"La lógica de los 'daños colaterales' toma protagonismo" Alberto Roselli: "En nombre del cansancio se anima a retomar los modos de vivir anteriores al Covid-19 como si nada pasara"

Manifestación de los negacionistas del coronavirus en Madrid
Manifestación de los negacionistas del coronavirus en Madrid

"Si no entendemos que la pandemia es una oportunidad de crecer y ser mejores hemos fracasado como humanidad"

Entre las cuestiones que esta pandemia nos viene planteando algunas salen a la luz a medida que el tiempo transcurre. Si bien era previsible que los desafíos que se avisoraban por allá por marzo permitían imaginar distintas situaciones, ahora, a más de seis meses, comienzan a aparecer otros factores que de ideas han pasado a ser realidad.

Cierto es que sabíamos que había que ejercitar la paciencia, el sentido común o el esfuerzo por acomodarnos a modos nuevos de vivir, pero en este nivel de existencia hay efectos que vienen ganando terreno y preguntas que inevitablemente nos salen al encuentro.

Por ejemplo, el cansancio generalizado ha venido a provocar reacciones que si bien en algún punto son entendibles, de ninguna manera son justificables.

Abundan las posturas donde en nombre del cansancio se anima a retomar los modos de vivir anteriores al Covid-19, por ejemplo sin que importen las consecuencias, abandonar la espera de una vacuna, y reanudar los encuentros, las interacciones y la actividad como si nada pasara.

A tal punto que ha renacido aquella mirada individualista y mezquina que admite que habrá muertos a causa de abandonar los cuidados y, lo peor, que estos entrarán dentro de la lógica que significan los "daños colaterales", como si fuera un torneo de supervivencia.

Indígenas víctimas del COVID-19
Indígenas víctimas del COVID-19

Estamos casi desesperados por volver a lo de antes, como si antes hubiésemos estado bien, o, peor, creyendo que si uno está "bien" cualquier medida sirve, sacando de la ecuación a quienes tienen mayores riesgos o menos posibilidades de acceder a las medidas preventivas.

Tremendo. Repetimos lo dicho en su momento: si no entendemos que la pandemia es una oportunidad de crecer y ser mejores hemos fracasado como humanidad y, por ende, como seres humanos concretos.

Pero la oportunidad siempre es fruto de la maduración y de la madurez. La oportunidad madura. Aunque en la experiencia creamos que la oportunidad "aparece", en realidad es siempre consecuencia de un proceso muchas veces desconocido por nosotros, que en algún momento sale a la luz.

Plantear la pandemia no como un atraso en la evolución de la habitualidad sino como una oportunidad para ver distinto, para mirar cuestiones que quizás nunca hubiésemos mirado ya se impone como evidente. La insistencia en pretender recuperar tiempos y espacios como si el coronavirus fuera una simple demora es, sencillamente, necio y egoísta, en el mejor de los casos.

A estas alturas estamos tomando conciencia de que aún no se ve un plazo que nos anime a aplacar los fantasmas pergeñando un mapa de cierta estabilidad. Y eso acrecienta el cansancio.

Pandemia en Brasil
Pandemia en Brasil

También esto está siendo un ingrediente cada vez más importante para valorar como oportunidad este sorprendente e inesperado fenómeno que nos plantea la pandemia. La cuestión es que necesitar y desear ver cierta luz al final de este túnel parece llevar más rápidamente a la desesperanza y al desánimo. Propongo que cambiemos la pregunta del "hasta cuándo" por "cuánto representan para mí los demás".

Por ejemplo, intentar una respuesta a una hipotética pregunta que va más detrás de desafiar la voluntad que de describir la realidad: Si nos dijeran que quienes estamos en la edad entre los 45 y los sesenta y pico deberemos vivir lo que nos resta de tiempo en clave de cuidados de pandemia para que las futuras generaciones tengan la oportunidad de desarrollarse en lo que denominábamos normalidad, ¿cuál sería nuestra respuesta? ¿Estaríamos dispuestos?

Entre otras cuestiones, de nuestra respuesta se desprenderían criterios como, lo dicho, cuánto nos importan los demás, o hasta dónde llega mi concepto de individualidad o comunidad, entre otros. Es una pregunta hipotética, repito, pero que puede darnos perspectiva. Viene bien de vez en cuando imaginar situaciones que nos saquen del centro del mundo para poner allí a todo el género humano, que en definitiva es lo que nos constituye. La pandemia es una oportunidad, que va madurando en el árbol de la incerteza y la impotencia. También eso es lo que somos.

Colombia
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