"Nadie busca juntarse en un gran barco común para navegar mejor y aflorar a la orilla creando un poblado común" Alfredo Tolin Arias: "¿Una Iglesia también polarizada?"

Iglesia polarizada
Iglesia polarizada

No es extraño decir que nuestra sociedad actual está tremendamente polarizada. Hasta se asume esto con tanta tranquilidad que se olvida con frecuencia lo que realmente implica

Este aspecto de la posible polarización en la Iglesia nos lleva a hacer presente a la Iglesia primitiva como referente obligado para la historia de la Iglesia en el mundo

No es extraño decir que nuestra sociedad actual está tremendamente polarizada. Hasta se asume esto con tanta tranquilidad que se olvida con frecuencia lo que realmente implica. La división es la expresión real de esta situación. Es la división cronificada, exaltada y marcada en contraste y enfrentamiento con los otros. Hay unos y otros que se agrupan fuertemente, que no se quieren ver, que se confrontan, que se rehúyen, que marcan las diferencias.

Puede ser el resultado lógico de una búsqueda de seguridad e identidad en una sociedad liquida sin fundamentos sólidos sobre los que construirse. Los polos bien marcados serían así como un salvavidas grupal, lo primero a lo que agarrase, sin tener que plantearse nada especial, ni plantarse con actitudes más comprometidas. Los unos en su barca bien agrupados para navegar con facilidad por la vida, y los otros igual, pero distantes,navegando lejos. Nadie busca juntarse en un gran barco común para navegar mejor y aflorar a la orilla creando un poblado común. Ya en España se dice que somos una sociedad dividida y enfrentada en dos bandos irreconciliables que hacen casi imposible encontrar puntos en común.

Y en esta sociedad real está la Iglesia también real de Jesús. Está y no debe dejar de estar. Su misión es en este mundo concreto y además enraizada en él, encarnada en él. Sólo así puede ser sacramento de salvación para ese mismo mundo. Es lógico, pues, plantearse qué se le pegará de ese mundo, ya que encarnarse lleva consigo las tentaciones y el tiempo de la prueba sobre su fidelidad... ¿Qué adherentes de mundanidad llevará consigo la iglesia? “Los discípulos de Jesús están inmersos en el mundo como levadura, pero, al igual que en todo tiempo, no quedan inmunes de experimentar el influjo de las situaciones humanas”. (Nuevo Directorio de Catequesis, nº 24)

En una sociedad polarizada es lógico, pues, preguntarse: ¿una iglesia también polarizada?

Polarización
Polarización

Este aspecto de la posible polarización en la Iglesia nos lleva a hacer presente a la Iglesia primitiva como referente obligado para la historia de la Iglesia en el mundo.

Nace con la fuerza del Espíritu de Jesús que hace que todos se entiendan en medio de la mayor diversidad de lenguas. Este nacimiento marca así su finalidad o mejor dicho la pretensión y la acción del Espíritu a lo largo de toda la historia de la Iglesia. El modo de nacer será el objetivo a lograr en todo momento. Diversidad en la unidad o unidad en diversidad, dejándose llevar por el Espíritu.

Viendo en su tiempo y en sus primeros avatares a esa Iglesia, y más en concreto a la comunidad corintia, podemos señalar en ella este fenómeno de la polarización. Se describe como división conflictiva que pone en riesgo la unidad. Conflictos entre los cristianos venidos del judaísmo y los del paganismo; divisiones internas o polos determinados por las diferentes líneas de Pedro, Pablo y Apolo. Diversas sensibilidades ante el mensaje de Jesús que se enquistan y se enfrentan.

No vamos a desarrollar aquí los por qué de todo esto, pero sí resaltamos la fuerza de los apóstoles para, dejándose mover por el Espíritu, integrar estas diversidades en la unidad o comunión de todos. Tendiendo puentes y, curiosamente, marcando un solo polo (polarizarse en el diccionario de la RAE: Concentrar la atención o el ánimo en algo): Dios; Jesucristo. “Hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo os ruego que estéis de acuerdo y que no haya disensiones entre vosotros, sino una perfecta concordia de pensamiento y opinión. Pues me he enterado, hermanos míos, por los de Cloe, que existen discordias entre vosotros. Me refiero a lo que anda diciendo cada uno: yo por Pablo, yo por Apolo, yo por Cefas, yo por el Mesías. ¿Está dividido el Mesías? ¿Ha sido crucificado Pablo por vosotros o habéis sido bautizados invocando el nombre de Pablo”? (1Cor 1, 10-13) “Yo planté, Apolo regó, pero era Dios quien hacía crecer. Así que ni el que planta cuenta ni el que riega, sino Dios que hace crecer… Nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo”. (1 Cor 3, 4-7.11)

En una Iglesia que vive en el mundo de hoy, ¿una iglesia también polarizada? Como dato prioritario se da una polarización generacional entre jóvenes y mayores en la sociedad y en la Iglesia. Por eso el Papa Francisco está invitando a seguir “el camino del encuentro entre los jóvenes y los ancianos” (Audiencia general, 04/03/2015); la necesidad de producir “una combinación maravillosa. Los ancianos sueñan y los jóvenes ven visones” (Christus vivit nº 192) Sin este encuentro no hay futuro ni para la sociedad ni para la iglesia.

Abundan grupos y comunidades que se cierran en si mismas y, si salen, no lo hacen como Iglesia, sino como entidades ensimismadas buscando su propio interés aunque éste sea de elevadas palabras.

Si nos asomamos a las redes sociales suenan con fuerza espacios muy polarizados, unos como claros opositores y otros como ponderadores acérrimos de personas y posturas eclesiales.

Personas más o menos importantes dentro de la misma iglesia, que se significan, siembran y expanden sus ideas y mentalidad como cabecillas de sectores o facciones.

Se producen así exclusiones, rechazos, guerrillas… muy lejos del espíritu de comunión eclesial.

Termino recogiendo unas palabras, bien recientes (30 de junio de 2020), del Mensaje del Papa Francisco a la Asociación de la Prensa Católica: “E pluribus unum, el ideal de unidad en medio de la diversidad reflejado en el lema de los Estados Unidos, también debe inspirar el servicio que ustedes ofrecen al bien común. Ello es urgentemente necesario hoy, en una era marcada por conflictos y polarizaciones a los que la propia comunidad católica no es inmune”.

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