es que así como Francisco insiste en mirar a Jesucristo y en dejarse enseñar por esa mirada, confía en Aquel que el mismo Cristo nos dejo, también enviado por el Padre: el Espíritu Santo.

Solo que Francisco ha decidido, parecería sin negociar con nada ni con nadie, ni siquiera con sigo mismo, ir hacia adelante entendiendo que este es el tiempo del Espíritu.

Se choca, en realidad se viene chocando, con las estructuras rígidas de la Iglesia “caja de seguridad”, “búnker antidagno” o “cripta solo para algunos”, a la que insiste en exponer como “hospital de campana”, “pobre para los pobres” y “abierta para todos, todos, todos”.

Claramente no le interesa quedar en la historia inmediata como un manipulado “santo súbito” sino hacer lo que a su leal saber y entender, es la Voluntad de Dios.

Francisco insiste y nos invita a insistir: Ni la teología, ni el Derecho Canónico, ni la Doctrina pura, ni la Tradición misma, ni el Magisterio aportaran nada si no es fundado en el Evangelio. Y el Evangelio no es un texto, por más sagrado que lo nominemos. Es sagrado porque es una Persona, Dios y Hombre, que murió y que resuicitó, por lo tanto, que esta vivo y entre nosotros.

Ese Jesus es hallado en los cuatro Evangelios siempre en marcha, siempre en camino, siempre en estado de encuentro, de solución, de escuchador, de buen samaritano. Y nos invita a vivir como El vivió y vive.

Esta bien tener miedos. Es natural. Pero refugiarse en un concepto de Iglesia que por ser pluricentenario es al menos poco cristiano en sentido estricto, es puramente de mediocres.

El grito parece ser el de San Juan Pablo II aquel día en que se presento al mundo: No tengan miedo!!!!

El Papa polaco agregaba: abran las puertas!

Francisco suma y dice: con las puertas abiertas, salgamos al encuentro de todos como son y con lo que piensen y opinen.

Hay una mentira –entre otras- que intenta imponerse, y es la de que si abrimos la Iglesia perderemos identidad.

La verdad es que quienes hoy reclaman esos “cuidados intensivos” actúan como enfermos en una iglesia ingresada a una terapia también intensiva.

Parecería que creen estar saludables y que todos deben estar como ellos.

¿Y si nos damos la posibilidad de salir y ver el sol, sentir su calor y disfrutar del día?

Sin miedo y arriesgar … como sabiendo que estamos en manos del Espíritu Santo.

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