"El prefecto creó un nuevo espacio para ir recuperando la renovación conciliar" Andrés Torres Queiruga: "Debemos agradecer al cardenal Víctor Manuel Fernández su prudencia y buen juicio"

De hecho, se ha roto el estrecho asedio creado por los dos pontificados anteriores. Sin medidas drástica, sobre todo, evitando condenas y prohibiciones. Es una tarea bien realizada por el Prefecto

Querido José Manuel, justo hoy, antes de leer tu artículo sobre el Cardenal Prefecto de la Doctrina de la Fe, pensaba escribirte. La verdad es que no conocía mínimamente bien lo que mencionas en tu magnífico artículo. Por cierto, te estás convirtiendo en un maestro en este tipo de llamada a la necesaria apertura en la Iglesia actual.

Si pienso en lo que ha significado su nombramiento para la doctrina de la fe, es claro que coincide con el programa de renovación iniciado por Francisco. Como papa, lo hizo sobre todo en el ámbito de la renovación pastoral, y con buen criterio buscó un teólogo para el aspecto doctrinal. Conocía las dificultades que había tenido para nombrarlo rector de la Facultad de Teología de Buenos Aires y, por lo tanto, previó que podrían surgir dificultades y oposición. 

Creemos. Crecemos. Contigo

Cardenal Fernández

Pero lo nombró. Y así creó un nuevo espacio para ir recuperando la renovación conciliar, que era y sigue siendo tan necesaria. Naturalmente, no le corresponde al Prefecto llevarla  a cabo, sino allanar el camino para quienes deben hacerlo: los teólogos, en lo doctrinal.

De hecho, se ha roto el estrecho asedio creado por los dos pontificados anteriores. Sin medidas drástica, sobre todo, evitando condenas y prohibiciones. Es una tarea bien realizada por el Prefecto. Sin introducir innovaciones espectaculares en ningún terreno teológico, que no es su cometido, ha ido saneando el ambiente con algunas manifestaciones de mayor apertura teórica, como la última sobre el tema de María, y con otras más práctica, como las bendiciones abiertas a todos, sin discriminaciones incomprensibles.

Que estos casos de tan elemental apertura y mínima actualización en el vasto espacio, que la teología tiene abierto ante sí en prácticamente todos los temas fundamentales, provoquen reacciones tan injustas e ignorantes de la verdadera problemática teológica, indica cuán incipiente y en construcción ha vuelto la situación actual.

La Iglesia que, por necesidad histórica, se encuentra ya con sus pies en la cultura actual (en lo que ésta implica de progreso irreversible, no en sus derivas antihumanas, que también las tiene), todavía mantiene su cabeza muy poblada por ideas y supuestos heredados de la cultura premoderna. Necesitamos, como un bautismo pascual, la gracia de una nueva apertura que ayude a la teología a ponerse al día. Lo demanda el amor al evangelio, en su necesidad de seguir siendo anunciado en todo tiempo y lugar. Todavía estamos muy lejos de una teología que ofrezca una comprensión actualizada del mandato evangélico de ir a todas las personas y hacer discípulos en todas las culturas.

Palacio de Doctrina de la Fe
Palacio de Doctrina de la Fe Vatican Media

Debemos agradecer al cardenal Víctor Manuel Fernández su prudencia y buen juicio, haciendo todo lo posible para que continúe en la tarea, que aún está en los comienzos de una actualización radical e integral. La continuidad de fondo que León XIV quiere mantener con Francisco tiene en su buen saber y en su talante evangélico una garantía de experiencia y conocimiento del ambiente general.

Si no se rompe la deriva anticonciliar, la fe seguirá siendo vista como algo anticuado e incluso incomprensible para quienes la observan desde fuera, y sin cultivo de un sentido crítico y responsable para tantos creyentes que viven su fe con sinceridad y pasión, pero que con demasiada frecuencia no pueden justificarla ni para sí mismos ni para responder a las preguntas de los demás.

Un cainismo teológico, que (posiblemente sin darse cuenta de su gravedad) se ha establecido en ciertos entornos, debe terminar en bien del evangelio y de la humanidad. Son éstas, lo sé, palabras grandes, quizá incluso un poco retóricas; pero su contenido es muy verdadero e incluye una urgencia que debería preocuparnos a todos, en un iglesia de hermanas y hermanos, para el bien de un mundo común, en grave crisis de crecimiento.

León XIV y Tucho Fernández
León XIV y Tucho Fernández

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